LA GRIETA

Elige tu propio enemigo

Macri al elegir como enemigo a 678 o la dirigencia social, busca consolidar su propio poder pero también operar en el frente opositor. Satanizar al kirchnerismo pero llevar a Massa a Davos es una manera de accionar dentro de la interna peronista para debilitarlo.

Sebastián Fernández
Una de las críticas más persistentes de la anterior oposición señalaba la confrontación como el peor de los legados kirchneristas (el “endemoniado juego faccioso que activa permanentemente la antinomia amigo-enemigo¨ según la definición del siempre mesurado L.A. Romero). El fin de esa terrible antinomia y el regreso a un país tan manso como imaginario serían las tareas prioritarias del nuevo presidente.

En unas pocas semanas de gobierno, Macri ha demolido con pasión esa candorosa expectativa. El nuevo presidente conoce a sus electores y les habla como esperan que lo haga. Para ello ha definido un enemigo, el kirchnerismo, y mientras señala día a día la pesada herencia recibida, muestra como se aboca a desactivarla. Como escribió Mauricio Maronna“Macri sigue activando la táctica de ir a fondo contra los aparatos simbólicos del kirchnerismo. En conversaciones a grabador cerrado con funcionarios macristas se confirma que esa jugada tacticista les permitió elegir al adversario, casi como en una remake, pero a la inversa, de lo que hizo Cristina Fernández de Kirchner con Macri durante los dos últimos años."

Los aparatos simbólicos del kirchnerismo son muchos. Está por supuesto el detestado programa 678, cuya eliminación paradójicamente aportaría un mayor pluralismo en la televisión, pero también Martín Sabbatella, titular de AFSCA y símbolo de la ley que según explicó Marcos Peña fue una declaración de guerra contra los medios felizmente terminada en unas pocas horas gracias a un veloz DNU. En ese listado también se incluye a la militancia, palabra joker que engloba casi todo lo malo que puede tener la política, según la visión de los nuevos ocupantes de la Casa Rosada y que tiene el poder mágico de indignar a gran parte de su electorado. De ahí que incluso echar a miles de empleados públicos por la sospecha de serlo estaría justificado. Esos que, en el nuevo relato oficial, serían reemplazados no por una militancia propia sino por una burocracia eficiente y desprovista de intencionalidad política, a la imagen de la que aportó la Fundación Mediterránea o el CEMA durante el gobierno de Menem.

Elegir al enemigo, desde 678, la militancia, los billetes de Eva o la dirigencia social, y el método utilizado, los DNU o la brutalidad de una Justicia afín, busca consolidar poder pero también operar en el frente opositor. Satanizar al kirchnerismo y elogiar a los dirigentes sindicales o llevar a Sergio Massa a Davos es una manera de accionar dentro de la interna peronista.


Dentro de esa nueva confrontación se inscriben hechos simbólicos como la elección de animales para los nuevos billetes ("Los invito a buscar los peluches en los nuevos billetes y a reflexionar sobre el significado de incluirlos", escribió poéticamente el nuevo Presidente del Central) como la contratara de la crispada Eva o las islas Malvinas. Pero también hechos graves como la detención de Milagro Sala bajo la acusación vaporosa de “instigación al delito y tumultos” por el acampe que la Tupac Amaru realiza en la plaza Belgrano de la capital jujeña. Imaginemos por un instante qué hubiera ocurrido si el actual senador De Angeli o el actual ministro Buryaile hubieran sido encarcelados por los tumultos, las instigaciones y los acampes durantes el conflicto de la 125.

Elegir al enemigo, desde 678, la militancia, los billetes de Eva o la dirigencia social, y el método utilizado, los DNU o la brutalidad de una Justicia afín, busca consolidar poder pero también operar en el frente opositor. Satanizar al kirchnerismo y elogiar a los dirigentes sindicales o llevar a Sergio Massa a Davos es una manera de accionar dentro de la interna peronista. Se define así al peronismo serio con el que se puede conversar separado del kirchnerismo con el que sólo se puede confrontar (a la vez que se lo agiganta por la inevitable reacción de sus simpatizantes). La idea al parecer consistiría en vaciar al kirchnerismo de las instancias institucionales, en particular legislativas, y llevarlo hacia las plazas donde se iría transformando en una minoría intensa, mientras se complica la interna peronista.

Es una apuesta hábil que tiene un único inconveniente: su éxito dependerá estrictamente del impacto de la devaluación y la eliminación de subsidios en el poder adquisitivo de las mayorías. Sin eso será sólo retórica.

Como escribí en esta columna, el juego de la democracia es “elige tu propia confrontación”. Una vez elegida sólo importa lo que se obtiene con ella.

COMENTARIOS