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- 05.06.2019
COMUNA 15
“Es vital la función de integración social que hacen los clubes barriales”
Nos juntamos una tarde con Ariel Venneri, histórico socio del Club Comunicaciones, que nos contó cómo fue la recuperación de esa institución que hoy está pasando por un buen momento pero que fueron muchos años de trabajo riguroso para llegar a este período.
¿Cuál es tu tarea en el Club?
Yo soy vecino originalmente de Villa del Parque lindando con La Paternal, soy socio del Club Comunicaciones desde que tenía 3 años, o sea ya hace 47 años. Me llevaban mi papá y mi mamá, ellos eran socios, éramos la típica familia de clase media. Los domingos íbamos al club a comer asado. Pasé mi infancia en el club, iba a la colonia de vacaciones todos los veranos, hice distintas actividades y sigo haciéndolas.
¿Tu familia es de las primeras socias?
No, porque el club nació como una entidad social del gremio de Correos, Telégrafos y Telefonía. El club fue fundado en 1931. Originalmente la sede estaba en la zona de barrio Norte y el estatuto del club, que estuvo vigente hasta que quebró en el 2000, establecía que los socios con derechos políticos eran los que venían como afiliados del sindicato y los socios que no éramos del sindicato, se los llamaba socios adherentes sin derechos políticos. Así que nosotros éramos socios adherentes.
¿La relación con el club es por la cercanía del barrio?
Sí, era un club, que está volviendo a ser, de muchísimo arraigo en el barrio, muchísima convocatoria. Ese fue mi vínculo original con el club. Me empiezo a meter y a entender más la problemática en el año 2000 cuando el club quiebra. Comu venía con muchos problemas, en parte lo que le pasa a todos los clubes de barrio. Si bien Comunicaciones es un club de barrio, tiene el predio más grande de la Ciudad de Buenos Aires: son 16 hectáreas. No es un club de barrio con un local donde se juega al truco y a la paleta, fue un club con más de 50.000 socios. Un poco le pasó a todos los clubes de esas características (Ferro, Atlanta, Argentinos Juniors), que desde mi punto de vista básicamente dos cosas terminaron complicándolos: por un lado los cambios en el perfil del usuario, por otro lado la falta de dirigencia idónea, y lamentablemente muchas veces deshonesta como le tocó a Comunicaciones con su última comisión directiva.
De empleados y trabajadores…
Sí, trabajadores, un mix, había mucha vida social, era el lugar de encuentro, el lugar de esparcimiento, como era para mi familia los domingos ir a comer asados. Eso fue migrando a partir de la décadas del ´80 y ´90, cuando empezó a cambiar el modelo de consumo de la clase media en cuanto entretenimiento. Aparecieron los shopping, otras alternativas que antes no había y esa vida en el club se fue dejando de lado. Eso les generó un problema muy serio a los clubes porque su principal fuente de ingreso eran las cuotas sociales. El modelo de club que existe hoy donde ya no tenés una masa societaria social, la gente que entra al club es gente que practica una actividad deportiva.
En la época de oro, que había 50.000 socios, ¿esa gente era toda del barrio?
Sí, Comunicaciones tiene un radio de influencia que trasciende el barrio. Tenés gente que viene de Caballito, Parque Centenario, mucha gente del partido de San Martín, Devoto, Villa del Parque, Agronomía, Villa Pueyrredón. Comunicaciones es muy grande, tiene muchas actividades que en otros lugares no se encuentran, pero sí, se puede asumir que es típicamente barrial.
¿Qué otros factores afectaron a los clubes?
Para mí es que no hay una buena clase dirigente deportiva, no en el sentido de que sean deshonestos, que los hay, sino que no se ha formado una clase dirigencial con capacidad e idoneidad para manejar una entidad deportiva. Esas dos cosas nos llevaron a situaciones complicadas, en el caso particular de Comunicaciones, como para rematarla, también hubo gente deshonesta. La última comisión directiva, que era toda vinculada al sindicato, entró en una debacle, en una fuerte decadencia, con pérdida de socios, falta de inversión y, la frutilla del postre, hizo un acuerdo con un grupo inversor para construir un shopping (por la que fue procesada penalmente) que después terminó siendo el Shopping Devoto. Cosa que estaba prohibida, por la particularidad de la zonificación del club, además del origen de las tierras, no se podía hacer.
¿Cuándo cerró el club?
En el 2000 se generó una denuncia con intervención judicial y quiebra. El club cierra. En parte, tuvimos suerte que en el barrio Rawson, que es otro núcleo de mucha identidad de la zona de Agronomía, afortunadamente había un legislador, no me acuerdo el nombre, que fue quien viendo la situación, movió los hilos, y la cuestión derivó en la quiebra del club. En ese momento yo hice un click…
Sabíamos que el club venía a los ponchazos y un día fuimos y estaba cerrado, eso me generó mucha angustia. Cuando el Correo Argentino se privatizado, se le quita al club el ingreso de los empleados de correo que tenían que aportar al club de su sueldo obligatoriamente. Prácticamente ya no quedaban más socios activos. Se terminaban eligiendo las comisiones entre 20 tipos porque los socios adherentes no podíamos participar. Entonces, eso genera un terremoto entre todos los que conocíamos al club, incluso entre gente que por ahí pasó su infancia y adolescencia en el club y ya no iba más pero ver al Club Comunicaciones con su puerta de la avenida San Martín cerrada movió muchas cosas.
¿Cuál fue tu participación?
Yo soy contador y me especialice en Finanzas y Economía. Empecé a meterme y entender cuál era la ecuación económica del club, que posibilidades había de pagar la deuda. Empezamos a conectarnos entre gente que nos conocíamos, fue muy movilizante.
¿Cómo se sale de la situación de quiebra del club?
El club se salva gracias a Racing porque casi concurrentemente que se da la quiebra de Comunicaciones, se da la famosa quiebra de Racing. Esa quiebra evita que se remate, como evita que se rematen también Atlanta, Belgrano, Talleres de Córdoba o Ferro, muchos clubes que entraban en esa situación. Se sanciona la ley de salvataje de entidades deportivas, que básicamente lo que establecía era como una suerte de prolongación del período de concurso. La ley era para toda entidad social y deportiva sin fines de lucro, y ahí entran en el régimen estos clubes junto con Racing.
La ley indicaba que aquellas entidades que están en situación de quiebra no van a seguir el proceso de quiebra comercial común que va a remate, sino que es una suerte de prolongación del concurso hasta que logran un acuerdo con acreedores, eran tres períodos de 3 años. No pueden tomar más deuda, se interviene judicialmente, fue el Juez D’Alesandro quien designó un órgano fiduciario.
¿Cómo funcionaba en la práctica?
El órgano fiduciario tiene que administrar el club buscando la solución para llegar a un acuerdo con los acreedores y por períodos de 3 años, si al cabo de los primeros 3 años el club sigue con una ecuación económica razonable, no tomando deuda y demás, tiene otros 3 años y después otros 3 más. Eso les dió aire a clubes como Comunicaciones y Ferro.
¿Ustedes llevan una propuesta al Juez?
Analizamos la realidad de los números, e hicimos una propuesta de pago a los acreedores razonable. La deuda del club no era alta, en ese momento creo que eran 18 millones de pesos, que para un club del potencial de Comunicaciones no era tanto. Entonces dijimos: esto tiene salida. Nos ponemos a trabajar en el armado de una propuesta para presentar al Juez para demostrarle que el club podía en el lapso de 3 años, repagar su deuda en la medida que se hagan ciertas acciones muy básicas. Se presenta y el Juez lo rechaza. Eso nos predispone mal, el Juez tenía la clara idea de vender, tenía el discurso de la modernidad, la globalización, etc.
Contame un poco sobre ese momento
El club se cerró un par de semanas y se reabrió ya intervenido judicialmente. El club estaba devastado. En un momento algunos socios hacen una toma. Se instala el órgano fiduciario con un titular nefasto. En el ínterin aparecen propuestas. La ventaja y desventaja que tiene Comunicaciones es que son 16 hectáreas forestadas en el centro geográfico de la Ciudad. El valor del predio es descomunal e incalculable. Imagínate los intereses que había ahí, desde un estadio cubierto que quería construir Hadad hasta torres de viviendas.
La propuesta de Hadad era quedarse con todo el predio y nos dejaba 2 hectáreas a los socios. Hacer el estadio implicaba deforestar el predio completamente, un desastre, sin contar que existía otro estadio como el de Argentinos Jrs a 30 cuadras. Por eso fuimos a la Legislatura, y nos recibe Aníbal Ibarra, que nos ayudó muchísimo. Él tiene ese espíritu de barrio y de preservar las instituciones. Me lo presenta a Jorge Rapaport, que nos da una mano enorme y así es como él llega al club, por recomendación mía a la gente del Club y al juez para que lo designe en el órgano fiduciario.
¿Cómo transitan esos primeros 3 años?
Primero tratamos de ver cómo articularnos todos los que individualmente estábamos tratando de hacer algo. Armamos una asociación civil que no dio mucho resultado. Cómo hacíamos para juntar esfuerzos y ponernos de acuerdo. Golpeando la puerta del Juez y del titular del órgano fiduciario, haciendo presentaciones. Elaboramos un informe donde demostramos, con números y detalles, que se podía repagar la deuda.
Ahí surge la propuesta del microestadio del Gobierno de la Ciudad, ¿no?
Cuando aparece la propuesta de Hadad, nosotros hacemos una férrea oposición, en la Legislatura nos habilitan una jornada donde vamos a presentar ese trabajo que nos habían rechazado. Fue Hadad en persona a defender su proyecto. Se cae la propuesta de Hadad porque se dan cuenta que había mucho rechazo por parte de los vecinos. Sugestivamente aparece una propuesta del Gobierno de la Ciudad, que también era muy mala, nosotros volvimos con los mismos argumentos. Luego aparece la propuesta de Hugo Moyano que era básicamente: “Yo vengo a salvar el club, no vengo a hacer un estadio, me hago cargo de la deuda, me transfieren el predio a mí, a la obra social de Camioneros”.
¿Cómo logran salir de esta situación?
Encontramos otro argumento muy potente: el predio, que era parte de la Facultad de Agronomía y Veterinaria (de ahí que esté tan forestado) fue donado durante el segundo gobierno de Perón (década del 50) al sindicato de Teléfonos, Correos y Telégrafos de ese entonces. Entonces empezamos a trabajar y vemos la naturaleza de esa cesión. La ley es del año 54, en los considerandos de la ley se estipulaba que el Gobierno nacional cedía el uso del predio al sindicato y esa cesión o donación estaba sujeta a que el predio se use para fines deportivos y sociales.
Se reúnen con Julio De Vido, ¿cómo llegan?
Yo trabajé muchos años en el grupo Macri y lo conocía de esa época a Roberto Baratta, de caradura lo llamo, le cuento la situación del club y le mandamos una carpeta. Dos semanas después nos llama la secretaria de De Vido, nos reunimos con él, le explicamos y nos dice “el club tiene que quedar para los socios”. A la otra semana nos convoca, y en la reunión aparece Julio Alak, el que era ministro de Justicia. En esto jugó y fue decisivo el conflicto que justo se había desatado en ese momento entre Hugo Moyano y el gobierno de Cristina Kirchner. Si ese conflicto no hubiese existido hoy el predio estaba en manos de Moyano.
¿Cuántos socios estaban atrás de esto?
Ya había como cierta cohesión de todos. No era uniforme, había discusiones. Encontramos 3 camaristas que con esa idea de la importancia de las asociaciones sin fines de lucro, dan vuelta el fallo del juez. Moyano se retira, ni siquiera apela la medida. Es como que se abre una luz de esperanza. El Juez acepta remover al órgano fiduciario. Nosotros proponemos dos cosas: participar en la elección del órgano fiduciario y que se integre un mecanismo que se llama Comisión Honoraria de Socios, la ley de Racing pedía que se haga una comisión de socios, que no tenía voto, pero tenía voz junto con el órgano fiduciario.
Se abre el juego, nosotros proponemos a Rapaport y termina siendo el titular del órgano fiduciario. Se van alineando todos los planetas. Ya no aparecen más propuestas locas y el club empieza a renacer. Sin plata pero con cosas racionales, de a poquito empieza a tomar vuelo. Se retoman todas las actividades que tenía y suma actividades nuevas.
¿Qué solidaridades recogieron de otras instituciones, de la comunidad, del barrio, de otros clubes?
Todas las que se te ocurran porque Comunicaciones tiene un valor de marca fuertísimo, un arraigo, como el carnaval, todos pasaron por ese club. Rapaport convocó a todos los presidentes de los clubes de barrio de la zona, que eran como 16, El Talar Norte, Argentinos Jrs, Ferro, se armó una mesa donde se buscaban hacer acciones conjuntas. Hubo una efervescencia que fue fundamental.
¿Cómo salda la deuda el club?
El club se salva cuando Ibarra nos pone en contacto con AUSA que se ocupa de las obras bajo nivel. En el cruce de Beiró, que hoy se llama Cerati, era un proyecto de vieja data de AUSA pero no lo podían hacer porque justo sobre la traza de la vía pasa un caño maestro de Aysa que era imposible de mover.
Nosotros tomamos el tema, nos juntamos con AUSA y nos mostraron el proyecto. Buscamos la vuelta juntos: que AUSA utilice una parte del predio del club y de la Facultad de Agronomía. Les encantó, hicieron de nuevo el proyecto. A nosotros nos implicaba una pequeña franja. Ibarra encuentra una vuelta jurídica para materializar la cesión, vía una cesión de uso a perpetuidad. La tasación dio 35 millones de pesos, de los cuales expresamente 25 millones eran para levantar la quiebra y lo otro para hacer obras. Necesitábamos que firme la Facultad de Agronomía, hablamos con el rector, fueron 8 meses de negociaciones y logramos que firme. Se hizo el túnel, nos dieron la plata que hoy está en un plazo fijo administrado por un órgano fiduciario responsable.
¿Cómo está el club hoy?
Comunicaciones está haciendo obras, que yo no vi en toda mi vida. Se hicieron 3 gimnasios nuevos, se están remodelando edificios, los vestuarios quedaron nuevos, está irreconocible.
¿Cuántos socios activos tiene hoy?
Hay, más o menos, unos 6.000. Lo cual, en los tiempos que corren, esa cantidad es una locura. El objetivo es llegar a 10.000. Hay muchos proyectos, como la idea de abrir San Martín, pero se privilegiaron hacer 3 gimnasios nuevos. De a poco se va haciendo el resto. Se refuncionalizaron todas las piletas. Hoy el club es un club con vida, es una satisfacción enorme. Hay muchos pibes que no pueden ir a otro lado, porque no hay otro lado. No todas son buenas noticias, el impacto que tuvimos por el aumento de las tarifas fue mortal.
¿Qué le dirías a la gente del barrio como mensaje final?
Que se acerque al club y que se sorprenda con la vida social y deportiva que tiene. Que los más grandes que vivieron las buenas épocas traigan a sus hijos y nietos para que sean testigos de esta refundación. En los tiempos que corren, más que nunca es vital la función de integración social que hacen estas instituciones barriales y hay que defenderlas y apoyarlas.
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