- Economía
- 08.02.2016
QUITA DE SUBSIDIOS
La suba de gas llegaría al 250%
Al igual que con la electricidad, la primera suba se volcarán a los precios mayoristas y la distribución. El incremento final en la factura promediará entre un 200% y un 300%.
Una versión comenzó a circular. La línea política del Gobierno encabezada por Rogelio Frigerio habría sugerido diferir el alza de tarifas hasta después de la negociación paritaria con los principales sindicatos.
El plan del Gobierno contempla, en un primer momento, la suba de los precios mayoristas que reciben los productores del fluido. Para algunos usuarios, los valores en boca de pozo, tal como se conoce en la jerga al importe que cobran las petroleras –con YPF, la francesa Total, Pan American Energy (PAE), Pluspetrol y Petrobras a la cabeza–, se duplicarán.
Las generadoras de electricidad pasarán a pagar US$ 5,20 por millón de BTU (unidad de medida), un 100% más que ahora (US$ 2,66). Las industrias deberán afrontar un aumento de entre un 20 y 30%: abonarán, en promedio, alrededor de US$ 5 por millón de BTU contra una media actual de entre US$ 3,90 y 4,30. En tanto que para los consumidores de GNC el precio previsto es de US$ 3,50, un 40% más alto que el vigente de US$ 2,481, lo que anticipa un eventual conflicto con el sindicato de taxistas por el incremento de sus costos operativos.
Una vez que se publiquen los nuevos importes, las distribuidoras –entre los que figuran Metrogas, Gas Natural Fenosa y Camuzzi– comenzarán a abonar a los productores un promedio de US$ 4,70 por millón de BTU; un 123% más que ahora (US$ 2,098). Eso implica que los hogares de consumos más bajos de gas –empadronados como R1 y R2–, que hoy pagan un precio que oscila entre los US$ 0,607 y los US$ 1,34, abonarán un precio cercano a los US$ 3. Mientras el aumento para la categoría R3 –que hoy ya llega a pagar hasta US$ 5,15, en el mismo nivel que un industrial– no se prevén grandes modificaciones.
Resta saber si el Enargas, el ente regulador del sector, ordenará su aplicación a partir del 1° de marzo o finalmente postergará su entrada en vigencia para descomprimir el escenario político hasta pasar las paritarias.
La idea del Gobierno es alinear el mercado doméstico con los valores de la importación para que los petroleras incrementen sus inversiones en la exploración de nuevas reservas. Por eso, Aranguren dio marcha atrás con su idea inicial de establecer un precio único para el gas en boca de pozo de US$ 5,80, tal como se pensaba hasta hace un mes.
El segundo paso es aumentar la rentabilidad de los segmentos de transporte y distribución de gas. Para TGN y TGS, que se reparten el transporte del fluido en el Norte y Sur del país respectivamente, se bosquejaron nuevos cuadros tarifarios que contemplan aumentos de entre un 100% y un 300% según el tipo de usuario.
Para el segmento de distribución, la suba oscilará entre un 100% y un 140%. Con esos números en la mano, los privados calculan un incremento final en la factura de gas que promediará entre un 200% y un 300%.
Así, el gobierno busca aumentar la rentabilidad de los productores para incentivar la perforación de pozos en yacimientos gasíferos más pequeños y que requieren otra tecnología –como el tight y shale gas–, a fin de reducir las millonarias importaciones del fluido. En forma complementaria, se reducirán los subsidios.
Como las tarifas que paga la demanda no alcanzan a cubrir los costos del sistema, la mayoría del gas importado –en 2015 se gastaron US$ 3.600 millones para traer GNL y gas de Bolivia– se costean mediante transferencias directas del Tesoro canalizadas a través de Enarsa. Aranguren cree que ese modelo está terminado, por lo que a futuro los usuarios terminarán pagando tarifas para solventar esas operaciones.
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