- Opinion
- 13.10.2015
RECORTE PRESUPUESTARIO
El síntoma Garrahan
La pelea del macrismo con el hospital de pediatría, con el que tuvo que reconocer la deuda, es sólo una muestra de cuál fue la política hacia los hospitales en tiempos de Macri.
El Garrahan se fundó en 1987. Por un acuerdo entre el gobierno de Raúl Alfonsín y la municipalidad de Buenos Aires, la financiación del hospital la ponen Nación y Ciudad en partes iguales desde 1989. También se formó un consejo de administración con representantes de los dos gobiernos. El financiamiento por igual se cumplió desde 1989 en forma ininterrumpida… adivinen hasta cuándo.
Los profesionales del Garrahan no dudan sobre el momento en el que empezaron los recortes: fue con la llegada de Macri. En 2009, segundo año de su gobierno, aportó un 12 por ciento menos de los fondos que debía destinar al hospital. Allí el Garrahan presentó el primer amparo. En 2011, tras varios años de recortes, la jueza Elena Liberatori ordenó entregar los fondos adeudados. El macrismo no acató el fallo, por lo que Liberatori embargó los fondos. A partir de esa intervención judicial, en 2012 y 2013 el gobierno de Macri hizo los deberes y cumplió con el dinero que debía aportar. Pero en 2014 volvieron los recortes: 16 por ciento menos de lo que le correspondía. Y este año, el ajuste fue del 24 por ciento.
El último capítulo fue durante la ampliación presupuestaria que se votó en la Legislatura el 27 de agosto, en donde el PRO consiguió 4100 millones de pesos extra. Allí, el macrismo dispuso un giro de sólo 44 millones de los 158 millones de pesos que reclamaba el hospital. Le recortó dos tercios. Aunque el kirchnerismo acompañó en general la ampliación presupuestaria, que incluía los aumentos de salarios de los municipales, ese mismo día la jefa del bloque del Frente para la Victoria, Gabriela Alegre, advirtió que iba a haber un problema: “No alcanza la partida incluida para el Hospital Garrahan para cubrir la parte que debe aportar la Ciudad, correspondiente a la suba salarial y al funcionamiento del hospital”, alertó.
El financiamiento por igual se cumplió desde 1989 en forma ininterrumpida… adivinen hasta cuándo.
Esta breve historia desmiente las afirmaciones de Macri, quien dijo que “estamos en campaña y cuando se está en campaña hay que inventar lo que sea" o bien que "el Garrahan era un hospital que lo mantenía la provincia de Buenos Aires, la ciudad de Buenos Aires y la Nación. Desde que arrancamos nosotros la Provincia se borró y dijo 'no pongo más' cuando es el que más lo usa". Esto último revela un profundo desconocimiento de la normativa y la historia del hospital, además de una ideología que el PRO ha sostenido más de una vez: si se atienden bonaerenses, recortemos los fondos. El mismo discurso tuvo el renunciante ministro de Salud, Jorge Lemus, que se quejaba de la cantidad de no-porteños que se atienden en el Garrahan.
Cuando no pudieron sostener más esta argumentación, desde el PRO decidieron pasar a la ofensiva. Con la idea de plantear que el Garrahan malgasta el dinero, el legislador macrista Alejandro García presentó un pedido de informes sobre el uso de los fondos entre 2013 y 2015. Si nos abstraemos del contenido y observamos las formas, podemos ver que la táctica que usa el PRO en todos los casos es muy similar: comparemos con el caso Niembro. Primero negaron, luego discutieron las intenciones de los denunciantes y finalmente Niembro tuvo que renunciar. En este caso, en algún punto, alguien en el Gobierno porteño terminó por entender que pelearte con el Garrahan en plena campaña es como pegarle a un chico.
En una reunión el miércoles pasado los funcionarios macristas terminaron por reconocer que tienen una deuda ante las autoridades del Garrahan. No se comprometieron a pagar la totalidad ahora, pero garantizaron el pago de los salarios hasta fin de año. Una dosis de realidad: estamos hablando de una decisión que ponía en peligro el pago de salarios y, además, frenaba cualquier mejora de infraestructura sobre un hospital de avanzada, que cada vez tiene más demanda. Entre 2012 y 2014 el hospital aumentó en un 9,55 por ciento el número de atenciones de consultorios externos, recibió un 20 por ciento más de consultas que el Hospital Gutiérrez y casi un 30 por ciento más que el Hospital Pedro de Elizalde, los dos hospitales con los que lo comparaba Macri cuando decía “le damos a todos lo mismo”.
Para no quedarse sólo en el caso del Garrahan, lo importante es ver que lo ocurrido aquí es un síntoma de cómo se ha manejado la gestión PRO con la salud pública. La ejecución promedio del presupuesto de salud en tiempos de Macri no superó el 50 por ciento, excepto en 2011, señalan las economistas Lucia Pezzarini y Carla Degliantoni en el libro La ciudad empresa. La participación sobre el total del presupuesto que tiene Salud también viene en caída libre: pasó del 22,18 por ciento en 2010 a ser el 18,18 por ciento este año.
Traducimos estos números a situaciones concretas: el Borda pasó años sin calefacción, se recortó el personal de las guardias, cerraron la terapia intensiva del Durand al poco tiempo de inaugurarla en 2010, un informe de la Auditoría porteña –que fue archivado por el PRO- mostraba que en los quirófanos del Hospital Rivadavia se operaba con luz natural, que el deterioro, los cableados al aire, la falta de condiciones de salubridad mínima son una constante en diversas inspecciones.
En 2011 el gobierno de Macri aumentó en un 11 por ciento su presupuesto de publicidad oficial. Lo hizo a costa de hacer un recorte en 28 hospitales y centros de salud porteños, y en diversos programas de Desarrollo Social por un total de 40 millones de pesos. Por estos días, empezamos a saber a dónde iba ese dinero.
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