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- 08.02.2024
COMUNA 11
Eriza Librería: “En los últimos años se tomó una conciencia más comunitaria del barrio”
Sabrina y Ernesto abrieron una hermosa librería en su casa de Villa General Mitre en plena pandemia. Los libros que se pueden encontrar son de editoriales independientes, autoras y autores argentinos contemporáneos y de temática feminista.
La librería Eriza, ubicada en Juan Agustín García 2435, en el barrio de Villa General Mitre, abrió en 2020, en plena pandemia, como un sueño que Sabrina y Ernesto tenían hace tiempo. Vienen de dedicarse al diseño de indumentaria, ahora él estudia Filosofía y ella Sociología, ambos en la UBA. Nos contaron cómo es la relación con el barrio, con sus vecinos y vecinas y con los nuevos lectores que se acercan.
¿Cuándo abrieron la librería?
Sabrina: Abrimos en plena pandemia. Nosotros empezamos a comprar libros en mayo de 2020. Siempre compramos libros para nosotros y nos dimos cuenta que en la zona no había librerías y menos que se dediquen a filosofía o feminismo, que en un momento fue un boom. Con la llegada de la pandemia no pudimos trabajar más en nuestra profesión y nos animamos a abrir la librería. Queríamos traer editoriales independientes porque por la zona hay librerías como Biblioterapia o Frida, pero tienen libros de grandes editoriales.
Ernesto: Nosotros somos diseñadores de indumentaria, trabajamos 20 años en la profesión, después vino la crisis del 2015, en ese momento bajó un montón el laburo y fue ahí que empezamos a pensar en poner una librería. También porque nuestra idea era tener contacto con la gente, veíamos que había pocos espacios en el barrio, las librerías eran muy reducidas y queríamos traer una propuesta más cultural, de editoriales independientes, un poco más política, literatura argentina contemporánea y no tantos best sellers de afuera, poder lograr eso, hablar con la gente y pensar en lo comunitario, la idea de barrio, lo colectivo.
¿Cómo tomaron los vecinos y vecinas la llegada de la librería?
Ernesto: La experiencia que tenemos es que al ser un espacio cerrado, la gente se queda ratos largos mirando libros, consultándonos. Vienen chicos jóvenes que buscan temáticas de género o la cuestión indígena, temas más acuciantes, como que vamos generando esa confianza y la gente nos pide. Nosotros tenemos las herramientas para responderles. Tal vez eso en un barrio es más difícil.
Yo viví toda la vida en este barrio y cuando necesitaba un libro me tenía que ir al centro que son librerías más impersonales. Tenemos la gratificación de poder hablar con gente más joven y recomendarles libros y autores. Esa era nuestra idea rectora. Queremos recuperar lo colectivo, terminar con lo virtual y la separación que trajo la pandemia.
Sabrina: Como tenemos una casa grande y además nos parece bueno hablar con la gente, que te toquen el timbre, sigan viniendo y se queden. También tenemos Gift Card, la gente se junta para hacer un regalo y después esa persona viene y elige un libro.
¿En qué géneros o temáticas se especializan?
Ernesto: Queríamos traer literatura nacional, del boom de los 2000, otra propuesta que cuesta más que llegue a un barrio, tal vez en una librería del centro es más fácil encontrar. Es muy gratificante trabajar con editoriales independientes, son libros escritos acá, de una generación de escritores que tienen entre 40 y 50 años, con temáticas más actuales.
Sabrina: Tal vez pasa una señora que quiere un libro de Florencia Bonelli que no tenemos, pero por ahí le podés acercar libros de editoriales como Entropía o Chai. Al entrar, la gente te cuenta que les gusta. También pasan casos como el de “Miseria” de Dolores Reyes que se vendió un montón, para lo que es un barrio. Y así se va armando. También tenemos poesía, que cuesta mucho. Así se fue haciendo de a poquito.
Ernesto: Nos interesa también la literatura del conurbano. Hay cosas muy interesantes acá. Tal vez cuando viene gente mayor o que no está metida en el mundo de la literatura, está bueno poder acercarles eso.
Sabrina: Autores como Juan Diego Incardona, Romina Paula o Gabriela Mayer que es periodista y escribió dos libros de cuentos, que es del barrio y vino de casualidad, se genera algo muy lindo.
Ernesto: Pero viene gente que te pide clásicos, y nosotros le decimos que muchos clásicos no tenemos, un poco a propósito, y les decimos: “hay cosas nuevas muy geniales”.
¿Cómo es la dinámica de la librería?
Sabrina: De a poquito se fue armando, hay que estar todo el día. Empezamos a comprar libros y dijimos: “si nos va mal nos los quedamos nosotros”. Es un trabajo decirle a la gente qué leer, les preguntamos sobre los autores que les gustan o temáticas para poder recomendarles libros, es muy importante el ida y vuelta. En un año aprendí mucho de la gente. Es muy lindo cuando te dicen: “está bueno el libro que me recomendaron” o vienen y te lo comentan. Se generan espacios lindos de poder comentar el libro y sentís que no estás solo leyendo, se genera un ida y vuelta hermoso. Hay gente que te dice que lee seis libros por mes.
Ernesto: Poder romper con la lectura solitaria con la gente que viene, y después vuelve y nos cuenta, pasa con un montón de gente.
Sabrina: Eso es lo que más nos gusta y económicamente nos sirve. La literatura argentina se está moviendo un montón. Viene gente que te cuenta cosas de la vida y lo que le pasó en la pandemia, gente que entró para comprarle a otra persona y termina comprando para sí misma y así empieza a leer. Como una señora que tiene 55, 60 años que le compraba a la nieta, le empecé a recomendar y decir que de a poquito se empieza a leer y ahora compra para ella. Eso está bueno.
¿Tienen relación con espacios culturales de la zona?
Sabrina: Sí, con El Tejón y después llegó Ifigenia, Isa (la dueña) vino a buscar libros y Café Artigas y se fue armando. También con Acacia Negra, una cafetería que está hace muchos años. Hay mucha gente también que hace arte, dibujo, fotografía, está La Gran Paternal. Cuando se hace LGP armamos mesa afuera.
Ernesto: El barrio reactivó un montón. Yo vivo desde que nací acá, y en los 90, por ejemplo, esto estaba muerto. En los últimos 15 años es como que se tomó una conciencia más comunitaria del barrio, más de contacto. Hay muchas propuestas culturales interesantes.
Los libros están caros
Sabrina: En realidad no están tan caros, un libro de una editorial independiente está unos $10.000 o $15.000, pero la vida está cara en sí.
Ernesto: También tiene que ver con la crisis del papel, el monopolio que ejercen unas pocas empresas sobre el costo del papel.
Sabrina: Las editoriales te dan el precio del libro, si querés lo podés subir más, pero como estamos en un barrio, queremos que la gente compre y circule, vendemos al precio de la editorial, eso está bueno. Cada vez hay más editoriales.
Tienen un hermoso mural en la fachada, ¿quién lo pintó?
Sabrina: Queríamos hacer algo que fuera representativo de la librería y encontramos a Mauro y Laura de Buen Tiempo Arte Itinerante que habían hecho acá cerca un mural sobre la ley de humedales, que queda sobre la calle Bolivia y también tienen un mural increíble en Beiró y San Martín. Les escribimos y resultó que vivían acá a una cuadra.
En pandemia ellos se compraron un colectivo para recorrer la Argentina, entonces podían pintar el mural en febrero. Fuimos trabajando con ellos la idea, nosotros queríamos algo con el tema del perspectivismo y queríamos que se vea desde la esquina y el problema era el qué poner, podía ser un escritor como Cortázar, una mujer, el feminismo, un libro, estuvimos trabajando un mes, más o menos. Ellos trabajan increíble, son amorosos, son una pareja como nosotros, creo que lo hicieron en dos días, con un calor de locos.
¿Qué es el perspectivismo?
Sabrina: La idea es ver diferentes perspectivas desde uno mismo, la idea de: “queremos hacer muchos mundos posibles”, la idea de que un hombre pasa a ser un tigre, a una planta, a una flor. Esa era la idea del mural, por eso hay agua, peces, el erizo.
Ernesto: Es poder tomar el punto de vista del otro y hacerlo propio, poder ver el mundo diferente como lo ve el otro. Poder tomar un libro y más allá de si me gusta o no, ponerme en el punto de vista del otro, vivir el mundo como lo vive el otro y enfrentarme a una realidad que a veces incomoda, o uno no la quiere ver tanto. Promocionar temas ecológicos o de las comunidades indígenas, tomar en cuenta nuestra historia, el pasado. Esa también fue la idea de abrir una librería: la capacidad de transmitirle a alguien, incomodarse desde el punto de vista del otro o vivir otra situación. Esa fue siempre la ambición más allá de si funcionaba la librería o no, por lo menos hacer un grupo de amigos lectores, una pequeña comunidad.
¿Cómo surgió el nombre de la librería?
Sabrina: Es por el puercoespín y porque él se llama Ernesto y yo Sabrina y siempre nos llamaron Sa y Er y como toda la vida trabajamos juntos, desde que nos conocemos, y siempre era Er y Sa, cuando pensamos cómo llamar a la librería salió solo, queríamos algo cortito, que suene bien, quedó Eriza por el animalito también. Ernesto diseñó el logo, todo lo hicimos nosotros, el piso, pintar, las bibliotecas.
¿Qué proyectos tienen para el futuro?
Ernesto: Tenemos pensado ampliar para hacer actividades culturales como talleres, para estar más en contacto con la gente. Nosotros vivimos arriba.
Sabrina: Queremos arreglar el patio para armar ciclos de poesía, por ejemplo. De a poquito fuimos creciendo, fuimos trayendo cada vez más libros, hay momentos que se vende más feminismo, otros más literatura. También los temas que rondan a lo que nos pasó con la pandemia, como libros de autoayuda, la necesidad de hacer vínculos, de no estar solo.
Contacto:
Instagram: @eriza.libreria
Horario de atención: lunes a viernes de 11 a 19.30 horas y sábados de 11 a 14.30 horas.
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