- Opinion
- 09.12.2015
DENUNCISMO
Macri, Frondizi y la corrupción generalizada
Es casi inevitable que tarde o temprano Macri sea presionado por los mismos poderes no electorales que presionaron a los gobiernos kirchneristas y a sus predecesores. No estará de mal recordar ese día los consejos del expresidente.
-¿Está aquí el conde Tostig?
-No niego estar aquí -dijo el conde.
-Si verdaderamente eres Tostig -dijo el jinete- vengo a decirte que tu hermano te ofrece su perdón, su amistad y la tercera parte del reino.
-Si acepto -dijo Tostig- ¿qué dará el rey a Harald Hardrada?
-No se ha olvidado de él -contestó el jinete-. Le dará seis pies de tierra inglesa y, ya que es tan alto, uno más.
"La promesa del rey", en Literaturas germánicas medievales, J.L. Borges (1978).
En la introducción, el autor explica su objetivo: “la necesidad de armar a los militantes de la causa de la Nación para que libren con éxito la batalla que plantea el confusionismo, me induce a publicar este volumen en el que me propongo responder a las más comunes expresiones de la campaña adversaria”. Se trata de una herramienta para dar la batalla cultural 'avant la lettre', en la que el adversario a combatir es el confusionismo, un termino algo vaporoso que designa el sistema comunicacional elegido por “los intereses de la estructura tradicional contra la vasta mayoría, cuyos intereses e ideales se confunden con la dinámica del desarrollo independiente del país”.
El capítulo cuarto, "La corrupción" (página 127), tiene una sorprendente actualidad. En rigor de verdad debería llamarse "sospechas de corrupción" ya que trata de "la corrupción como pretexto para derribar gobiernos populares" y ofrece varios ejemplos históricos que ilustran ese mecanismo, desde Mariano Moreno hasta el propio Frondizi, pasando por Yrigoyen o Lisandro de la Torre.
Frondizi intentó dar la batalla cultural 'avant la lettre', en la que el adversario a combatir es el confusionismo, un termino algo vaporoso que designa el sistema comunicacional elegido por “los intereses de la estructura tradicional contra la vasta mayoría, cuyos intereses e ideales se confunden con la dinámica del desarrollo independiente del país”.
Hay abundantes citas de época, como la de Matías G. Sánchez Sorondo, ministro del Interior de Uriburu, referida al gobierno de Yrigoyen que acababan de derrocar: “una horda, un hampa, había acampado en las esferas oficiales y plantado en ellas sus tiendas de mercaderes, comprándolo y vendiéndolo todo, desde lo más sagrado hasta el honor de la Patria”. No existiendo todavía el peronismo, las hordas de ladrones eran necesariamente radicales.
Luego de refutar las acusaciones referidas a negociados durante su presidencia, Frondizi explica que “sobre ellos se basó una campaña que se atrevió a afirmar que en torno del gobierno había un clima de 'corrupción generalizada'. Sobre esa minúscula sucesión de infamias se hizo toda una movilización de opinión, en el parlamento, en la prensa, en el seno de las fuerzas armadas. Muchos argentinos fueron persuadidos de que una banda de delincuentes se había encaramado en el poder.”
Frondizi no fue un candoroso partidario de la Heidipolitik. Fue, al contrario, un político pragmático, que no dudó en aliarse con Perón, en enfrentarse con antiguos aliados o en apoyar el golpe militar contra su excorreligionario Arturo Illia, buscando aplicar su programa. Su denuncia contra las eternas sospechas de "corrupción generalizada" es política, no moral. Considera que esa letanía lanzada por los medios y retomada por la política afecta al fin y al cabo a esta última y por eso lamenta que radicales, socialistas e incluso peronistas hayan olvidado que fueron víctimas del mismo sistema de presión que, a su entender, apoyaron contra su propia presidencia.
La denuncia de Frondizi contra las eternas sospechas de "corrupción generalizada" es política, no moral. Considera que esa letanía lanzada por los medios y retomada por la política afecta al fin y al cabo a esta última y por eso lamenta que radicales, socialistas e incluso peronistas hayan olvidado que fueron víctimas del mismo sistema de presión que, a su entender, apoyaron contra su propia presidencia.
Como el hermano del rey de Inglaterra que pide ayuda al rey de Noruega y sólo logra perderlo todo, muchos opositores caen en el error que describe Frondizi: incentivar la sospecha de corrupción generalizada para debilitar al oficialismo apoyándose en poderes no electorales (los medios, las empresas más poderosas, la Justicia), sin comprender que eso debilita en realidad a la política electoral en su conjunto.
Es casi inevitable que tarde o temprano Macri sea presionado por los mismos poderes no electorales que presionaron a los gobiernos kirchneristas y a sus predecesores. No estará de mal recordar ese día los consejos de nuestro mejor presidente y la promesa del rey.
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