- Opinion
- 05.10.2015
PRO
El peligro del doble comando
Macri se encamina a un momento clave de su carrera política. Si pierde, ¿seguirá siendo el líder del PRO? ¿O será reemplazado por Horacio Rodríguez Larreta?
Si Macri gana la presidencia, cualquier análisis se evapora: Macri presidente, Larreta jefe de Gobierno, todo en su lugar por cuatro años, con la opción de que Larreta sea su sucesor a nivel nacional como lo fue en la Ciudad. Este es el sueño de un sector del macrismo (y del larretismo, vamos a empezar a llamarlo por su nombre). Los problemas empiezan si Macri pierde. Allí el referente del macrismo queda en el llano y Larreta concentra todo el poder del único distrito que gobierna el PRO. ¿Mantendrá su fidelidad a Macri o pensará en construir su propio proyecto presidencial hacia 2019? Cerca de Macri no imaginan la segunda alternativa. “Horacio va a tener autonomía e independencia, pero va a seguir jugando con Mauricio –dicen- los votos de Horacio son de Mauricio”.
¿Los votos de Larreta son de Macri? Revisemos este postulado de la mesa chica PRO. Los datos electorales no parecen confirmarlo. Entre tantas encuestas que circulan, la mejor foto siguen siendo las PASO nacionales. Y allí es donde los números empiezan a hablar. En la Ciudad de Buenos Aires, en las PASO nacionales, Macri obtuvo 751.557 votos. Comparemos esto con los desempeños de Larreta este año: Larreta y Michetti juntos habían obtenido 882.421 votos en las PASO porteñas. Son 130 mil votos más de los que sacó Macri. A los amigos de Macri les gusta llamar a Larreta el “anticandidato”. Luego de la victoria en la Ciudad se mofaban del jefe de Gobierno electo: “Si pudimos hacer ganar a Horacio, podemos hacer ganar a cualquiera”. Veamos los números de las elecciones porteñas de este año: Larreta en primera vuelta sacó 832.619 votos, es decir, 81 mil votos más que Macri en las PASO nacionales. En el ballotage porteño, el jefe de Gabinete cosechó 860.802 votos. O sea, 109 mil votos más que Macri en la Ciudad. Larreta podría estar soltándoles una de sus sonrisas: “¿Quién es el anticandidato ahora?”.
Macri perdió votos en todas las comunas, pero especialmente en el sur. El dato más llamativo fue el de la comuna 8: allí Macri quedó casi 16 mil votos abajo con respecto a las PASO porteñas. En la comuna 4 cayó otros 14 mil. (Paréntesis: los 751 mil votos que consiguió Macri en las PASO nacionales están también por debajo de sus marcas históricas: con Michetti, había obtenido 798 mil votos en la primera vuelta porteña de 2007 y con María Eugenia Vidal, 836 mil votos en 2011. Esas cifras superaron el millón de votos en los ballotages porteños de esos dos años).
Los números ciertamente le dan lugar a Larreta para que empiece a cobrar aires propios en una administración porteña que tiene recursos para sobrevivir a una gestión nacional adversa y en la que él, actualmente, tiene gente propia en la mayoría de los ministerios. Entre los larretistas existe una vaga idea de que con Daniel Scioli van a poder conseguir algunos de los reclamos recurrentes de la gestión PRO, como el traspaso de la policía. Es decir: lo mismo que hacia afuera aseguran que sólo podría suceder si Macri gana, ya están pensando que lo podrían negociar con Scioli.
A este análisis y estos números hay que sumarle algunos indicios. El primero es que Larreta no se puso al frente de la campaña, aún cuando se lo pidieron desde diversos sectores. El jefe de Gobierno electo, por supuesto, acompaña en las recorridas y pone la cara por su líder en las discusiones televisivas. Pero la responsabilidad por los errores de la campaña no recae sobre él. El segundo indicio es que Larreta no se vio particularmente salpicado por los escándalos de las contrataciones que se conocieron en las últimas semanas. El caso Niembro no lo golpeó a él, sino al ex candidato bonaerense y más directamente a Macri. Tampoco la investigación penal sobre la pauta publicitaria lo alcanza a Larreta. Son otros los que reciben las denuncias judiciales.
Larreta quiere ser presidente: se lo dice a todo el mundo desde que entró a la política. Incluso -cuentan los que lo conocen- hace diez años solía estrechar la mano de su interlocutor y presentarse: “Horacio Rodríguez Larreta, futuro presidente de la Nación”. Esa característica de él movía a risas. Si se le pregunta por estos días, es mucho más remiso a reconocer esas aspiraciones. Ese es el tercer indicio: ya nadie se ríe de lo que puede pasar si Larreta se lo toma en serio.
Una derrota de Macri lo dejará a Larreta en el lugar indicado para ir en busca de esas aspiraciones. Qué decide hacer, por supuesto, depende enteramente de él. Los macristas paladar negro advierten: “Lo va a seguir bancando a Mauricio porque, si no, no llega”. Desde el larretismo nadie admite las ambiciones de su líder. Y también están los que advierten que si Macri abandonara la política tras una derrota, Larreta no podrá contener a todas las facciones del PRO. Hay muchos sectores que romperían la alianza de derecha. Todas variables que se harán carne a fin de año.
En privado, Larreta tampoco dice nada al respecto. Sí le preocupa que, si Macri no gana, habrá pocos cargos para repartir entre muchos macristas que extenderán la mano para reclamar su parte del botín. El jefe de Gobierno electo no ha dado indicios de cómo será su futuro gabinete, porque estima que sería dar una señal de que piensa que Macri no va a ganar. En la conformación del nuevo gobierno porteño, también podremos ver con más claridad cuánto peso sigue teniendo Macri en las decisiones. Larreta prometió que no habrá castigo para los ministros que apoyaron a Michetti. No es una promesa que esté muy ávido de cumplir.
COMENTARIOS