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- 23.06.2017
COMUNA 1
Denuncian penalmente a los dueños del inmueble donde funcionaba la confitería Richmond
Por la desaparición del rincón histórico de la ex Richmond la Justicia investiga si los dueños del inmueble y el Gobierno de la Ciudad cometieron delitos contra el patrimonio e incumplieron deberes.
Los responsables del local de ropa deportiva de Florida 468, donde hasta 2011 funcionó la confitería Richmond, y funcionarios porteños enfrentan una investigación que deberá determinar si cometieron delitos contra el patrimonio e incumplimiento de deberes por la anulación del último rincón protegido del histórico reducto porteño, que frecuentaron escritores como Oliverio Girondo, Leopoldo Marechal, Ricardo Güiraldes y Jorge Luis Borges.
La Justicia comenzó a actuar por impulso de una denuncia penal que presentó la directora de la Asociación Ciudadana por los Derechos Humanos (ACDH), la ex diputada María José Lubertino. Fue a raíz de la desaparición de parte del mobiliario original de la confitería: la barra del bar, un par de mesas, sillas, algunas lámparas y espejos, que se conservaban en un "rincón de memorabilia" dentro del local, informa La Nación.
En 2014, el entonces ministro de Cultura de la Ciudad, Hernán Lombardi, acordó con los nuevos dueños del inmueble que se mantuviera intacto ese rincón, en homenaje a la historia de la Richmond.
El compromiso respondió al reclamo de asociaciones defensoras de patrimonio, quienes objetaron el cierre del bar en 2011 y su reapertura como negocio de ropa deportiva en 2014. "Cuando los antiguos propietarios decidieron vender, el lugar ya contaba con varias restricciones al dominio debido a las protecciones legales que ya estaban vigentes", comentó Lubertino a La Nación.
La ley 3865 protegió el inmueble situado en Florida 468 al declararlo "patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires". Sin embargo, hace un mes y medio, Lubertino constató que todo rastro del mobiliario histórico había desaparecido. Y advirtió que, si el Ministerio de Cultura porteño no intimaba a los propietarios, reactivaría las causas en lo contencioso administrativo y en lo penal que había iniciado en 2011 y 2014, respectivamente.
Debido a la falta de respuesta visible, Lubertino presentó una nueva denuncia y la ratificó el 8 de junio pasado. Quedó en manos de la Jueza en lo Criminal y Correccional María Gabriela Lanzó y de la fiscal Mariana García.
Los acusados son los propietarios, arrendatarios y concesionarios de Richmond SA, Just For Sports; el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta; Guillermo Alonso, director de Museos, Patrimonio y Casco Histórico, y el hoy funcionario nacional Hernán Lombardi.
"El patrimonio porteño está amenazado por la impericia y connivencia de los funcionarios encargados de su cuidado con el negocio inmobiliario y la ineficacia judicial", sentenció Lubertino.
Desde el Gobierno porteño explicaron a La Nación que no se quedaron de brazos cruzados tras la advertencia de principios de mayo realizada por la ex legisladora. La Subgerencia de Patrimonio del Ministerio de Cultura envió a inspeccionar el local de la calle Florida; luego, los funcionarios confeccionaron un informe que elevaron a la Procuración General de la Ciudad.
Según la Subgerencia de Patrimonio, "se mandó una intimación" a los dueños de la tienda y la cuestión está ahora en manos de la Procuración General. "Nosotros estamos haciendo inspecciones semanales; fueron intimados dos de los dueños, pero no produjeron ningún cambio. Así que estamos esperando la orden para actuar", subrayaron. Y anticiparon que "debería haber novedades en los próximos días". "La intimación ordenó que volviera todo al estado en que estaba en 2014. Además, elevamos todo a la Procuración General. Ahora hay que esperar la contestación", explicaron.
Ahora, salvo las letras doradas sobre una marquesina en mal estado y los paneles de boiserie que visten parte de su interior, nada queda de la ex confitería: ni siquiera el rincón de memorabilia.
La confitería Richmond fue el bastión de escritores de vanguardia del denominado Grupo Florida, entre quienes estaban Girondo, Marechal, Güiraldes y Borges. El inmueble fue construido por el arquitecto Julio Domal -el mismo que dirigió las obras del Congreso de la Nación y el Teatro Colón- y está catalogado dentro del Área de Protección Histórica del microcentro. Además, la confitería fue declarada bar notable y bien integrante del patrimonio de la Ciudad.
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