OPINIÓN

El frío no mata, la falta de vivienda sí

En una Ciudad con un presupuesto similar a las ciudades europeas, donde se gastan 15mil pesos por cada maceta en las esquinas de cientos de calles porteñas, que mueran dos personas sin techo es una locura o un problema de prioridades del Estado, que mira para otro lado.

José Cruz Campagnoli


Este último mes, en la Ciudad de Buenos Aires murieron dos personas por frío. En realidad fue por la combinación fatal de frío y la falta de un derecho básico como lo es un techo. Esto pasó con Sergio Zacarias, que falleció a metros de la Legislatura Porteña en la calle, y días después un hombre que sufrió hipotermia en los pasillos del Hospital Pirovano, cuando intentaba resguardarse del frío.

En una Ciudad con un presupuesto similar a las ciudades europeas, donde se gastan 15mil pesos por cada una de las macetas de cemento que se pusieron en las esquinas de cientos de calles porteñas, que pase esto es una locura o un problema de prioridades del Estado, que mira para otro lado. Y ya que tanto nos gusta compararnos con Europa, la situación por aquellos países no es tan distinta: hace años que viene aumentando la cantidad de personas que terminan viviendo en las calles. Esto es una consecuencia directa del sistema capitalista global, en su fase neoliberal: la principal causa por la que las personas terminan en esta situación es por pérdida de la vivienda o desalojo del lugar donde vivían, por falta de pago o deudas, y la razón de estas causas, principalmente, es la pérdida de trabajo.

En la Ciudad de Buenos Aires, más de 40 agrupaciones participaron del Censo Popular de Personas en Situación de Calle, durante el mes de mayo, para contrastar con los datos oficiales del Gobierno de Larreta, que dice que sólo hay 1146 personas viviendo en la calle en toda la ciudad y que la mayoría vienen “a pasar el día pero tienen domicilio en la Provincia”. El Censo Popular, por el contrario, contabilizó 7251 personas, de las cuales más de 800 son niñxs. El dato más alarmante del censo señala que el 52% de las personas que se encuentran en dicha situación es la primera vez que lo hacen, y sucedió durante el último año.

Un caso particular que llama la atención por su contratendencia en Europa es el caso de Finlandia, que al revés del resto de los países del viejo continente, desde 2008 que está reduciendo la cantidad de personas en situación de calle, y esto gracias a pensar la problemática desde la raíz, y no con políticas públicas que resulten parches paliativos ante la urgencia, a través del programa Housing First.

Este programa está diseñado especialmente para personas que necesitan niveles significativos de ayuda para poder salir de la situación de calle en la que se encuentran, y tiene como principio fundamental el derecho a la vivienda como derecho humano. El programa da vuelta la lógica de las políticas asistencialistas de todo el mundo, poniendo en jaque la idea de que primero una persona tiene que resolver todos los niveles de su vida, para luego acceder a una vivienda.

En Helsinki, capital finlandesa, el estado les otorga a las personas en situación de calle apartamentos estables, sin mayores condicionamientos, y con acompañamiento posterior de trabajadores sociales para ayudarles a resolver sus vidas en temas como la adicción a sustancias y desempleo. Durante tres décadas, entre 1985 y 2016, los albergues se han reconvertido en apartamentos: las plazas en albergues pasaron de 2.121 a 52, mientras que las viviendas individuales para personas sin hogar evolucionaron en dirección contraria, de 65 a 2.433. El número de viviendas con soporte social y médico para personas con altas necesidades también ha crecido: de 127 a 1.309 en el mismo período.

Un dato entre paréntesis, si nos referimos a América Latina, es que Cuba es el país que, a pesar del bloqueo económico que sufre hace más de 60 años, mejor logró resolver el problema de la vivienda.

Pero volviendo al caso finlandés, la clave del éxito reposa en que tanto los edificios y paradores remodelados para vivienda social, al igual que el 70% de los terrenos de la ciudad, son propiedad del estado y también lo es la empresa constructora a cargo de estas obras. Esta decisión política es proporcionalmente inversa a la decisión sistemática del gobierno de Rodríguez Larreta de desprendimiento y privatización del suelo estatal. Es de público conocimiento que, entre 2017 y 2019, en la Ciudad de Buenos Aires pasaron a manos privadas 85.000 metros cuadrados, el equivalente a 12 canchas de River, a través de subastas públicas.

En tiempos donde se cuestiona la participación o intervención del Estado y se endiosa al Mercado como mecanismo para resolver las grandes problemáticas de la sociedad, el caso finlandés es un ejemplo que muestra un camino distinto: con un Estado presente al servicio de las mayorías se pueden solucionar los problemas urgentes que padecen sociedades como las nuestras.

José Cruz Campagnoli. Dirigente y presidente de Nuevo Encuentro CABA. Ex-legislador porteño por el FPV (2013-2017). Politólogo. 

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