PASEO ESCULTÓRICO

Se puso en valor una escultura en el Parque de la Memoria

Se realizó la puesta en valor de la escultura de Pablo Míguez, de la artista Claudia Fontes, en el Parque de la Memoria.


El Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad limpió la escultura metálica que conmemora a Pablo Míguez, joven desaparecido en 1977,  ubicada en el río frente al Parque de la Memoria. Se removió el sarro y las algas que cubrían la obra, para luego pulirla para devolverle su brillo.
 
Las esculturas que conforman el programa de arte del Parque de la Memoria son el resultado del Concurso Internacional de Esculturas que se llevó a cabo en 1999. Un jurado integrado por Marcelo Pacheco, Enio Iommi, Fabián Lebenglik, Carlos Alonso, Estela Carlotto, Adolfo Pérez Esquivel, Paulo Herkenhoff, David Elliot y Francoise Yohalem seleccionó ocho proyectos ganadores y otorgó cuatro menciones.
 
Los artistas premiados fueron: Claudia Fontes (Argentina); Rini Hurkmans (Holanda); Marie Orensanz (Argentina); Grupo de Arte Callejero (Argentina); Nuno Ramos (Brasil); Marjetica Pötrc (Eslovenia); Germán Botero (Colombia) y Dennis Oppenheim (Estados Unidos).
 
Además, la entonces Comisión pro Monumento invitó a participar a seis artistas, sobre la base de su prestigio, su trayectoria y su compromiso con la defensa de los derechos humanos. Ellos son Roberto Aizenberg (Argentina), Juan Carlos Distéfano (Argentina), Norberto Gómez (Argentina), Leo Vinci (Argentina), Magdalena Abakanowicz (Polonia) y Jenny Holzer (Estados Unidos).
 
La escultura “Reconstrucción del retrato de Pablo Míguez”, de la artista plástica Claudia Fontes, fue concebida específicamente para el lugar de su emplazamiento en el Río de la Plata, sitio adonde fueron arrojadas muchas de las víctimas y referente simbólico del Monumento.
 
La obra propone una operación conceptual que articula la aparición y la desaparición y se basa en el retrato de Pablo Míguez, un adolescente desaparecido. La elección de Míguez por parte de Fontes respondió a que ambos tendrían hoy la misma edad, con lo que así se articuló una identificación concreta, que se aleja de las resoluciones alegóricas.
 
Para la realización de esta escultura, Fontes emprendió un trabajo de investigación que incluyó tomar contacto con la familia Míguez, entrevistarse con sobrevivientes que compartieron el cautiverio en la ESMA con Pablo y consultas al Equipo Argentino de Antropología Forense, todas tareas que le permitieron sortear obstáculos técnicos en el proceso de reconstrucción del rostro del niño. Sin embargo, el trabajo minucioso de reconstrucción de los rasgos físicos de la figura no puede ser observado en detalle porque la pieza se encuentra emplazada de espaldas al espectador,  el deseo de la artista fue captar la tensión que provoca una idea, más allá de su materialización.
 
Fontes explica que “me gusta creer que la imagen definitiva, la que me interesa comunicar como objeto de memoria, en tanto está cargada de la motivación e intención del trabajo, es visualmente inaccesible y se crea en la mente del espectador, mediante la evocación de su rastro. Para mí, esta es la representación de la condición del desaparecido: está presente, pero se nos está vedado verlo. Un retrato es siempre una posible versión, tal vez ésta es la más real posible porque está construida en base a la memoria colectiva desde distintos ángulos”.


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