GASTRONOMÍA

Guarda la Vieja: comedero y bebedero en Almagro

Este bar es uno de los mejores exponentes de la cultura del barrio y demuestra que no es necesario estar en Palermo para triunfar. Conocé Guarda la Vieja y el secreto de su éxito.


De lunes a lunes, en la esquina de Billinghurst y Guardia Vieja, en el barrio porteño de Almagro, abre sus puertas incansablemente Guarda la Vieja. Se trata de un resto bar autodenominado “comedero y bebedero” que se llena todas las noches con comensales de todas las edades que, a veces, hasta esperan su turno anotados en una lista para disfrutar de una rica comida a un precio más que amigable.

La carta es variada y hay opciones para todos. Aquel que quiere ir a “picar” puede optar por alguna de las entradas, de las que se destacan las clásicas rabas, las bruschettas o las papas gratinadas. Por otro lado, quel que quiere aprovechar para probar algo distinto, puede optar por una picada de medio oriente que incluye el tradicional hummus, ensalada tabule y baba ganoush. Asimismo, se presenta la picada tradicional, clásica y abundante.

Los principales se desandan desde las tradicionales pizzas hasta platos elaborados como Risotto de Hongos o Lasagna de Cordero. También hay pastas y milanesas, pero vale destacar como punto fuerte de este lugar las ensaladas: la tibia, por ejemplo, con verduras asadas y láminas de parmesano; la tradicional César; la ensalada Guarda la Vieja, con jamón crudo y tomates secos entre varios ingredientes más; o una de las últimas creaciones, la ensalada Isabella, con esparragos, rucula, tomates y (mucho) queso.

Por si fuera poco, el último año en Guarda la Vieja lanzaron una línea de cerveza artesanal por lo cual, además de las clásicas embotelladas, se puede degustar una pinta de refrescante IPA o suculenta Stout. Además, el bar tiene una gran barra y preparan clásicos coctelería porteña. La carta de vinos: acotada pero cumplidora.

Con porciones abundantes y precios accesibles, la esquina en la que está emplazado este reducto de Almagro da muestra, noche tras noche, de la excelencia de su propuesta. No es casual pasar, un martes cualquiera y no solo ver abarrotado el interior, sino que la decena de mesitas afuera, más un grupo de gente a pie esperando su turno para disfrutar en buena compañía.

Emplazado justo en diagonal con el bar notable El Banderín, con sus mesas de madera y murales de colores, este bar es uno de los mejores exponentes de la cultura del barrio y demuestra que no es necesario estar en Palermo para triunfar.


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