OPINIÓN

El gran bonete en el funeral de Maradona

Luego de que la Policía de la Ciudad reprimiera a las personas que querían llegar a despedir al Diego, se echaron la culpa de lo ocurrido entre el Gobierno nacional y el porteño.

Werner Pertot
Foto: @manavisionec


“¿Yo, señor? No, señor. Él, señor.” Ese pareció ser el juego entre el Gobierno nacional y el porteño luego de las imágenes bochornosas de la Policía de la Ciudad reprimiendo a mansalva en la fila de personas que querían despedirse de Diego Armando Maradona. A la tristeza se sumó la bronca.  Vayamos primero a los hechos: cerca de las 14 del jueves 26, se cortó la fila porque se acercaba la hora en que la familia del Diego había pedido que se termine el velatorio. Había todavía 30 cuadras de cola. Mientras el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner intentaban convencer a la familia de estirar el funeral, comenzaron las situaciones de tensión en la 9 de Julio. Lo llamativo es que la primera reacción de la Policía de la Ciudad fue abrir fuego con balas de goma. Luego le siguieron horas de corridas, gases lacrimógenos, detenciones de personas que habían ido a despedir a Maradona. Se sumaron motos y camiones hidrantes. Un hecho que fue filmado y que muestra cómo se condujo la policía: a un joven que pasaba en bicicleta lo bajaron y lo dejaron desmayado en la calle. Luego, un agente de civil agredió al equipo de C5N para que no siguiera filmando.

Era esperable que si el velatorio se iba a cortar cerca de las 16, se pudiera producir una situación con personas frustradas y agresivas. Por lo tanto, el operativo de seguridad debería haber estado preparado para eso y no precisamente con las escopetas cargadas para desatar el pandemónium que se vio el jueves pasado. El operativo era conjunto entre Nación y Ciudad, pero el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, salió con un mensaje urgente para instar a las autoridades porteñas –que se mantenían en silencio- a dejar de reprimir. “Les exigimos a Larreta y Santilli que frenen ya esta locura que lleva adelante la Policía de la Ciudad. Este homenaje popular no puede terminar en represión y corridas a quienes vienen a despedir a Maradona”, dijo De Pedro. Esto dejó en claro que no existía coordinación, ni mucho menos la misma línea sobre qué hacer entre Ciudad y Nación.

Desde el Ministerio de Seguridad nacional, que conduce Sabina Frederic, ratificaron que no hubo ninguna orden de reprimir de su parte.  El  subsecretario de Intervención Federal, Luis Morales, dijo: “De ninguna manera hubiéramos dado indicaciones de despejar o reprimir; recién nos comunicamos con las autoridades de la Ciudad para solicitarles que no se produzcan más desbandes”.

Pero el accionar de la Policía de la Ciudad continuó, mientras sus autoridades políticas mantenían silencio (luego dirían que fue “por respeto a Maradona y su familia”). Frederic sacó un comunicado por la tarde: “Queremos que quede claro: este Ministerio ni ninguna de las fuerzas a su cargo ha dado ni recibido orden alguna de ejercer la violencia sobre las personas que se encuentran en las inmediaciones ni adentro de la Casa Rosada. Es absolutamente falso que las fuerzas policiales y federales de seguridad hayan recibido la orden de reprimir ni de participar de la represión desatada en la zona de la Avenida 9 de Julio, ya que es jurisdicción de la Policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es la Policía de la Ciudad de Buenos Aires la que posee la responsabilidad primaria del operativo. El Ministerio ofreció su apoyo al operativo para las autoridades de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de modo de incrementar la prevención ante la posible aglomeración multitudinaria de personas”.

El comunicado también mencionó el hecho de que hubo personas que saltaron las rejas e ingresaron de forma descontrolada a la Casa Rosada. Y plantearon que el origen de esto estuvo en la represión: “Los desmanes generados por la policía de CABA produjeron una presión sobre las personas que estaban aguardando para ingresar a la Casa Rosada, por lo que, en función de evitar que cualquiera de ellas sufriera asfixia, aplastamiento o contusiones por esa presión, se decidió correr las rejas. El corrimiento de esas rejas fue necesario para que se pudiera restablecer el orden en la Plaza de Mayo. Las Fuerzas Federales, una vez que la presión empezó a ceder, retomaron su despliegue preventivo para que pudiera reiniciarse el velatorio de Diego Maradona”.

En el medio de todo esto, y para aportar confusión, dirigentes del PRO como Laura Alonso publicaban capturas de la página de Presidencia donde decía que ellos organizaban el velatorio. Atentan contra la inteligencia más básica: ¿Eso quiere decir que le dieron a la Policía de la Ciudad la orden de hacer lo que hizo?

Ya sobre la tarde, salió a responder el vicejefe Diego Santilli, a cargo del Ministerio de Seguridad porteño desde que el anterior ministro fuera eyectado tras los incidentes en la final de la Copa Libertadores. “El operativo lo organizó la Casa Rosada y nosotros colaboramos. La orden de interrumpir la fila la dieron las fuerzas de seguridad nacionales. En ese momento, un grupo empezó a tirar piedras y palos y nuestro límite es la violencia. Parece una costumbre echarle la culpa al otro”. Hay que detenerse en esas declaraciones por un segundo: Santilli devuelve la culpa para el lado del Gobierno nacional, pero admite más de lo que le gustaría. Si “nuestro límite es la violencia” y hubo personas violentas entre los que estaban en la fila, como asegura el funcionario porteño, entonces la decisión de reprimir provino de la Ciudad, por más que se lo presente como una relación causal: tiran piedras, reprimimos. En realidad, hay distintas estrategias para disuadir a una multitud, donde comenzar a disparar no es la única.

Luego fue el propio jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, quien defendió la actuación policial al considerar que se frenó "el accionar violento de un grupo de barrabravas" y consideró que el gobierno nacional "politizó la situación". "La Policía de la Ciudad siempre va a actuar cuidando a la gente", argumentó.

A la discusión se sumó el senador y candidato a sucesor de Larreta, Martín Lousteau: “Al dolor por la partida de Diego se suma el lamentable espectáculo de hoy. Da vergüenza que en medio de esta tristeza colectiva, estén intentando sacar rédito político de TODO, sin hacerse cargo de NADA”.  El no hacerse cargo de nada, lamentablemente, ya parece un deporte nacional.

El presidente Fernández cuestionó el accionar de la Policía porteña que "cerró el paso de la gente" en la Avenida de Mayo y 9 de Julio "de manera muy violenta". “Hubo una acción desmedida de la Policía de la Ciudad", insistió Fernández, quien contrastó la forma en la que accionó la Policía de la Ciudad con la forma en la que se frenó la avalancha de personas en Casa Rosada. Para completar la escena, la secretaría de Derechos Humanos denunció penalmente a Larreta y Santilli por la brutalidad policial durante la represión. Lo hizo por orden del presidente. Guerra total.

Durante el fin de semana se sumó el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, para meter un gol en contra: acusó a Frederic de quedarse impávida ante la comisión de delitos de “inadaptados” y defendió la represión con argumentos muy parecidos a los que habría usado Patricia Bullrich.

En síntesis, hubo dos problemas: el primero fue la decisión de organizar un funeral masivo y cortarlo luego de una cantidad de horas (no voy a entrar a hacer juicios sobre la familia de Maradona, me parece que no corresponde). El segundo, y que compete a las autoridades porteñas, fue sumarle a eso un esquema de represión.  No pude ver ninguna autocrítica por parte de ninguno de los dos gobiernos sobre cómo se organizó el funeral. Sobre Larreta, en particular, pesa una pregunta: ¿va a construir su campaña a presidente golpeando a personas dolidas que iban a despedir a una figura popular?

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