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El padre de familia es un violador

¿Cómo llega una actriz de 16 años a ser el objeto de un actor de 45? Con la ayuda de los Iúdicas, Venturas y Gelblungs de la televisión y de la vida. Pero ya no cuentan con la comodidad de nuestro silencio.

Chiche Gelblung llora en Polémica en el Bar. El patriarca llora después de ver el video de Thelma Fardin denunciando a Juan Darthés por violación. La cámara le hace un primer plano a las lágrimas del hombre que supo maltratar travestis y mujeres a lo largo de su carrera. Llora rodeado de hombres como Mariano Iúdica, Luis Ventura y Fernando Burlando, hombres que nos han dicho “feas” por luchar contra el acoso callejero, que han cosificado para construir sus carreras y hasta pusieron un chip en el cuerpo de una mujer para “saber dónde estaba”. Todos están indignados ante el brutal relato pero ninguno cuestionó sus aportes a esta cultura machista que abusa, viola y mata.

Esa mesa de café se replica en todos los recovecos del país. Les Raules de la vida saldrán a poner en duda el relato y en muchas de sus frases se repite un concepto: “Juan Darthés es un padre de familia”. Lo mismo pensó Adrián Suar cuando le volvió a dar un papel protagónico, de buen tipo en una nueva novela pese a las denuncias de abuso de varias actrices. Y sí, es un padre de familia y, también, es un violador.

El abusador no es verde, no tiene tres cabezas y, sobre todo, no es un enfermo. Como explica la antropóloga Rita Segato, el violador no acciona desde la singularidad de su estructura psíquica sino que, en todo caso, ésta se encuentra determinada por un sistema cultural que hace de la violación un crimen de poder. Los feminismos decimos, entonces, que no son enfermos, no están locos, sino que son hijos sanos del patriarcado.

¿Cómo llega una actriz de 16 años a ser el objeto de un actor de 45? Con la ayuda de los Iúdicas, Venturas y Gelblungs de la televisión y de la vida. Virginia Despentes, en el libro Teoría King Kong, apunta directo al corazón del problema: “La violación es un programa político preciso: esqueleto del capitalismo, es la representación cruda y directa del ejercicio del poder. Designa un dominante y organiza las leyes del juego para permitirle ejercer su poder sin restricción alguna. Robar, arrancar, engañar, imponer, que su voluntad se ejerza sin obstáculos y que goce de su brutalidad, sin que su contrincante pueda manifestar resistencia. Correrse de placer al anular al otro, al exterminar su palabra, su voluntad, su integridad. La violación es la guerra civil, la organización política a través de la cual un sexo declara a otro: yo tomo todos los derechos sobre ti, te fuerzo a sentirte inferior, culpable y degradada”.

Pero su programa político ya no cuenta con la comodidad de nuestro silencio. Más de 400 actrices anunciaron que el miedo cambió de bando. La cuarta ola feminista avanza a pura sororidad y ataque certero. Deseantes, empoderades y juntes, mirá cómo nos ponemos.

Por Leila Lobos

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