- Opinion
- 15.05.2016
SILENCIO HOSPITAL
Silencio es salud
El paro de los médicos de esta semana, que seguirá la próxima, recuerda la situación crítica en la que están los hospitales porteños. El informe de Auditoría que el PRO quiso ocultar.
Como buena parte de la clase media se atiende a través de prepagas y obras sociales, cada vez que los hospitales públicos aparecen como noticia tienden a ser ignorados por los gobernantes de turno, o se aplican una serie de cuestiones cosméticas y la situación continúa siendo la misma. La mayoría de los usuarios del sistema de salud público son de la zona sur u oeste de la Ciudad. Sólo un 17 por ciento de los porteños los usa. Una ex directora de un hospital y especialista en salud me graficó crudamente por qué pasan los gobiernos y el problema subsiste: “A nadie le importa”. Desde su llegada a la Ciudad, el macrismo colocó al frente del Ministerio de Salud siempre a personas muy fuertemente vinculadas a la Asociación de Médicos. Esto le garantizó una cierta paz durante los años de gobierno de Macri (las únicas medidas de fuerza que tomaron fueron contra el kirchnerismo cuando retiró a los policías de los hospitales porteños), aunque poco a poco fueron surgiendo organizaciones de base en los distintos hospitales que cuestionaban los recortes en las guardias, en los distintos servicios y las condiciones calamitosas en las que se atiende a los pacientes.
"En 2014 distintas comisiones internas cuestionaron la resolución 1657 de la entonces ministra Graciela Reybaud, que reducía a la mitad las suplencias en las guardias. Implicaba despedir a 1500 personas y poner en riesgo una extensa cantidad de servicios".
La última postal de esa película fue el paro de médicos residentes de esta semana, que seguirá la próxima con otras 48 horas. El paro lo motorizaron unos 2500 médicos residentes y concurrentes en los distintos hospitales de la Ciudad. Los reclamos iban desde la reapertura de la paritaria y un adelanto hasta enero, hasta conseguir derechos básicos como una ART y aportes. Uno de los datos es que marcharon a la sede de la Asociación de Médicos, a los que consideran cómplices de la política macrista: firmaron una paritaria por 17,3 por ciento anualizado, cuando la inflación se calcula que podría llegar al 40 por ciento. A la medida, se sumaron también los enfermeros.
Además de los reclamos salariales, advirtieron que están “totalmente desmantelados” los servicios de neurología, terapia intensiva, salud mental, trabajo social, y la urgencia de administrativos del Hospital de Niños “Ricardo Gutiérrez”. El Gobierno porteño sostuvo que el paro no tuvo incidencia, pese a que se cumplió la medida en 25 de los 33 hospitales porteños.
Los conflictos del Gobierno porteño con los médicos, especialmente con los sectores más precarizados de la salud, no es nueva: el año pasado, Mauricio Macri protagonizó como jefe de Gobierno una polémica por los fondos para el Hospital Garrahan que venía ya de hace años. Una de las políticas del PRO fue retacearle el dinero que debía destinar a ese hospital. Ahora se busca que pase completamente a la órbita de Nación.
En 2014, para irnos un poco más atrás en el tiempo, desde distintas comisiones internas cuestionaron la resolución 1657 de la entonces ministra Graciela Reybaud, que reducía a la mitad las suplencias en las guardias. Implicaba despedir a 1500 personas y poner en riesgo una extensa cantidad de servicios, según advirtieron médicos de distintos hospitales en ese momento. Esto ocurre porque hay muy pocos nombramientos y muchos médicos que trabajan en condiciones de precarización laboral. En el tiempo que Macri fue jefe de Gobierno el presupuesto para mejorar hospitales se redujo en un 40 por ciento y la ejecución promedio del presupuesto de salud en no superó el 50 por ciento (excepto en 2011), según advirtieron las economistas Lucia Pezzarini y Carla Degliantoni en el libro La ciudad empresa.
"En el tiempo que Macri fue jefe de Gobierno el presupuesto para mejorar hospitales se redujo en un 40 por ciento y la ejecución promedio del presupuesto de salud en no superó el 50 por ciento (excepto en 2011)".
También en 2014, un informe de la Auditoría General de la Ciudad arrojaba luz sobre el estado de los hospitales porteños y fue archivada por el macrismo y por los auditores que en ese momento respondían a UNEN. El informe mostraba que había serios problemas de bioseguridad en laboratorios, quirófanos o salas de rayos, que se desechaban líquidos peligrosos a través desagües pluviales en lugar de darle un correcto tratamiento, que había poca extracción de gases nocivos en las salas de radiología, que no estaban bien delimitados en los quirófanos las áreas limpias y sucias. El cuadro general era de incumplimiento de leyes que garantizaran la seguridad e higiene mínimas.
Una de las cosas que más me impactó de ese informe fue que en los quirófanos del Hospital Rivadavia se operaba con luz natural. Pero había mala iluminación, filtraciones y peligro de caída de mampostería por distintos pabellones de ese hospital. Las raíces de un árbol que creció en el techo estaban ingresando al interior de cobaltoterapia. El Centro de Atención Primaria (CESAC) 30 tenía estufas sin conectar desde hace cuatro años. El CESAC 8 no tenía depósito de residuos patogénicos. Y la lista seguía. El argumento para cajonearlo por parte de macristas y aliados fue que la mayoría de esos problemas eran de 2012 y ya se habían resuelto. Sin embargo, en 2014 con un fotógrafo del diario Página/12 registramos que la mayoría de las falencias seguían exactamente igual. Por ejemplo, en el CESAC 14 de Lugano el informe archivado decía que había cables colgando del techo, equipos de calefacción que no funcionaban, paredes agrietadas por la humedad. Todo seguía allí dos años después. Incluso algunas cosas que eran fácilmente solucionables continuaban tal y como las describía la auditoría: en ese CESAC, por ejemplo, el consultorio de ginecología tenía mesas armadas con biblioratos. Allí continuaban. Me pregunto qué pasaría si volviéramos hoy a ver en qué condiciones está.
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