MEDIO AMBIENTE

¿Sabías que en la Ciudad hay muchos árboles frutales?

En esta época en que dan sus frutos, se descuben árboles frutales por las calles de la Ciudad. Hay moras, paltas, ciruelas, higos, naranjas. Se organizan caminatas para conocerlos.


La Ciudad de Buenos Aires alberga, a la vista de todos decenas de árboles de uvas, quinotos, nísperos, caquis, moras, ciruelas, duraznos, damascos, higos, papayas, guayabas, mangos, nueces (pecan y común), pomelos, paltas, naranjas (dulces y amargas), limones y hasta aceitunas. Todo esto está al alcance de la mano, gratis y disponible para ser recorrida en un paseo que se hace a pie o en bicicleta.
 
"El Gobierno porteño no planta frutales así que los que hay los pusieron los frentistas. Pero todos son de hace muchos años ya que desde hace tiempo tampoco está permitido que los planten los vecinos. Y algunos dan cantidades industriales de frutos", explica a La Nación Ludmila Medina, técnica en Producción Vegetal Orgánica, egresada de la Facultad de Agronomía (UBA).
 
"Mi abuelo que vive en el barrio de Monte Castro, tiene un árbol de mandarinas en la calle. Me di cuenta de que siempre lo había mirado, pero hasta entonces no lo había visto. Me acerqué a la planta y agarré una mandarina. Desde adentro de la vivienda escuché un ¡Chist! La dueña de casa me dijo que no me llevara nada, que podía romper la planta. Pero me puse a charlar con ella y acordamos que si le daba una parte de los frutos me permitiría cosechar para mí el resto. Como las mandarinas estaban muy altas me prestó una escalera", recuerda Ludmila.
 
Esa experiencia le hizo dimensionar la cantidad de frutos que se podían obtener. "Pensé que podía armar un listado y compartirlo en una página de Facebook para que otras personas también pudieran aprovechar los frutos de ese y otros árboles que iba detectando. Cuando lo publiqué se empezó a sumar gente que sabía la ubicación de más frutales". Llamó a su proyecto, y a su página, “La ciudad nos regala sabores”.
 
Ludmila trabajó en Arbolado Urbano durante 6 años. En todo ese tiempo llevaba encima siempre un cuadernito en el que iba anotando los frutales con los que se iba encontrando y en 2012 empezó a armar paseos abiertos y gratuitos para recorrer circuitos de frutales porteños.
 
Su movida se expandió de boca en boca: cada vez más vecinos comían lo que la ciudad les regalaba. En 2015 la contactó Martín Simonyan, docente de Planificación y diseño del paisaje de la Facultad de Agronomía, para sumar su aporte al proyecto de la página. El profesor creó un mapa de arbolado urbano, y juntos trabajaron para armar un filtro de frutales y plantas medicinales disponibles en la Ciudad. Este mapa es colaborativo (los vecinos pueden agregar información sobre árboles que detecten) pero la aceptación de esos datos demora ya que deben ser verificados tanto las especies como la localización y se trata de una tarea ad honorem. Se lo puede consultar acá: www.arboladourbano.com.ar
 
Las caminatas que organiza Ludmila duran entre dos y tres horas. Se arman grupos de entre 30 y 50 personas que pueden pasear a pie o en bicicleta. Se recorren en cada barrio unas 20 cuadras, pero se va parando para interactuar con los frentistas que tienen frutales en sus veredas. "Previamente hago el circuito para ir avisando a los vecinos, pidiéndoles permiso para cosechar (casi siempre acceden) e invitándolos a sumarse al paseo", aclara la especialista.  
 
Ludmila selecciona los barrios en función de la temporada ya que no en todos están presentes las mismas especies. En los ubicados al sur y al oeste de la Ciudad es donde se concentra la mayoría, pero todo el tejido urbano los alberga en cada rincón. Por ejemplo, árboles de nuez pecán hay unos 40 en la ciudad, de naranjas amargas 60 y de limones 1700.
 
En el caso de las moras, las plantas son 1600, pero solo si se tienen en cuenta las de las veredas: no están contabilizadas las de los parques en los datos disponibles del censo. De níspero hay 1300; de papaya, 30; de mango, 26 y de olivo, 1180.
 
La restricción que imponen las autoridades sobre la autodeterminación frutal de los vecinos tiene un por qué: "La idea es evitar daños. Una palta que cae puede romper un parabrisas de un auto estacionado o lastimar a alguien que pasa caminando. Sin embargo, existen propuestas para modificar la Ley de arbolado urbano porque hay quienes pensamos que, con la adecuada planificación y acompañamiento, podrían autorizarse algunas plantaciones. Eso además ayudaría a cambiar el modo en el que nos relacionamos con la flora de la ciudad porque la recolección de frutos podría estar a cargo también de vecinos y organizarse la distribución comunitaria de esos alimentos", explica Ludmila.
 
En los paseos se da un intercambio no solo social sino también cultural, porque se vive la historia barrial y personal con los árboles. "Algunos vecinos me cuentan que plantaron el árbol cuando su hijo iba al jardín de infantes y que ahora, décadas después, come toda la cuadra de sus frutos. En las recorridas la gente además comparte recetas: se intercambian datos acerca de cómo hacer licor de níspero, frutas en almíbar, mermeladas, tartas frutales, cascaritas de cítricos azucaradas y muchas cosas más", describe Ludmila.
 
Por otra parte, los circuitos incluyen plantas silvestres comestibles y medicinales que pueden verse en veredas, plazas, espacios junto a las vías, boulevares y demás recovecos porteños. La experta enseña a reproducirlas en mini huertas hogareñas, en macetas o balcones, a partir de gajos o semillas.
 
Ludmila quiere armar recorridos de frutales urbanos para colegios, desde hace meses trabaja junto con Micaela Escandarani que es psicóloga y está cursando un posgrado en Gestión Cultural en los contenidos de los paseos para escuelas.
 
"Ganamos un pequeño subsidio del Fondo Metropolitano de las Artes para hacer este mes paseos con organizaciones sociales e instituciones barriales que están trabajando con niños, como por ejemplo comedores y lugares de apoyo escolar. Son gratuitos, pero para este público específico y con todos los requisitos del protocolo por Covid-19", anticipa.
 
Además, Ludmila organizó durante el aislamiento talleres arancelados online sobre plantas silvestres comestibles que sigue dictando, y ahora retomó la organización de los paseos presenciales abiertos al público. Para conocer próximas fechas, hay que consultar en Facebook o en Instagram la cuenta @laciudadnosregalasabores.


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