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- 15.09.2021
MEDIO AMBIENTE
Arranca el Festival de Cine del Agua en Octubre TV
Con proyecciones presenciales y acceso gratuito en la plataforma, el encuentro internacional propone múltiples reflexiones sobre un recurso esencial y escaso como es el agua. Se podrán ver más de veinte títulos de temática ambiental.
El agua será la gran protagonista del Festival Internacional de Cine del Agua, cuya programación abordará problemáticas vinculadas con su utilización por parte del ser humano, su cualidad de recurso escaso, su condición de fuente de posibles conflictos, su uso para la explotación de otros recursos naturales, los efectos del calentamiento global y la contaminación ambiental. Habrá más de una veintena de títulos provenientes de la Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Ecuador, España, Perú, Uruguay y Venezuela, que podrán verse de manera presencial y virtual.
Entre el viernes y domingo próximos, las proyecciones se realizarán en el Hotel Kosten Aike de El Calafate, y el 20 y 21 se trasladarán al Hotel Chaltén Suites de El Chaltén. Por su parte, todas las películas de la Selección Oficial están online desde hoy miércoles y hasta el próximo lunes en la plataforma Octubre TV. Su visionado será libre y gratuito desde todo el país, previo registro en el sitio.
“Hay un profundo compromiso con el cine y con el arte como movilizador de la conciencia, como instrumento de transformación social. Es nuestra trinchera”, dice a Página 12 Alejandrina Morelli, directora del evento junto a Roxana Ukmar. “Para nosotras, que trabajamos mucho organizando festivales, el cine es un disparador, un motor de cambio, en la medida que permite conocer otras realidades, profundizar y reflexionar. Por eso siempre hemos hecho festivales que se vinculan con debates. Creo que el cine, lo audiovisual, es la vía más directa de comunicación”, agrega. “Este festival tiene dos rupturas en relación con otros eventos ecologistas o ambientalistas. Nos importa el agua en la historia y en la sociedad, en la generación de culturas, en la creación de límites y de formas de vivir, o sea, la relación del hombre con el agua. Pero también rompemos con las categorías, como propuso nuestro programador Javier Luzi, y compiten largos y cortos, ficciones y documentales, porque no hay por qué diferenciarlos. Lo que importa es el efecto que producen”, explica Morelli.
“La idea fue armar una selección que sea un abanico que refleje diferentes problemáticas en distintos lugares. A cada país lo aqueja una cuestión particular vinculada con el agua, que es algo universal pero también propio. Desde ese lugar, la programación busca ver qué es lo que pasa con la ausencia del agua, su carencia, el proyectar hacia dónde podemos ir si no cuidamos los recursos. La idea es visibilizar todo esto, que los espectadores entiendan un poco más y se interioricen. Para eso buscamos que se pudiera entrar a la programación desde diferentes lugares, a través de registros distintos. Las películas no son solo para investigadores o un sector limitado de la sociedad. Hay documentales “duros”, con información, pero también ficciones de género, animaciones e históricas”, afirma a Página 12 el programador Javier Luzi.
Las producciones nacionales serán mayoría en una Selección Oficial donde conviven cortos y largos; ficciones, documentales y registros experimentales. Entre los largos se destaca “La botera”, de Sabrina Blanco, que tiene como protagonista a Tati (Nicole Rivadero), una adolescente que vive junto a su padre en una casilla de Dock Sud, a metros de un muelle sobre el Riachuelo donde está amarrado un bote usado para cruzar de orilla a orilla. Es el principal sustento familiar, o al menos debería: papá no parece muy dispuesto a trabajar y se da el lujo de rechazar viajes para quedarse durmiendo. De pésimo rendimiento escolar y rodeada de una violencia física y simbólica constante, Tati aspira a hacerse cargo de ese bote, síntoma tanto de una búsqueda de sustento económico como de un deseo de adentrarse en el mundo adulto. “Es un personaje en plena crisis de juventud y con un deseo de convertirse en algo que no hay: una chica que sea botera cruzando el Riachuelo. El agua es central en la construcción de los personajes. Por ahí fue la selección: mostrar un registro amplio visibilizando el tema desde todos los registros posibles y, además, abarcando la mayor cantidad de miradas”, dice Luzi.
La coproducción argentino-boliviana “Chaco” tuvo sus primeras exhibiciones locales en el Festival de Mar del Plata. La película de Diego Mondaca transcurre durante la Guerra del Chaco, que tuvo como contendientes a Paraguay y Bolivia y es considerada el conflicto armado más importante de la región durante el siglo XX, con más de 370 mil soldados combatiendo entre 1932 y 1935 por el control del Chaco Boreal. Pero fueron peleas no tanto entre ellos sino contra las hostilidades de un entorno seco y abrasador, un caldo de cultivo de enfermedades e infecciones que dejaron huella en los sobrevivientes. Y, desde ya, sin agua. Entre esos soldados estaba el abuelo del director, quien respondía con un silencio sepulcral cuando su nieto le preguntaba por sus experiencias en el campo de batalla. La película funciona como una suerte de reconstrucción de Mondaca sobre qué ocurrió durante ese tiempo que su abuelo prefería no recordar.
Otra de las películas que amerita una mirada es “Marea y viento”, de Ulises de la Orden, quien desde la seminal “Río arriba” (2006) se ha dedicado a pensar desde el cine la convivencia del ser humano y su entorno natural. O, mejor dicho, al ser humano como parte indivisible de su entorno. En su último trabajo, viaja hasta la zona del Delta –donde la rutina se mueve al ritmo de las crecidas o bajadas del Río Carapachay– para explorar los engranajes que hacen funcionar la escuela Los Biguaes, catalogada como “experimental” ya que en su ADN no está la concepción de los ámbitos educativos tradicionales como depósitos de pibes.
Aquí no hay padres que dejan a sus hijos para que se sienten en un pupitre a escuchar durante horas a un maestro o maestra que intenta imponer conocimiento desde una tarima. “El agua se termina convirtiendo en un escollo y en una construcción de paisaje, sino también de un modo de vida muy distinto. Ese colegio al que van los chicos y los padres colaboran para convertirlo no solo en un lugar de estudio, sino en un lugar que les permita tener un ingreso”, dice Luzi.
El último largo nacional es “Punto de no retorno”, dirigido a cuatro manos por Nicolás Capelli y Diego Corsini, que oficiará como película de apertura. Se trata de un documental que incluye testimonios de científicos, expertos, investigadores del CONICET, políticos nacionales y extranjeros y habitantes de distintas regiones de la Argentina y el mundo afectados por el cambio climático.
El resto de la programación local son cortometrajes. En “Anahí”, la realizadora Aranza Sonderegger imagina un futuro donde los ríos y la tierra han sido irreversiblemente contaminados y en el que una madre y su hija deben arriesgar todo por un poco de agua potable. De corte abiertamente experimental, “Glaciarium”, de Germán Abal, utiliza las grandes masas de hielo como un reflejo de la indiferencia humana ante el avance contra la naturaleza. Por su parte, “Luciérnaga de plata”, de Thales Pessoa, sigue a un pescador que vive en las orillas del Río de la Plata y, ante la posibilidad de un cambio de gobierno en las elecciones de 2019, cultiva la esperanza de retomar una vida más digna. Coproducción con Brasil, “Vestigios, el misterio del dique La Ciénaga”, de Valentín Álvarez Sabouret y Gustavo Correia, es una enigmática historia que transcurre en el dique del título, donde un padre, mientras pesca con su hijo, descubre un misterioso animal que emerge de las profundidades, poniendo la vida de ambos en peligro.
“Elemento Vital” es un programa dedicado a contar historias sobre el agua que lleva doce años ininterrumpidos en el aire. Con sus episodios emitidos en 15 canales públicos y universitarios de la Argentina, además varios informes hechos para la TV Pública y señales de cable como IP Noticias, participará del festival con dos realizaciones documentales. Una es “Y mañana serán bombos”, de Ulises Rodríguez, que cuenta la historia de la única reserva forestal del mundo creada para la producción de instrumentos de percusión, un proyecto de la familia Paz en la localidad santiagueña de Silípica.
Programada en la Selección oficial pero fuera de competencia junto a “El agua del bebedero”, de Néstor Colombo, y “El cántaro”, de José Luis Rosas, la otra se llama “Daira, la sabiduría del agua”, está dirigida por Nicolás Fogolini y narra la hazaña de la deportista rionegrina Daira Eluney Marín, que en abril de este año se convirtió en la primera mujer en recorrer a nado setenta kilómetros por el río Paraná para visibilizar un mensaje de cuidado del ambiente.
Paulo Pécora tiene una amplia trayectoria como cortometrajista, un cuerpo de obra que puede verse casi en su totalidad en el marco de la retrospectiva que por estos días organiza Octubre TV. Uno de sus últimos trabajos llegará a la plataforma en el marco del festival. Inspirado muy libremente en el cuento “Donde suben y bajan las mareas”, de Lord Dunsany, “Las sombras” propone una historia de corte fantástico protagonizada por una vidente con el poder de invocar espectros a través de rituales espiritistas, y a la que tres extrañas visitan en su casa escondida en medio de la selva para pedirle que las ayude a comunicarse con sus antepasados.
Entre las propuestas internacionales se destaca “Edad del agua”, de Orlando Senna. Uno de los cineastas y teóricos más destacados del cine bahiano, con más de 30 títulos como director o guionista, el brasileño participará de una videoconferencia interactiva durante las jornadas del encuentro para hablar sobre este documental que “pone sobre el tapete otro gran tema para América Latina: la contaminación y destrucción sistemática del gran pulmón, de la gran reserva de agua que es La Amazonia”, en palabras de Morelli.
Por su parte, la coproducción entre Cuba y Venezuela “Misión H2O”, de Álvaro Cáceres, propone, a través de la animación, acercar a los más pequeños al medio ambientalismo con este relato centrado en dos chicos que viajan en el tiempo y deben enfrentarse a una villana que roba toda el agua. Los títulos internacionales se completan con cuatro cortos: el uruguayo “El futuro es como el mar”, de Marcelo Fabani; el ecuatoriano “Esperanza”, de Andrés Flores Paredes; el peruano “La lluvia”, de Miguel Huamán Mateo, Jesús Prohaño Gómez y Christian Vitorino Parente, y el español “Maji”, de César Díaz Meléndez.
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