Un Estado low fat

La grasa amarilla

Mientras el macrismo despide por miles en nombre de eliminar “la grasa de la militancia”, en el Gobierno porteño los cargos políticos crecieron más de un 300 por ciento desde la llegada de Macri hasta la gestión actual.

Werner Pertot
Con su llegada a la jefatura de Gobierno, Mauricio Macri despidió 2400 personas que trabajaban en condiciones precarizadas. Con su arribo a la presidencia, el líder del PRO inició una ola de despidos cuyo número final aún no se conoce (ATE estima que se aproximan a los 18 mil). La gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal sostuvo, apenas asumió, que reduciría los cargos políticos y el ministro de Hacienda nacional, Alfonso Prat-Gay, se mofó de que se estaban deshaciendo de “la grasa de la militancia”. Hasta aquí, el PRO parece ser pura coherencia en la lógica de achicar el Estado. Sin embargo, un repaso por los números del Gobierno porteño rompe ese mito: en los años que lleva el macrismo frente a la Ciudad los cargos políticos crecieron exponencialmente. Desde 2007, las direcciones generales se agrandaron en un 47 por ciento, las subsecretarías en un 67 por ciento y las secretarías en un 333 por ciento.

El discurso hasta ahora en Nación y en la provincia de Buenos Aires –tanto en el Gobierno provincial como en los municipios— se mantiene en la misma línea: el Estado está repleto de personas que no van a trabajar y cuyas relaciones laborales deben cesar. Hasta aquí, nada para cuestionar. No obstante, esta afirmación se ve contaminada en muchos discursos del macrismo con una condena a la militancia o a determinadas ideas políticas. Los dirigentes parecen jugar a cruzar la línea entre afirmar que se echa a alguien porque no trabajaba y decir que se lo separa por una determinada ideología. Lo segundo no parece ser aceptable en una democracia.

Hasta aquí, el PRO parece ser pura coherencia en la lógica de achicar el Estado. Sin embargo, un repaso por los números del Gobierno porteño rompe ese mito: en los años que lleva el macrismo frente a la Ciudad los cargos políticos crecieron exponencialmente. Desde 2007, las direcciones generales se agrandaron en un 47 por ciento, las subsecretarías en un 67 por ciento y las secretarías en un 333 por ciento. 


En todos los casos, se justifican los despidos con la idea de que así se hace más eficiente el Estado. Como no estaría muy claro cómo un Estado puede ser más eficiente con menos médicos, menos policías o menos docentes, se asocia la ineficiencia a la cantidad de cargos políticos. Este discurso, que se puede compartir o no, se da de bruces contra los números del Gobierno porteño

Hace un año, un informe de La Fábrica Porteña –el think tank kirchnerista en la Ciudad- advertía que, lejos de achicar, Macri había agrandado el Estado. Claro, primero despidió 2400 contratados y dijo que iba a echar a los ñoquis. Luego creó un ministerio de Modernización, que en ocho años habrá despedido unas dos mil personas más. Pero también contrató y a buen ritmo. Al punto de que hubo un crecimiento en la cantidad de empleados. Según un informe del sitio Chequeado.com, los empleados de planta pasaron de ser 125 mil en 2007 a 133 mil en 2015.

Pero también hubo un aumento de los cargos políticos, como señala un relevamiento que hizo la comunera kirchnerista Julieta Costa Díaz. La dirigente advirtió que el decreto que creó el nuevo gabinete, que tiene al frente a Horacio Rodríguez Larreta, aumentó la cantidad de cargos políticos (secretarías, subsecretarías y direcciones generales). La comunera hizo un relevamiento y se encontró con que ese aumento fue permanente desde el inicio del gobierno de Macri, a contramano del discurso que sostienen hoy a la hora de despedir trabajadores.

Según el relevamiento que hizo Costa Díaz, desde 2007 las direcciones generales crecieron un 47,61 por ciento, las subsecretarías un 67,65 por ciento y las secretarías un formidable 333,33 por ciento: pasaron de de ser tres a trece en los dos gobiernos de Macri y el actual. El informe de la comunera indica que este aumento de cargos políticos, según el ítem Gabinete de Autoridades Superiores del Presupuesto 2015 (no está publicado aún el de este año), es de 55 millones de pesos.

“Cambiemos en la Ciudad se ha caracterizado por precarizar a los trabajadores y trabajadoras o tercerizar con empresas amigas servicios que podrían encararse desde el Estado, generando de ese modo fuentes de trabajo genuinas. En síntesis, achican el Estado en función de sus eslabones más débiles, mientras se aumentan los cargos en la cima de la pirámide de la organización”, concluye la comunera del FPV Julieta Costa Díaz en su informe.


La comunera advierte que hay superposición de funciones y cargos que no parecen tener mayor sentido. Y da algunos ejemplos de esto:

• La vicejefatura de Gobierno pasó de tener una secretaría con dos direcciones generales a tener tres subsecretarías y diez direcciones generales. Una de ellas es la subsecretaría de Bienestar Social, que se ocupa de “la innovación y el desarrollo del arte culinario, renovar la oferta gastronómica”. Para eso, dispone de la dirección general de Desarrollo Gastronómico, que podrá contratar consultoras para investigar “respecto del comportamiento de los porteños en el ámbito gastronómico”. Otra dirección, la de Desarrollo Saludable, se ocupa entre otras cosas de “políticas que contribuyan al desarrollo emocional de los porteños”. Más allá de los objetivos, Costa Díaz advierte que se superpone con otras dependencias del Ministerio de Salud.

• La jefatura de Gabinete pasó de no tener secretarías a tener cuatro, de tener tres subsecretarías a cinco y de trece direcciones generales a veintiuna. Una de ellas es la dirección general de Observatorio Cultura Ciudadana y Cambio Cultural que se dedicará a estudiar las creencias y conductas de los vecinos.

• Para el área de comunicación del Gobierno, Larreta creó dos nuevas subsecretaría y ocho direcciones generales.

“Cambiemos en la Ciudad se ha caracterizado por precarizar a los trabajadores y trabajadoras o tercerizar con empresas amigas servicios que podrían encararse desde el Estado, generando de ese modo fuentes de trabajo genuinas. En síntesis, achican el Estado en función de sus eslabones más débiles, mientras se aumentan los cargos en la cima de la pirámide de la organización”, concluye la comunera su informe. Estos datos en el Gobierno de la Ciudad contrastan con el discurso de austeridad y despidos low fat que el macrismo propone para el resto del país.

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