CASO NISMAN

La sospecha eterna

“Está en un gran error- dijo el inspector-. Estos señores que están aquí y yo somos absolutamente secundarios en lo que respecta a sus asuntos, e incluso no sabemos casi nada sobre ellos. Tampoco puedo decirle en absoluto que está acusado, mejor aún, no sé si lo está”

El Proceso / Franz Kafka / 1925

Sebastián Fernández
Hace unos días, el ex fiscal adjunto en el juicio a las Juntas Luis Moreno Ocampo fue invitado a Intratables para opinar sobre la causa Nisman. En el programa criticó duramente los vínculos del fiscal con el ex espía Stiuso -"Es muy sospechosa la relación entre ambos y lo que Stiuso hizo en la causa AMIA", aseveró- opinó que enviar la causa de la muerte de Nisman a la Justicia federal equivaldría a llevarla a “la guarida de Stiuso” y denunció los vínculos del ex espía con todos los gobiernos “incluyendo a la última dictadura militar”.

Fue en ese momento que el conductor del programa, visiblemente incómodo, anunció que la producción tenía a Stiuso en línea. Su intervención se limitó a una “apretada” al ex fiscal, que negó conocer personalmente a Stiuso, contrariamente a lo que éste afirmaba.
Las supuestas acusaciones que hizo al aire el ex espía, aún ciertas, eran irrelevantes y, sobre todo, no tenían relación alguna con el tema en cuestión: la muerte de Nisman y su investigación, pero sirvieron para desviar la atención.

Al día siguiente, Lanata retomó la operación preguntándole a Moreno Ocampo si efectivamente eran ciertas las acusaciones de Stiuso hacia él. Ya nadie hablaba del vínculo de Stiuso con la investigación de la AMIA o con la denuncia de Nisman.
 

La sospecha eterna es un viejo truco de los Servicios de Inteligencia para desviar la atención sobre una denuncia en particular o desacreditar a quien la lleva a cabo.


 
Según lo que él mismo explicó, el fiscal Nisman dedicó los últimos dos años de la investigación sobre el atentado a la AMIA a trabajar en la denuncia que le llevó Stiuso, sobre el supuesto intento de encubrimiento por parte de CFK y su canciller, denuncia que fue desestimada por las siguientes instancias judiciales. Para el juez Rafecas, aún en el caso de que los hechos denunciados fueran ciertos, no habría delito alguno.
 
Stiuso aportó las escuchas y apuntaló la “investigación” de Nisman durante dos años. Cuando éste la presentó en enero de 2015, generando las primeras críticas y la contundente desmentida del ex director general de Interpol, Stiuso dejó de responder a sus llamados. Luego de la muerte de Nisman, el ex espía declaró frente a la fiscal Fein y se fue del país. Volvió al cabo de un año, apenas cambió el gobierno, y explicó, en una nueva y larga declaración frente a la jueza Palmaghini que a su parecer “el fiscal fue asesinado por un grupo relacionado con el gobierno anterior” y que la fiscal Fein no había consignado ese dato en la declaración anterior, que el aguerrido ex espía había, sin embargo, firmado. Así, fue relanzada la versión del asombroso comando venezolano-iraní con formación en Cuba descubierto por Eduardo Van der Kooy unas pocas semanas después de la muerte del fiscal.
 
No se espera seriamente que pueda ser probada la teoría de un comando que nadie vio, no dejó rastro alguno y asesinó al fiscal con un arma que él mismo había pedido, para evitar que presentara una denuncia que ya había hecho pública, ni siquiera quienes la defienden con pasión. De lo que se trata es de generar una sospecha eterna sobre una presidenta homicida.
 
Lo que no parecen detectar los políticos que hoy apoyan la operación de la alegre cofradía entre espías, jueces y fiscales es que, tal como lo señaló Moreno Ocampo o lo denuncia periódicamente el periodista Tato Young, esa alianza es independiente de los gobiernos de turno, que creen candorosamente poder controlarla, como el gobierno anterior creyó poder hacerlo con el propio Stiuso hasta que fue apartado y disuelta la SIDE. Esa alegre cofradía tiene su propia y peligrosa lógica.



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