- Opinion
- 07.07.2016
OPINIÓN
La lógica contorsionista
La lógica contorsionista es otra de las formas del Bobismo, cuyos entusiastas están más enemistados con el discurso lógico que con el kirchnerismo. Esa es la verdadera grieta de nuestra época; no la otra, tan promocionada, justamente, por tantos contorsionistas.
Hace unos días, el ministro de Hacienda Alfonso Prat Gay explicó que al finalizar el gobierno anterior, “estaban dados todos los ingredientes económicos, sociales y financieros para una crisis, pero sin la crisis”, una afirmación asombrosa aún para los estándares generosos del gobierno de Cambiemos.
En realidad, la crisis sin crisis sería el corolario lógico de la dictadura asintomática y el apocalipsis inminente aunque siempre esquivo que según un sinfín de analistas independientes y periodistas serios padecimos durante los doce años de gobiernos kirchneristas. Son claros ejemplos de lógica contorsionista, un método de pensamiento generoso cuyo fin último es impedir que la coherencia discursiva y la duda razonable nos distraigan de nuestras certezas.
En una reciente columna, Carlos Pagni mostró su entusiasmo frente a la actividad hoy desbordante de la Justicia federal: “Las mismas pruebas que acorralan a la ex presidenta exponen a los jueces federales como proveedores de impunidad. Los procesamientos en masa son la otra cara de la siesta de diez años.” La idea misma de “procesamientos en masa” no parece alertar al periodista de La Nación, pese a ser un republicano convencido y un ciudadano respetuoso de las instituciones. No le suena peligrosa ni cargada de intencionalidad política sino todo lo contrario: liberados de la terrible presión del Ejecutivo, los jueces pueden por fin investigar al Ejecutivo…anterior. El frenesí de procesamientos de funcionarios kirchneristas no se debería entonces a presiones políticas sobre esos jueces que según Pagni estuvieron tan habituados a recibirlas sino, al contrario, a la ausencia de presiones que permite por fin que se imparta justicia en total independencia. Como en tantos otros aspectos de la vida, es sólo cuestión de elasticidad argumental.
Luego de denunciar que el gobierno kirchnerista "le (hizo) creer a un empleado medio que su sueldo medio servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior. Eso era una ilusión. Eso no era normal", el economista Javier González Fraga, ex presidente del Banco Central y actual referente oficialista, decidió continuar en su tarea de exégesis del ajuste. Por un lado explicó que los aumentos masivos de tarifas no afectan a los pobres “porque están colgados”, y por el otro manifestó un deseo casi imperioso: “Me gustaría saber qué tan pobres son los pobres.”
Es decir que teníamos pobres demasiado ricos gracias a un consumo inflado por un gasto público insostenible- según el propio González Fraga- que en realidad serían casi indigentes, ya que no no sólo no gastarían en servicios públicos sino tampoco en transporte (única forma de ser inmunes a la quita de subsidios), aunque el propio González Fraga dice no estar seguro de que sean tan pobres como se cree. En síntesis, se trata de pobres con un alto poder adquisitivo que al ser indigentes no padecen los aumentos, aunque podrían no ser tan pobres. La lógica contorsionista requiere de mucha práctica, no la intenten en sus casas.
Hace unos días, el INDEC publicó las cifras revisadas del crecimiento de la última década, lo que generó furiosas denuncias al kirchnerismo: al parecer, la Argentina “sólo” creció un promedio de 4% por año durante 12 años (y eso tomando una asombrosa contracción del PBI del 6% que Todesca señala en 2009). Lo que para cualquier gobierno anterior- y ni hablar del actual- sería un sueño, es una terrible crítica en el caso del kirchnerismo.
Las cifras publicadas por el INDEC incluían la del déficit del 2015, cuya enormidad hacía insostenible el modelo kirchnerista y justificó gran parte del ajuste de Cambiemos. El hecho de que no fuera del 7% como anunciaron tanto opositores a CFK como “analistas independientes”, sino del 1,9%, no mereció comentario alguno por parte de quienes hoy dirigen la economía del país en base a, al parecer, un dato falso. El gimnasta profesional no le teme a ninguna contorsión por más difícil que parezca.
La lógica contorsionista es otra de las formas del Bobismo, cuyos entusiastas están más enemistados con el discurso lógico que con el kirchnerismo. Esa es la verdadera grieta de nuestra época; no la otra, tan promocionada, justamente, por tantos contorsionistas.
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