COPARTICIPACIÓN Y TRASPASO

La Metrofederal

El traspaso de la Policía Federal con los fondos, a través de un incremento de la coparticipación, abrió la discusión con los gobernadores. Las posturas de la oposición porteña.

Werner Pertot

La sesión extraordinaria de la Legislatura que aprobó el traspaso de parte de la Policía Federal a la Ciudad de Buenos Aires le sumó a Horacio Rodríguez Larreta el rédito político de ser el jefe de Gobierno que dio uno de los pasos más importantes para completar la autonomía de la Ciudad. El mandatario no dudó en calificarlo de histórico. No se equivoca: la transferencia de la policía comienza a cerrar el ciclo que se abrió con la creación de la Constitución porteña a mediados de los noventa. Sin embargo, ninguna medida de esta magnitud viene sin sus complicaciones. Además de la dificultad de conducir la turbulenta transición entre dos fuerzas policiales que deberán convivir (por lo menos, por un año), se sumó al debate –como era de esperar- la discusión por el aumento de la coparticipación a la Ciudad de Buenos Aires. En medio de debates bien complejos, la oposición porteña busca su lugar para sobrevivir y posicionarse frente a la ola amarilla.

La sesión del lunes pasado había sido convocada por Larreta apenas firmó el convenio de traspaso con el presidente Mauricio Macri. Esa decisión contrasta con la resolución que tomó la Nación de no convocar a sesiones extraordinarias, un punto que el kirchnerismo no le dejó pasar cuando discutieron en el recinto. Si se mira bien, más allá de planteos puntuales sobre la implementación y críticas de la izquierda al carácter represivo de las políticas macristas, el convenio tuvo escasa oposición en la Legislatura. Se aprobó por un margen amplio (39 votos sobre 60), que resultó de sumar al PRO y a ECO.

La coalición que lideró Martín Lousteau lucha por mantenerse como una alternativa, pero tiene serias dificultades para diferenciarse por dos datos muy concretos: 1) a nivel nacional, forma parte de la alianza que gobierna, y 2) Lousteau aceptó ser embajador de Macri en Washington. A pesar de la distancia y de haber asumido en ese cargo, es notable el empeño del joven dirigente por mantenerse visible como una figura porteña (si lo consigue, es posible que se escriban varios libros de Ciencias Política sobre eso). Apenas se firmó el convenio, Lousteau opinó en su cuenta de Twitter sobre la decisión: “Es un avance porque traerá más efectivos y coordinación. No hay que dejar de lado otras medidas importantes”. En la sesión, si bien votaron a favor, sus legisladores intentaron mantener ese tono de oposición constructiva. Maximiliano Ferraro, de la Coalición Cívica, indicó que no se trataba de una “concesión graciosa” del Gobierno nacional y reclamó que se elabore un cronograma para avanzar con el traspaso y con la revisión de los legajos de los policías federales.  En varias oportunidades, advirtió sobre el peligro del doble comando de la Federal y la Metropolitana.

Los once legisladores del interbloque del Frente para la Victoria se abstuvieron. Esta primera sesión, fue una prueba de las dificultades que deberá enfrentar Carlos Tomada para mantener al bloque unido. Hasta pocas horas antes de la sesión, se encaminaban a votar divididos: los sectores más vinculados al sindicalismo a favor, el resto por la abstención o en contra. Finalmente, hubo un gesto de distención por parte del sector sindical y terminaron acordando una posición común. En cierta medida, esta vez los salvó el contexto nacional (los despidos, la detención de Milagro Sala, el Congreso sin sesionar). Pero las discusiones que tuvieron son un alerta sobre el equilibrio que tendrán que hacer si buscan mantenerse unidos.

Nadie la tiene fácil, y el macrismo –en su mejor momento- también debe enfrentar algunas dificultades a la hora de comandar las dos policías. El problema del doble comando sobre el que advertía Ferraro no es retórico: se trata de dos fuerzas con dos conducciones distintas, con dos regímenes distintos en lo previsional, en la salud y en lo salarial (el sueldo del federal depende mucho de los adicionales, la Metropolitana tiene prohibido cobrarlos. Estos son algunos de los desafíos que deberá enfrentar el ministro de Justicia y Seguridad porteño, Martín Ocampo. Para calmar a las fieras, ya advirtió que buscarán que nadie pierda nada: “Vamos a trabajar sobre la fuerza que tenga mayores derechos para la Federal que se transfiere y la Metropolitana”. El ministro indicó que habrá un proyecto de ley para la unificación de las dos fuerzas que se tratará este año.

El principal problema que tuvo el traspaso de la Federal fue la discusión entre el kirchnerismo y el macrismo sobre si debían incluirse los fondos para financiar a esa policía. Esa controversia ya fue zanjada, por la vía de aumentar la coparticipación federal de la Ciudad. En verdad, los macristas analizaron diversas posibilidades: la otra era un fondo de asignación específica, pero la vieron más endeble. Apenas se conoció la noticia del aumento a la Ciudad, los gobernadores pusieron el grito en el cielo, lo cual demuestra que la discusión era más compleja que sólo mencionar la animadversión entre Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri.

En principio, el presidente aumentó la coparticipación de la Ciudad de 1,4 a 3,7 en base a la ley de coparticipación de 1988, que se promulgó cuando la Ciudad Autónoma era sólo un municipio.El dinero extra que recibirá la Ciudad es de 17 mil millones de pesos. En el gobierno de Larreta, juran que es lo justo para pagar los gastos de la Federal, pero economistas que cumplieron tareas en la gestión anterior advierte que la Federal no puede costar más de 9 mil millones de pesos. ¿Para qué es el resto del dinero? ¿Para la transferencia de otras competencias? Hay que advertir que el decreto es muy difuso y ni siquiera menciona el traspaso de la Federal.

Para complejizar una cuestión que ya de por sí tiene varias aristas, el macrismo suma argumentos a favor de subir la coparticipación de la Ciudad. Algunos incluso están publicados en la web del Gobierno porteño: indicó que la Ciudad aporta el 25 por ciento de la coparticipación y recibe un porcentaje mucho menor. Si se mide la coparticipación per cápita de 2015, la Ciudad estaba última: recibía 2.580 pesos por habitante contra los 33.494 pesos per cápita de Santa Cruz. No obstante, la cantidad de subsidios al distrito superaba holgadamente a las otras provincias: según un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal, cada porteño recibía otros 2138 pesos en subsidios del Estado al transporte, luz y gas (algo que ahora va a cambiar), lo que ponía a la Ciudad al tope de esa lista de ingresos con Santa Fe en el último lugar con 40 pesos por habitante.

Lo cierto es que la coparticipación de la Ciudad aumentó hasta quedar por encima de otras once provincias (San Juan, La Rioja, San Luis, La Pampa, Chubut, entre otras), lo que explica la reacción de los once gobernadores, que tuvieron un cónclave en San Juan el fin de semana para armar un frente común, que va de Alicia Kirchner a Juan Manuel Urtubey. El reclamo le llegará este miércoles al ministro del Interior, Rogelio Frigerio, con amenaza de judicialización incluida. La coparticipación es una controversia que ningún gobierno desde 1988 hasta aquí quiso o supo resolver. Da la impresión de que el Gobierno porteño seguirá recibiendo buenas noticias, mientras  que al Gobierno nacional se le puede abrir la caja de Pandora.

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