- Opinion
- 04.11.2015
ELECCIONES 2015
La conjunción
La semana pasada señalamos algunas de las causas que, a nuestro entender, explicaban el magro resultado electoral obtenido por Progresistas. Permítanme ahora profundizar sobre alguna de ellas y marcar otras.
El perfil de la campaña. La centralidad que tuvo en la campaña la agenda institucional y anti corrupción, cuyo punto cumbre fueron las elecciones en Tucumán y la participación de Margarita en la conferencia de prensa junto a Mauricio Macri, Sergio Massa y Ernesto Sanz, terminó siendo funcional al líder del PRO. Nuestro mensaje fue claro: la prioridad era terminar con el kirchnerismo en el gobierno.
Claro que los sucesos de Tucumán fueron graves, pero nuestra presencia en esa mesa legitimaba frente a nuestros votantes el mensaje de que los que estaban ahí sentados eran “los guardianes del sistema democrático” y el denunciado (el kirchnerismo) eran los que habían roto las reglas de juego del sistema. Por lo tanto, se podía votar a cualquiera de ellos, pero nunca al otro. Esta presencia contrasta, además, con la nula mención que hicimos de uno de los hechos más graves de esa elección que fue la arbitraria detención de los militantes del PO.
Este error de enfoque tuvo consecuencias muy concretas. Como surge de la Figura 2 que me permití tomar del análisis sobre la transferencia de votos de las PASO a la elección general presidencial, que realizaron Julia Pomares y Ernesto Calvo acá, Margarita fue la candidata presidencial que menos votos propios retuvo entre ambas elecciones. Solo el 37,39%. El 40% de sus votantes en las primarias terminaron optando por Cambiemos y el 10% por el FIT. Si el resultado no fue peor fue por los votos que recibimos de aquellos votantes que habían optado por candidatos que no superaron las PASO.
Igualdad y Decencia. Nuestra campaña hasta las PASO estuvo articulada en torno a este slogan que resumía bastante acertadamente el corpus de ideas de centro izquierda. Se podría decir que la apelación a la Decencia fue, como vimos, bastante bien desarrollada aunque en rigor, como lo explica bien Cristina Calvo acá, el concepto tiene raíces más profundas y amplias que la condena a la corrupción en la gestión de los asuntos públicos. Es tributario de la concepción desarrollada por Avishai Margalit de que “la sociedad decente es aquella cuyas instituciones no humillan a ningún ciudadano, es decir no lesionan el respeto que se tienen a sí mismos ni excluyen a ninguna minoría moralmente legítima”. Desde este punto de vista, estaba claro para nosotros que tanto el gobierno nacional como el gobierno de Mauricio Macri en la Ciudad podían ser calificados como gobiernos indecentes. Es cierto que no es un concepto fácil de transmitir pero si se lo eligió deberíamos haber aprovechado la campaña para desarrollarlo en toda su dimensión.
En cuanto a la dimensión de la Igualdad, muchas de las propuestas contenidas en la campaña “60 Ideas en 60 días” se refieren a ella. Sin embargo, en campaña, “muchas ideas” es igual a “ninguna idea”. Nuevamente, habla muy bien de nosotros tener tantas ideas. Solo nos faltó elegir algunas para transformarlas en nuestros “caballitos de batalla”. Tomemonos unos minutos y pensemos qué ideas referidas a la igualdad recordamos de la campaña de Progresistas. Difícil, ¿no?
¿El progresismo ha muerto? Bajo este título, mi vecina de columna María Esperanza Casullo esbozaba acá tres hipótesis que explicarían la migración del voto progresista a Cambiemos. “La primera: Cambiemos es en realidad una fuerza en sí progresista que se preocupa por la educación pública, la salud pública y los valores republicanos. La segunda dice que este voto es más bien táctico, nacido del deseo de desterrar al kirchnerismo del poder. La tercera sostiene que el progresismo histórico no existe más en Argentina y que se viene un ‘liberalismo social’”.
Ciertamente, es una pregunta que la realidad se encargará de responder. Desde nuestro punto de vista, eso dependerá de nuestra capacidad de aprender de los errores y aceptar, como magistralmente nos señala Marcelo Leiras acá, que la clave está en la conjunción: Libertad y equidad, pluralismo y consenso, competencia política y obediencia a la ley, conflicto y orden. Sin conjunciones, la especificidad y la productividad cultural del progresismo se diluyen.”
Claro que los sucesos de Tucumán fueron graves, pero nuestra presencia en esa mesa legitimaba frente a nuestros votantes el mensaje de que los que estaban ahí sentados eran “los guardianes del sistema democrático” y el denunciado (el kirchnerismo) eran los que habían roto las reglas de juego del sistema. Por lo tanto, se podía votar a cualquiera de ellos, pero nunca al otro. Esta presencia contrasta, además, con la nula mención que hicimos de uno de los hechos más graves de esa elección que fue la arbitraria detención de los militantes del PO.
Este error de enfoque tuvo consecuencias muy concretas. Como surge de la Figura 2 que me permití tomar del análisis sobre la transferencia de votos de las PASO a la elección general presidencial, que realizaron Julia Pomares y Ernesto Calvo acá, Margarita fue la candidata presidencial que menos votos propios retuvo entre ambas elecciones. Solo el 37,39%. El 40% de sus votantes en las primarias terminaron optando por Cambiemos y el 10% por el FIT. Si el resultado no fue peor fue por los votos que recibimos de aquellos votantes que habían optado por candidatos que no superaron las PASO.
Igualdad y Decencia. Nuestra campaña hasta las PASO estuvo articulada en torno a este slogan que resumía bastante acertadamente el corpus de ideas de centro izquierda. Se podría decir que la apelación a la Decencia fue, como vimos, bastante bien desarrollada aunque en rigor, como lo explica bien Cristina Calvo acá, el concepto tiene raíces más profundas y amplias que la condena a la corrupción en la gestión de los asuntos públicos. Es tributario de la concepción desarrollada por Avishai Margalit de que “la sociedad decente es aquella cuyas instituciones no humillan a ningún ciudadano, es decir no lesionan el respeto que se tienen a sí mismos ni excluyen a ninguna minoría moralmente legítima”. Desde este punto de vista, estaba claro para nosotros que tanto el gobierno nacional como el gobierno de Mauricio Macri en la Ciudad podían ser calificados como gobiernos indecentes. Es cierto que no es un concepto fácil de transmitir pero si se lo eligió deberíamos haber aprovechado la campaña para desarrollarlo en toda su dimensión.
En cuanto a la dimensión de la Igualdad, muchas de las propuestas contenidas en la campaña “60 Ideas en 60 días” se refieren a ella. Sin embargo, en campaña, “muchas ideas” es igual a “ninguna idea”. Nuevamente, habla muy bien de nosotros tener tantas ideas. Solo nos faltó elegir algunas para transformarlas en nuestros “caballitos de batalla”. Tomemonos unos minutos y pensemos qué ideas referidas a la igualdad recordamos de la campaña de Progresistas. Difícil, ¿no?
¿El progresismo ha muerto? Bajo este título, mi vecina de columna María Esperanza Casullo esbozaba acá tres hipótesis que explicarían la migración del voto progresista a Cambiemos. “La primera: Cambiemos es en realidad una fuerza en sí progresista que se preocupa por la educación pública, la salud pública y los valores republicanos. La segunda dice que este voto es más bien táctico, nacido del deseo de desterrar al kirchnerismo del poder. La tercera sostiene que el progresismo histórico no existe más en Argentina y que se viene un ‘liberalismo social’”.
Ciertamente, es una pregunta que la realidad se encargará de responder. Desde nuestro punto de vista, eso dependerá de nuestra capacidad de aprender de los errores y aceptar, como magistralmente nos señala Marcelo Leiras acá, que la clave está en la conjunción: Libertad y equidad, pluralismo y consenso, competencia política y obediencia a la ley, conflicto y orden. Sin conjunciones, la especificidad y la productividad cultural del progresismo se diluyen.”
- AUTOR
- Rafael Gentili
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