- Sociedad
- 22.06.2020
MEDIO AMBIENTE
Ciclistas miden la calidad del aire de la Ciudad
Desde que comenzó la cuarentena un grupo de ciclistas miden la calidad del aire de la Ciudad de Buenos Aires.
Ocho voluntarios integran un grupo experimental promovido por instituciones públicas y privadas que miden la calidad del aire en la Ciudad de Buenos Aires. Juan Pablo Bonelli va con su bicicleta a asistir a sus abuelos con las compras, también ayuda al padre de un amigo, y mientras lleva los alimentos y medicamentos que le solicitan, se transformó en un medidor rodante de la calidad del aire.
Antes de partir Bonelli debe sujetar una caja gris y pequeña al portaequipajes trasero (otras personas deciden colocarla en el manubrio o cargarla en su mochila). Es un sensor que apenas pesa 500 gramos y deja ver dos filtros blancos. Luego, se enciende el aparato y hay que esperar 20 segundos para que el ventilador interno del sistema se active. El resto del trabajo de monitoreo lo hace el equipo mientras Juan Pablo pedalea por las avenidas y calles porteñas.
Lo que hacen estos ocho voluntarios es un experimento participativo de monitoreo con el fin de evaluar la calidad de aire en la Ciudad durante las medidas de aislamiento social y compararlo con lo que sucede en otras ciudades. Renzo Morosi, a cargo de la Agencia de Protección Ambiental (APRA), explicó a La Nación que se trata de una prueba piloto para la que se seleccionaron personas que habitualmente utilizan la bicicleta como medio de transporte.
"Estamos usando ocho sensores que fueron ensamblados en conjunto por alumnos de las universidades de San Martín y de Buenos Aires, tras ser capacitados por expertos de Cambridge. La idea es medir la cantidad de partículas en el aire y el objetivo final es que los datos estén en un sistema que será abierto", indicó el funcionario. Sería algo así como el mapa del aire en la ciudad.
Morosi aseguró que el distrito porteño no tiene grandes inconvenientes con la calidad del aire, en gran parte por su geografía. "Si bien la ciudad tiene buenos parámetros de acuerdo a los niveles que pondera la Organización Mundial de la Salud (OMS), tendemos a mejorarlos más". De la iniciativa participan también el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, la Universidad de Cambridge y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
"Cuando regreso a casa, saco la tarjeta interna y la conecto a la computadora. De manera automática, los datos se guardan en un archivo. No tengo que procesar nada", relató Bonelli a La Nación. De dos a tres veces por semana el ciclista recaba información, casi sin darse cuenta, durante unos 10 kilómetros cada vez. Y aunque el joven no tiene conocimiento de cuestiones medioambientales, le interesó sumarse a la experiencia: "Me pareció una buena idea. Más si puede colaborar en mejorar algo. Mi idea es sumar más recorridos a medida que se pueda".
La Ciudad cuenta con tres estaciones de monitoreo ubicadas en lugares estratégicos: en avenida Córdoba y Rodríguez Peña (releva datos de una zona residencial-comercial con flujo vehicular alto), en Parque Centenario (representativa de una zona residencial-comercial con flujo vehicular medio y próxima a un espacio verde) y en el barrio de La Boca (donde arroja datos representativos de una zona residencial-industrial con flujo vehicular medio-bajo, ubicada en una cuenca hídrica).
"Queremos ver si con estos nuevos sensores en movimiento podemos entender qué pasa con la circulación del aire en distintos tramos, con datos puntuales de otros puntos de la ciudad", explicó Morosi. Con el monitoreo se miden contaminantes como Monóxido de Carbono (CO), Óxidos de Nitrógeno Totales (NOx), Dióxido de Nitrógeno (NO2) y Material Particulado menor a 10 micrones (PM10).
El experimento tendrá dos dimensiones de comparación. En una primera fase se analizará cómo varía la calidad del aire de acuerdo a la existencia de tránsito o no. Y en una segunda parte, se evaluarán los mismos recorridos, pero luego de la apertura de la actividad económica y la movilidad de las personas.
Desde el inicio de la cuarentena, a finales de marzo, se verificó una importante disminución de todos los contaminantes en la atmósfera. La disminución máxima se produjo durante las semanas del 20 de marzo al 2 de abril alcanzando una reducción entre el 50 y el 60% para todos los contaminantes. En abril y mayo, las mediciones fueron creciendo paulatinamente en consonancia con la liberación progresiva de la medida de aislamiento estricto. Ya en la semana del 8 al 14 de mayo los valores se hallaban cercanos a los valores habituales.
De acuerdo a un monitoreo satelital analizado por Greenpeace, la concentración de gases contaminantes en el aire de la ciudad, en particular de dióxido de nitrógeno (NO2), disminuyó aproximadamente un 50% durante el mes de mayo comparado con el mismo período de 2019. Según la organización, las mediciones muestran la relevancia del transporte en la contaminación del aire de las ciudades y la necesidad de avanzar en la transformación total del parque automotor.
"La quema de combustibles fósiles para alimentar la movilidad urbana debe quedar, gradualmente, en el pasado si queremos reducir realmente la contaminación en el aire de la ciudad", agregó a La Nación el coordinador de campañas Leonel Mingo.
El NO2 es un gas tóxico que representa una mezcla de sustancias que salen de los caños de escape de los vehículos. Está relacionado al aumento de los problemas respiratorios que afectan a niños y adultos mayores.
COMENTARIOS