- Opinion
- 21.09.2015
CONTRATACIONES IRREGULARES
¿Niembro? ¿Quién es Niembro?
El gobierno de Mauricio Macri propició la renuncia de Fernando Niembro para evitar discutir el sistema de contrataciones y el uso discrecional de fondos públicos de los últimos ocho años.
Renunció Niembro. Queda Horacio Rodríguez Larreta, que llegó a pagarle 400 mil pesos por un reparto de folletería a una empresa sin empleados.
Renunció Niembro. Queda Edgardo Cenzón, que desde el Ministerio de Espacio Público autorizó otros 8 millones de pesos en contrataciones.
Renunció Niembro. Queda Carolina Stanley, quien entregó a La Usina Producciones otros 665 mil pesos desde el Ministerio de Desarrollo Social para un “Servicios de Instalación y puesta en funcionamiento de planta para tratamiento de efluentes”.
Y la lista podría seguir con otros ministros como el de Educación, Esteban Bullrich, y la de Salud, Graciela Reybaud, o el secretario de Comunicación Social, Pablo Gaytan. Todos dejaron sus huellas sobre las contrataciones que forzaron la renuncia de Niembro a su candidatura a diputado por la provincia de Buenos Aires. La salida del comentarista deportivo de la campaña apunta a que ninguno de estos funcionarios porteños tenga que rendir cuentas por lo ocurrido. La cúpula del PRO busca, una vez más, a ponerle un punto final al tema.
Uno de los principales hechos de la semana que pasó remarcan esta decisión, que se choca de frente contra el discurso que sostienen en público sobre la transparencia: la bancada del PRO en la Legislatura bloqueó la interpelación al procesado jefe de Gobierno y su segunda y candidata a gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal. Tampoco tienen previsto, de momento, que ningún ministro visite la Legislatura para explicar para qué lo contrató a Niembro. Lo curioso es que lo hicieron mientras la jefa del bloque PRO, Carmen Polledo, afirmaba: “No tenemos nada que ocultar”. Sin embargo, hasta hoy, siguen escondiendo los contratos a Niembro: no están publicados en el Boletín Oficial, ni fueron difundidos después de la denuncia.
Polledo ensayó sobre esto una curiosa explicación: “No son documentos públicos, son papeles de trabajo”, dijo. Incluso, llegó a sugerir que el periodista de Tiempo Argentino Nicolás Eisler los obtuvo por métodos ilegales, los cuales no detalló. Mala argumentación: la Ciudad no tiene leyes que establezcan que hay normas secretas ni gastos reservados. La publicidad de los actos de Gobierno está en el artículo 1 de la Constitución porteña: “Todos los actos de gobierno son públicos”, reza el texto, en caso de que algunas autoridades lo hayan olvidado.
¿Cómo queda el Gobierno porteño después de este escándalo? El principal problema que tuvieron –y seguirán teniendo- los macristas para explicar el caso Niembro parte de que no es un hecho aislado. Es la punta del Iceberg. Según una metódica comprobación que hizo la comunera Julieta Costa Díaz, el 69 por ciento de las contrataciones que hizo el gobierno de Macri durante el año pasado fue sin licitación pública. Una abrumadora mayoría de los contratos eluden la Ley de Compras, que tiene como autora a la candidata a vicepresidenta, Gabriela Michetti. Para empeorar las cosas, el 75 por ciento de las contrataciones provienen de los despachos del jefe de Gobierno electo y de su vicejefe electo, Diego Santilli. Está claro por qué el objetivo es enterrar la denuncia.
¿Cómo queda la campaña del PRO después de esto? La primera estrategia fue intentar convertir el escándalo en virtud. La renuncia de Niembro sería, entonces, una demostración de la vocación republicana de Cambiemos y una diferencia clara con los casos de corrupción por los que se acusa al kirchnerismo. La cronología no los ayudó con este argumento: Niembro se lanzó a la política sin aclarar sus muchos negocios con el Gobierno porteño, al que alababa en sus programas mientras los fondos fluían hacia su empresa, luego desde el periodismo se revelaron esas contrataciones, Niembro intentó negar todo lo que pudo y cuando ya no pudo más, renunció. No suena a virtud republicana. Los macristas hicieron un gran esfuerzo por intentar instalar que su salida no era una admisión de culpa.
Como no funcionó, hay una nueva estrategia de campaña: no se contestan más las denuncias. Lo dijo Macri en plena gira bonaerense: "A partir de hoy no vamos a contestar más sobre ningún carpetazo o difamación que nos tire el Gobierno. Que hagan todos los agravios y las denuncias que quieran, nos ocuparemos después de que termine la campaña". Curiosa interpretación: durante la campaña se suspende la obligación de los gobernantes de responder sobre sus actos de Gobierno. Pero la táctica es clara: el caso Niembro lo sacó de la cancha a Macri por tres semanas, en lugar de avanzar sobre su discurso, debió contestar sobre los negocios con el comentarista deportivo en un ciclo tras otro de noticias negativas. En el PRO esperan que eso se termine. Hay mucho enojo en la cúpula macrista con los medios que le proveían un blindaje y los dejaron expuestos en plena campaña.
En el frente interno, la renuncia de Niembro tiene ganadores y perdedores. Entre los ganadores, claramente se puede contar a Emilio Monzó, no sólo porque ahora escaló en la boleta bonaerense, sino porque se ratifica su concepción de un armado eminentemente político frente a la estrategia de sumar “famosos” a las listas, que derrapó con Niembro y tampoco fue efectiva para ganar Santa Fe con Miguel del Sel o Córdoba con Héctor Baldassi. Entre los perdedores se cuentan el secretario general Marcos Peña y el consultor político Jaime Durán Barba, a quienes últimamente se culpa por todos los traspiés de campaña. Hay rumores de una intervención más fuerte de otros integrantes de la mesa chica para corregir el rumbo, como Nicolás Caputo. Esto pondría al frente de la estrategia de campaña a un contratista del Estado porteño, cuya facturación se multiplicó por diez durante la gestión PRO. Una idea brillante.
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