- Opinion
- 11.12.2015
ASUNCIÓN DEL NUEVO PRESIDENTE
El horizonte movible de la pobreza cero
Habría mucho para decir del discurso de nuestro nuevo presidente, Mauricio Macri, en el acto de toma de posesión de su cargo. Pero me quedaré con una cuestión central en el discurso que fue el compromiso de hacer de la pobreza cero un eje de su gestión.
Primero, un comentario menor: en realidad la frase usada por Macri fue la promesa de "hablar de pobreza cero es hablar de un horizonte, de la meta que da sentido a nuestras acciones". Aquí no se lució el speechwriter, porque como cualquier persona que leyó una contratapa de Eduardo Galeano en su adolescencia sabe, el horizonte es un efecto óptico cuya misma naturaleza reside en ser inalcanzable, con lo cual la promesa queda en realidad un tanto más nebulosa. Pero dejemos esto que es un comentario de color.
Lo que interesa es la cuestión de fondo. La pobreza cero es por supuesto un objetivo loable y una absoluta prioridad en un país como Argentina que no es en sí un país pobre, sino que cuenta con los recursos como para eliminar la pobreza en el corto o mediano plazo. Es más, eliminar la pobreza es factible porque a esta altura sabemos como se elimina la pobreza: con inversion general en salud, educación, vivienda, más un ingreso familiar en transferencias condicionadas de efectivo, mas políticas focalizadas muy activas para buscar a las poblaciones que "se caen" de las redes de coberturas por razones específicas: porque son habitantes de zonas rurales alejadas, porque son personas de etnías indígenas que desconfían del estado, porque son ciiudadanos con discapacidad pobres a los que les cuedta, literalmente, salir de la casa, porque son mujeres en huida de parejas abusivas y sin recursos econónomicas, porque son migrantes recientes. No hay mucho misterio: con recursos económicos, voluntad política y una básica capacidad técnico-burocrática se puede eliminar la pobreza.
El tema es que al mismo tiempo también sabemos que es posible hacer avances enormes en reducción de la pobreza pero esto no significa necesariamente per se avanzar hacia una sociedad más igualitaria.
Es posible pensar un orden en el cual se elimine o reduzca dramáticamente la pobreza y que sin embargo no altere la desigualdad. Si los pobres se enriquecen pero también lo hacen los que están más arriba en la pirámide social esto es exactamente es lo que sucederá. Argentina es un país con pobreza pero tambíen con muy alta desigualdad: resolver solo una parte de la ecuación significará dejar intocada la otra.
Por otra parte, al sectorizar la "lucha contra la pobreza" como algo diferente a la intervención en los mercados de trabajo y el manejo macroeconómico se corre el riesgo de que las diversas políticas estatales se contradigan, es decir, que la política social restañe por un lado procesos de desigualación que se crean en los ámbitos macroeconómicos, laborales y fiscales.
Es posible pensar un orden en el cual se elimine o reduzca dramáticamente la pobreza y que sin embargo no altere la desigualdad. Si los pobres se enriquecen pero también lo hacen los que están más arriba en la pirámide social esto es exactamente es lo que sucederá.
Varios economistas señalan que esto es lo que sucedió en Chile en los últimos 30 años; allí donde la acción del estado en políticas focalizadas fue muy eficaz para reducir la pobreza, pero, como señala entre otros este informe del PNUD, no así la desigualdad: "El gasto público en servicios sociales en Chile tiene un impacto distributivo relevante" si se le compara con el "promedio de los países de la OECD, pero este efecto es compensado por el bajo impacto distributivo que tienen las transferencias monetarias y el impuesto a la renta en el país." Es decir, (y como también lo señaló la economista chilena Andrea Repetto en una conferencia reciente a la que asistí) el impacto positivo de las políticas focalizadas de asistencia sociales ha sido contrarrestado por el impacto regresivo de las políticas monetarias y sobre todo impositivas.
Por otra parte, como señala Pablo Semán en una conversación en una red social, no todos queremos decir lo mismo cuando hablamos de pobreza. La idea de una lucha épica contra la pobreza puede incurrir en una idea de que hay que ir "al rescate" de poblaciones sobre las cuales se conoce poco, usando parametros que son clasistas y subsumiendo bajo el término "pobreza" poblemas que son diversos y multiformes. En general, las poblaciones que para nuestros ojos de clase media son objetivamente "pobres" no se reconocen así y no definen tampoco así su problema. El problema es visto como la falta de trabajo circunstancial, o las malas escuelas, o la inflación , o que un hijo que anda en la droga, o la mala relación con el intendente. Vimos en los 90s que una persona desempleada no se auto-entiende como "pobre", ya que imagina que con un empleo su vida estaría solucionada; en un barrio (que sería "pobre" estadísticamente sin dudas) del partido de Moreno en los años 2002 y 2003 el principal problema identificado por los vecinos era el transporte primero, y luego la falta de red de gas y más tarde lo fue la seguridad y la relación con la policía; nunca los escuché decir "somos pobres" sino "necesitamos mas frecuencia de colectivos". Es decir, las demandas son tan multiformes y políticas y complejas de resolver como las de cualquier otra clase social. Eso sin mencionar que, al menos en Argentina, la demanda de los sectores "pobres" es también por igualdad política y social, por reconocimiento, por participación, por ciudadanía; no es sólo una demanda por "cosas" que le "faltan".
No todos queremos decir lo mismo cuando hablamos de pobreza. La idea de una lucha épica contra la pobreza puede incurrir en una idea de que hay que ir "al rescate" de poblaciones sobre las cuales se conoce poco, usando parametros que son clasistas y subsumiendo bajo el término "pobreza" poblemas que son diversos y multiformes.
Claramente la dificultad para mirar la cuestión de la pobreza desde otra órbita no paternalista es un problema que abarca (como dice Semán) a casi toda la clase político-burocrática, kirchnerista y antikirchnerista; sin ir más lejos, la empecinada negativa del gobierno kirchnerista de no reconocer el impacto de la inflación sobre los sectores de menores ingresos o el peso tremendo que sobre ellos pone el aumento del delito y la represión policial fueron claramente razones por las cuales el mismo gobierno perdió una parte de ese voto. También es cierto que no sabemos todavía cuáles serán las políticas específicas mediante las cuales el goberno de Macri luchará contra la pobreza; tal vez resulten no sólo satisfactorias sino sobresalientes. Pero tampoco está de más más refrescar algunos principios que deberían ser centrales para los años que vienen.
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