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- 18.09.2024
18 años de la segunda desaparición de Jorge Julio López
"Mi viejo tenía un gran deber cívico: no fue a contar lo que le pasó, fue a contar lo que vio"
A 18 años de la segunda desaparición de Jorge Julio López, su hijo, Rubén, destacó el "compromiso" de su padre con sus compañeros que vio ser asesinados durante su detención ilegal y caracterizó al actual gobierno nacional como "pro genocidas".
Este 18 de septiembre se cumplen 18 años de la segunda desaparición de Jorge Julio López. Un militante barrial y albañil oriundo de La Plata que se convirtió en un símbolo de los Derechos Humanos, luego del aporte que realizó con su testimonio para dar con los responsables de los asesinatos de Ambrosio De Marco, Norberto Rodas y Patricia Dell Orto.
En su primer secuestro, en el marco de la última dictadura cívico militar, López formó parte de los detenidos desaparecidos que fueron trasladados al centro de detención ilegal que funcionaba en la Comisaría 5ª de La Plata. Más tarde, a fines de diciembre de 1976, fue movido a la Comisaría 8ª también de La Plata.
Con el paso del tiempo, López esquivó el terror y el miedo que llevó al silencio a muchos sobrevivientes y, pese a muchas veces no ser escuchado, su "deber cívico" y el "compromiso" con sus compañeros lo convirtieron en uno de los testigos claves por su aporte respecto a los delitos cometidos en una de las etapas más oscuras de la nación.
"El mejor recuerdo y homenaje que puedo hacer es remarcar su deber cívico. Mi viejo no fue a contar lo que le pasó, fue a contar lo que vio. Su compromiso con aquellos compañeros, los que vio como asesinaban, fue a contar eso, por sobre su propia tortura que pasó en esos centros clandestinos de detención. Su deber cívico es lo que trato de remarcarle a los jóvenes", contó a Nueva Ciudad su hijo, Rubén López.
Militante y comprometido con las causas de derechos humanos, en el marco de una fecha significativa, Rubén lleva adelante una serie de actividades para mantener la consciencia activa e inculcar que el recuerdo es algo que debe reponerse todos los días, con especial atención en las nuevas generaciones.
"Cuento la experiencia propia, empecé a militar de muy grande llevando adelante estas causas. En Lanús contamos un poco sobre el libro Memoria Escrita, que fue la herencia que dejó mi viejo sobre los sucedido, contar porqué escribió todo eso y como pudo ir a los juicios y declarar", explicó.
Al mismo tiempo, consultado por el plano simbólico de la fecha, opinó: "Siempre se recuerda en cifras redondas o específicas, se hacen actividades más concretas, y me parece que este año salíamos de esa agenda a partir de esta casualidad de los 18 años el 18 de septiembre".
"El año pasado estábamos en el transcurso de la elección y no quisimos hacer algo, intentamos en años electorales sacarlo de la agenda para que nadie se lo apropie, sobre todo ciertos sectores que terminaron siendo Gobierno", aclaró.
Con diferentes charlas y recorridas, Rubén sostiene que contar lo sucedido es parte del ejercicio que la militancia no debe perder. "Hay chicos que no saben lo que pasó en el 2001, mucho menos lo que pasó en dictadura. Hay que ser autocríticos, millitar, hablar estas cosas, porque muchos dimos por entendido que todos los saben", sostuvo.
El mensaje concreto: que las nuevas generaciones "militen". "A los chicos les digo que necesitamos que militen, no nos importa donde, culturalmente, socialmente o si quieren partidariamente, pero que aprendan de aquello que nos legaron los 30 mil y mi viejo, para no cometer los errores que nos lleve a esto que es un gobierno pro genocida", explicó.
El 20 de junio de 2006, en el Salón Dorado de la Municipalidad de La Plata, inició el juicio oral en el que Jorge Julio López brindó su testimonio una semana más tarde. Ese día relató lo sucedido con sus compañeros de la Unidad Básica y reivindicó la militancia de esos jóvenes universitarios:
"Conocía a Patricia, a su marido, y a otros muchachos de antes de que entraran en la Universidad (…) los conocía de la Unidad Básica que teníamos ahí en el barrio, 68 entre 142 y 143. (…)¿Saben qué hacía Patricia Dell´Orto y otras chicas, como Mirta Manchiola…? Se dedicaban a cuidar chicos, a darles de comer. Y cuando nadie los apoyó iban con los chicos de la universidad, con la Juventud Peronista, iban de a pie si era necesario, o en micro, para llevarles cosas a los chicos… Iban todos los días al barrio.
Ellas llevaron a los chicos del barrio a Mar del Plata, los hicieron conocer lo que era un mar, lo que era bañarse en un mar, a todos los chicos medio desamparados. Estas 4 o 5 mujeres… Estas son mujeres de oro. Y estos asesinos las mataron sin piedad."
El 18 de setiembre, día en que debía acompañar a las abogadas y los abogados que alegaban en su nombre, desapareció por segunda vez.
"Etchecolaz se murió condenado pero impune. Se murió sin decir donde está Clara, la nieta de Chicha Mariani, además lo que suponemos o entendemos lo que pudo haber pasado en una supuesta participación en la segunda desaparición de mi viejo", reclamó Rubén.
El paso del tiempo, su "impunidad biológica", como la llama, invita a los responsables de miles de detenciones ilegales y desaparecidos, a guardarse la información sobre sus delitos hasta el final. "Se van sin decir nada. Su impunidad biológica no nos permite encontrar a los demás que estamos buscando", sentenció.
Por ello, frente a un Gobierno nacional "pro genocida" y los vacíos históricos que pregonan la descalificación de las víctimas y el respaldo a los victimarios, las alarmas continúan encendidas y el pedido es concreto: cárcel común. "Menos de 100 son los que cumplen cárcel efectiva, los demás están con prisión domiciliaria. En Marcos Paz tienen las mejores comodidades. No puede ser asi", concluyó.
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