- Opinion
- 16.03.2017
OPINIÓN
La discusión local en el año electoral
Ya nadie valorará una bicisenda si no llega fin de mes, ni un metrobus si no tiene trabajo al cual concurrir. Resta ver si finalmente volveremos a la boleta papel para elegir representantes locales o si se intentará una rara combinación de diferentes métodos.
Estamos a tres meses de la presentación de listas para las elecciones de este año. En breve será anunciado el calendario electoral local que muy probablemente coincida con el nacional: 14 de junio sería el fin del plazo para la presentación de alianzas electorales y el 24 de junio el fin del plazo para la presentación de listas de candidatos. El 13 de agosto se realizarán las PASO y el 22 de octubre, las elecciones. Resta por verse si finalmente volveremos a la boleta papel para elegir representantes locales o si se intentará una rara combinación de diferentes métodos.
La simultaneidad de los comicios seguramente tendrá como consecuencia la nacionalización del debate electoral. Está claro que la contraposición entre dos modelos de país, uno en ejecución, y el otro en la memoria reciente de nuestro pueblo será para unos y otros más atractiva que el debate de cuestiones locales.
De un lado la verdadera campaña del miedo al retorno al populismo potenciada por los medios hegemónicos y del otro la interpelación a la población para que evalúe con quien estaba mejor y disponía de mayores oportunidades de trabajo, consumo, producción, etc.
Pero permítanme incorporar algunas dimensiones locales que serán relevantes en la campaña. El Presidente ha anunciado estos últimos días varias supuestas revoluciones y ha dicho que en su gestión en la ciudad realizó una verdadera revolución. Los porteños sabemos que los mayores logros de la gestión Pro en los últimos diez años han sido el Metrobus, las bicisendas y el arreglo de algunos espacios verdes. Entonces, ¿cómo puede ser que llame a eso revolución? ¿Cómo puede ser que una agenda tan modesta lo haya catapultado a la presidencia?
La explicación a esto estaría dada porque los porteños tenían resueltas sus necesidades económicas y laborales gracias a las políticas y los subsidios del gobierno nacional y por lo tanto evaluaban como modernas o simpáticas algunas de estas políticas locales. Por otra parte la política de ingresos fomentando el consumo potenciaba la recaudación desbordando de recursos el presupuesto local.
Hoy todo ha cambiado. Ya nadie valorará una bicisenda si no llega fin de mes, ni un metrobus si no tiene trabajo al cual concurrir. Y los tarifazos nacionales y locales se hacen sentir con la pérdida de ingresos generalizada.
Los porteños sabemos que los mayores logros de la gestión Pro en los últimos diez años han sido el Metrobus, las bicisendas y el arreglo de algunos espacios verdes. Entonces, ¿cómo puede ser que llame a eso revolución? ¿Cómo puede ser que una agenda tan modesta lo haya catapultado a la presidencia?
Un segundo aspecto importante es la Policía de la Ciudad, hasta ahora responsabilidad nacional acompañada débilmente por una marketinera Policía Metropolitana. Hoy una de las principales preocupaciones de los porteños está en manos del gobierno local y eso impactará en la campaña. Las últimas intervenciones como la represión el 8M no parecen ser casos aislados.
Otra particularidad será la posible presentación del embajador Martín Lousteau que apostará a una clara diferenciación con el gobierno local. Se trata de un candidato muy fuertemente instalado que tironeará para que la agenda local esté presente para intentar evitar la superposición de electorados con el oficialismo del cual es parte.
También existen temas nacionales con particular impacto en la ciudad: los cortes de luz, los tarifazos, la supuesta reparación histórica a los jubilados, para citar algunos.
Por último existen varios temas que, por su importancia deberían estar presentes en el debate electoral: la situación del sur de la ciudad y la desigualdad acrecentada por la ausencia del estado, la falta de vacantes en el sistema educativo, el deterioro del sistema de salud, la continuidad de concesiones escandalosas, la disposición de los residuos sólidos urbanos y el rol de los recuperadores, el transporte y el ordenamiento del tránsito y la discusión de la agenda metropolitana.
Será responsabilidad de todos quienes participamos en estos debates que cada necesidad tenga su espacio en la agenda, único camino para convertirse en derecho.
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