ENTREVISTA

Diego Santilli: “Me gustaría ser el próximo Jefe de Gobierno”

El vicejefe de Gobierno deja abierta la puerta a una candidatura en 2017, aunque aclara que es feliz en su cargo. “Uno trabaja para ser el próximo”, señala. Sostiene que una candidatura de Martín Lousteau no les preocupa y que es momento de “anteponer el interés general sobre el particular”.

Werner Pertot
Diego Santilli sale de su oficina y saluda con una mejilla mientras la otra la tiene pegada a un celular. La escena resume varias de las características centrales del vicejefe de Gobierno porteño: su hiperkinesis, su habilidad para la rosca política, su carácter amiguero. Santilli no es un recién llegado a la política. Milita desde su juventud, fue parte de la campaña “Palito” Ortega presidente y allí los conoció a Sergio Massa y a Horacio Rodríguez Larreta. También acompañó a Gustavo Béliz en su interna contra Domingo Cavallo. Cuando Néstor Kirchner llegó al poder, era diputado del sector de Eduardo Duhalde. Desde 2003, por peleas con Alberto Fernández, se acercó a Mauricio Macri y ya no se fue más. “Donde el presidente me necesite voy a estar”, dice ante la pregunta sobre una posible candidatura el año próximo.

-Su campaña para jefe de Gobierno hablaba del “PROximo”. ¿Cuándo le toca a Santilli ser jefe de Gobierno?

-Siempre uno tiene su deseo. Uno trabaja para ser el próximo.

-¿Sigue teniendo la aspiración de ser jefe de Gobierno?

-Y… me gustaría.

-¿En 2019?

-En 2019 tiene toda la prioridad Horacio para después de sus cuatro años de gestión tener otros cuatro más. Pero bueno… por ahí en 2023. Vamos viendo… Nos iremos perfilando. Pero hoy está claro que la gente votó para que él será jefe de Gobierno y yo vicejefe. Y yo vengo para acompañarlo. La gente me votó para hacer un equipo con Horacio. Tenemos una tradición fea de vices que se pelean con los presidentes para ocupar sus lugares. O vicegobernadores. O vicejefes.

-¿Está pensando en Jorge Telerman y Aníbal Ibarra, por ejemplo?

-Hay otros casos, porque en el caso de Ibarra fue destituido. Salvo que piense que el vicejefe se tiene que ir con el destituido y el tercero también y que venga alguien de no sé dónde. Eso es pensar en uno mismo. Pero hay casos de vicepresidentes con presidentes que se pelearon mucho tiempo porque querían el lugar. Es distinto el caso en el que les votaron algo por lo que pensaban, como fue lo de Cristina con Cobos. Él votó algo en función de sus creencias, de su visión. Pero hubo otros casos en la historia donde el segundo quiere ocupar el lugar del primero y eso me parece que está mal.

-En un futuro más lejano, ¿se imagina compitiendo por la presidencia?

-Todos los que hacemos política nos imaginamos en el lugar mayor. Siempre te gustaría. Pero falta que corra mucha agua por el río.

-¿Existe la posibilidad de que sea candidato el año que viene?

-Mirá… si por mi fuere, estoy feliz en el lugar en el que estoy. Siento que lo acompaño a Horacio en la gestión, que estoy muy metido en los temas de gestión y que cumplo con mi rol constitucional en la Legislatura, más allá de que la Constitución de la Ciudad dice que la administración la lleva el vicepresidente primero. Pero siempre digo una cosa -y en esto uno tiene que ser sincero-: yo formo parte de un equipo. Como equipo, donde el presidente –que es el jefe de mi espacio-, y Horacio, Marcos y María Eugenia me necesiten, voy a estar. Siempre fue así. Recordá que yo era ministro de Espacio Público, me pidieron que fuera senador, yo no quería y fui a ser senador. Obviamente, cuando me lo pide mi jefe ahí estoy. Cuando era senador iba a ocupar otro rol y terminé siendo vicejefe de Gobierno porque hubo un pedido de mi espacio y ahí estoy. La verdad es que yo, para serte sincero, estoy contento donde estoy, pero formo parte de un espacio. Y lo que necesitamos en 2017 es consolidar el proyecto.

-Ya hubo una experiencia en el PRO de una vicejefa de Gobierno, Gabriela Michetti, que debió renunciar para ser candidata.

-No es el único antecedente. En la política hay 43 mil antecedentes. Pero, por lo menos, en nuestro espacio hay experiencias sanas: no hay candidaturas testimoniales. Hay una diferencia grande: una cosa es que tu espacio te pida que, para consolidar el proyecto, vayas en una dirección, y lo hacés. Y otra cosa es ir en una candidatura y volver. Eso me parece que no va. No están buenas las candidaturas testimoniales.

-¿Les preocupa si Martín Lousteau se presenta por afuera de Cambiemos, con ECO?

-No.

-¿No es un adversario a considerar, por el papel que hizo el año pasado?

-Sí, pero tampoco nos tenemos que preocupar. El 2017 es un momento para consolidar lo que viene sucediendo en el país. Para consolidar la elección de 2015. No es a título personal: es el cambio que pidió la sociedad y en la política argentina. Hay que anteponer el interés general sobre el particular. Y anteponer el interés general significa que no están en juego las candidaturas personales. Lo que está en juego es la consolidación de Cambiemos en términos nacionales en los distritos que gobernamos, y cómo seguir haciendo crecer Cambiemos en los que no gobernamos. Entonces, me parece que hay candidatos que tienen todo el derecho del mundo a querer ser jefes de Gobierno. Es válido. Me parece bien. Pero el año que viene es un momento para consolidar el proyecto.

-¿Lousteau lo piensa muy en términos individuales?

-No hablo de los demás. Nosotros tenemos que consolidar el proyecto de Cambiemos.

"Todos los que hacemos política nos imaginamos en el lugar mayor. Siempre te gustaría. Pero falta que corra mucha agua por el río".





Su carrera política es extensa: fue director del Administración del Ministerio del Interior, vicepresidente del Instituto de Previsión Social bonaerense y director del Banco Ciudad. Con Macri, fue vicepresidente primero de la Legislatura, Ministro de Espacio Público porteño, cargo que dejó para ser senador nacional. Durante su época de ministro tuvo algunos roces con Larreta por el esquema de comunicación, en el cual el entonces jefe de Gabinete era el único que aparecía en los spots del Gobierno. Pero el Colo –como lo conocen en el mundo PRO- consiguió instalarse de diversas formas: una fueron los libros para chicos con los que su rostro quedó empapelado por toda la ciudad. Otra fue una campaña en los cines que debían pagar por contrato las empresas recolectoras de basura. Allí se lo pudo ver a Santilli hablando de reciclado en los cines. Algunos funcionarios porteños que formaban parte del gabinete en aquella época recuerdan todavía la rabieta que tuvo Larreta cuando se enteró. Pero Santilli es pícaro y sabe tejer relaciones incluso cuando se trata de dos estilos antitéticos como los de él y Larreta.

-¿Con Larreta, se conocieron cuando “Palito” Ortega lanzó su campaña para presidente?

-Sí, Horacio, con Bordón, era el encargado de los equipos técnicos. Horacio siempre fue un hombre de desarrollar más planes y proyectos. Yo estaba más en la campaña territorial en la Ciudad. Ahí nos conocimos. Trabajamos mucho tiempo juntos. Obviamente, yo tendré mi forma de ser y él tiene la de él, pero fuimos aprendiendo uno del otro. Empezamos ahí.

-¿En esa misma época lo conoce a Massa?

-Sí, a Sergio lo conozco un poco antes...

-¿Sigue en el peronismo hasta que llega Kirchner?

-Sí, ahí es donde me fui a construir con Mauricio Macri. Me tocó ser diputado durante la crisis de 2001. Fueron épocas durísimas. Entro a reemplazar a Daniel Scioli, que se va y deja una vacante. Era muy duro: rodeaban el Congreso, las sesiones eran difíciles que sucedieran, estaban las asambleas. Ahí lo conozco a Duhalde bastante, tengo una relación mucho más importante. Él era presidente y yo era el secretario de la comisión de Presupuesto. Un montón de temas me tocó trabajarlos con él. Ahí tenés un grupo del peronismo que va a buscarlo a Kirchner para ser candidato a presidente y ese grupo lo comandaba Alberto Fernández, que tenía enemistad manifiesta sobre mi persona. No sé por qué. Será porque le gané la interna en la Ciudad. Entonces, dije: ‘Acá no tengo ninguna posibilidad de construir y de crecer’. Y me fui a buscarlo a Mauricio. Él tenía valores más parecidos a los míos que los del kirchnerismo.

-En ese momento a vos y a Cristian Ritondo los asociaban a Miguel Angel Toma, como el grupo de peronistas que se sumaron al PRO.

-Es que en ese momento el PJ juega en la primera elección con Macri. En 2003, cuando ganamos la primera vuelta y perdemos en la segunda. Cristian militaba con Toma. Cristian es un amigo. Está con algunos temas en la provincia, pero hablamos ayer por teléfono.

-¿A Toma lo sigue viendo?

-No, no lo veo hace mucho.



En el peronismo, empezó a militar desde su entrada a la universidad: “Me acuerdo que me llamó la atención cuando iba a Ciencias Económicas en la UBA que no veía representado al peronismo. Era todo Franja Morada. Ahí me puse a militar en la Juventud Peronista. Me metí a hacer lo que hace todo el mundo cuando empieza: militando en la Unidad Básica, repartiendo volantes, alguna pintada en algún paredón que en ese momento eran grandes. Ahora, cada vez quedan menos. No era bueno como letrista. Tal vez con algún blanqueado anduve bien, pero como letrista no era bueno”, confiesa. En su momento, formó parte del espacio de Gustavo Béliz: “No compartía los valores de Domingo Cavallo. De hecho, nosotros competimos contra Cavallo y no nos fue bien”, recuerda.

En 2001 un grupo del peronismo fue a buscarlo a Kirchner para que sea presidente. Y me fui a buscarlo a Mauricio. Él tenía valores más parecidos a los míos que los del kirchnerismo.



-¿Lo que pasó en Costa Salguero fue el primer gran desafío esta etapa de la gestión PRO?

-Es algo muy doloroso lo que pasó y que pasa en muchos lugares de nuestro país. Es doloroso pensar qué nos está pasando como sociedad para que un joven tenga que tomar una pastilla para poder divertirse. O alcohol. U otras drogas. La sociedad va a una velocidad con la que a veces perdemos noción del cuidado de nuestro cuerpo, de la vida natural, de poder divertirse sin necesidad de ningún aditivo. El alcohol es un desinhibidor en los más jóvenes, que va creciendo en otros tipos de adicciones, que te generan problemas serios. Me tocó de cerca porque acompañé a los chicos en el hospital y a sus familias. Y ver a los amigos… A los chicos en el Fernandez o en el Rivadavia que peleaban minuto a minuto. Siempre pensás qué más puede hacer uno para que eso no pase.

-¿Qué consecuencias institucionales tuvo Time Warp?

-Obviamente, mandamos una batería de medidas y se votaron en la Legislatura. Seguimos trabajando en mejorar, pero siento que también tenemos que trabajar mucho en el diálogo padre-hijo, en un montón de cosas que las estamos perdiendo como sociedad.

-Con Cromañón, con Beara, hubo cambios en la legislación similares a los de ahora. ¿La política va muy detrás del negocio de la noche?

-No sé si es el negocio de la noche… Hay debates que no sé si estamos dispuestos a darlos como sociedad. Vos vas a Alemania y allí esto pasa todos los días. ¿Qué hacen? Dan por válido el consumo y examinan las pastillas que van a tomar los jóvenes.

-Políticas de reducción de daños...

-Claro, y me parece muy fuerte. No lo puedo validar personalmente. Que tengamos que controlar lo que van a tomar… Son debates que en el mundo se dan de otra manera. En Alemania, ponerse adelante fue validarlo y analizar las pastillas. Tremendo. Yo todavía no siento que ese sea el mecanismo. Más prevención, sí, por supuesto. Mejorar los controles, también.

-¿El PRO va a seguir haciendo sus festejos en el Costa Salguero o, por respeto a la tragedia, va a cambiar de lugar?

-No me lo había preguntado eso. Me gustaría que pudiéramos alquilar el Centro de Exposiciones que vamos a inaugurar el año que viene. Para la Ciudad, va a ser bueno.

Me parece muy fuerte, no puedo validar personalmente que tengamos que controlar lo que van  atomar. Más prevención, sí, por supuesto. Mejorar los controes, también.



Pocos suelen recordar que Santilli es contador público (incluso tenía su propio estudio) y que estudió en la Universidad de Berkeley y en la de Chicago, además de la Escuela de Política y Gobierno en París y terminó siendo analista financiero en las Torres Gemelas. “Había comenzado a funcionar el mercado de opciones y futuros (Commodity Futures Trading Comition) y era uno de los mercados más volátiles con los que las empresas se financiaban. Me fui a operar en las Torres Gemelas, en el pit, el recinto de transacciones. Es igual que en las películas. Me iba bien porque estaba acostumbrado a la volatilidad argentina”, cuenta. Su jefe de ese entonces murió en el atentado contra las torres. “Me acuerdo cuando fue. Era director del Banco Ciudad y llegué a mi despacho y tenía un televisor chiquito, de 14 pulgadas, detrás de una puerta de madera. Entonces, vengo entrando y veo una torre incendiada y un avión que se estrella contra la segunda. Y digo: ‘No me acuerdo esta película. No la vi esta’. Y después me di cuenta que estaban transmitiendo en vivo. No lo podía creer. Era donde había laburado”, recuerda.

-¿Se va a dar el bono de fin de año a los estatales porteños? ¿Va a ser de 6000 pesos, como en diciembre de 2015?

-Nosotros tenemos una paritaria que va avanzando. Vamos a esperar a ver cómo llegamos a fin de año. La inflación va decreciendo: en el segundo semestre está cayendo. Así que vamos a ver a fin de año para tomar esa definición junto con Horacio, con el ministro de Gobierno y el de Hacienda.

-¿Se viene la urbanización de las villas? ¿Cómo piensan cumplir esa promesa?

-Creo en un paso más delante de la urbanización: la integración social. Significa que no haya barrios mejores que otros. Sí distintos (Almagro no es lo mismo que Palermo o que Devoto, cada uno tiene su encanto, su visión, su forma). Para eso, queremos que haya la misma calidad de servicios en Retiro que en el barrio 31, en Lugano que en el barrio 20 o Colegiales o Chacarita. La Ciudad es una sola y nos merecemos la integración. Eso implica agua, cloacas, luminarias, veredas, calles, plazas. Implica también educación, salud, seguridad. Esto implica que tengan los mismos derechos y responsabilidades: que nadie pueda crecer desmedidamente tomando las calles o tomando altura. Creo en ese proceso y es el que estamos dando con Horacio en estos cuatro años, gracias a que tenemos una herencia muy buena que nos dejó Mauricio.

-¿No es más bien un cambio con respecto a las políticas de vivienda de Macri?

-No, yo creo que es un paso más en la política de Mauricio. Cuando vos lograste generar la base de una ciudad: él tenía las escuelas que se caían a pedazos, no tenía trasporte público de calidad, etcétera. Ese paso grande lo hicimos. Es el presupuesto social más grande de la historia de la Ciudad de Buenos Aires.

Creo en un paso más delante de la urbanización: la integración social. Significa que no haya barrios mejores que otros. Sí distintos.





De chico, recuerda que la pasaba mal por ser pelirrojo. Un compañero grandote “como king Kong” lo jodía día a día. “Fideos con tuco, fideos con tuco”, lo gastaba hasta que recibió una buena patada en la entrepierna. El color del pelo le trajo algunos problemas, como cuando los corrió el cura del colegio al que iba después de una travesura (habían tirado huevos) y después de tres cuadras de persecución, le gritó: “Dejá de correr, Santilli, que vos sos colorado y ya te reconocí”. Estuvo un año entero sin recreo. Hijo de una familia acomodada de Palermo (tenían una constructora), Santilli se fue y volvió a la casa paterna hasta los 32 años. Hace dos años, se casó con la modelo Ana Maiorana, lo que lo convirtió en el target de las revistas de la farándula. “Me hubiera gustado tener más privacidad”, reconoce. Conviven en esa “familia ensamblada” –como la llama él- sus tres hijos, Teo, Nicanor y Tonio, y las hijas de ella: Lola y Malena. “Estoy feliz y enamorado y nuestros hijos están bárbaro. Estamos chochos”, dice.

-Una cautelar frenó el traspaso de los dispositivos penales juveniles. ¿Ahora se van a sentar a dialogar con los sectores que impugnan esto?

-Si hay una característica de nuestro gobierno es el diálogo. El espacio de diálogo siempre está. Lo que sostenemos es la plena autonomía de la Ciudad: lo viste con la transferencia de la Policía Federal, que se está consolidando en los próximos días con la creación de la Policía de la Ciudad. Lo mismo tiene que suceder con la Justicia y con el puerto algún día. Para eso se votó.

-Lo que se plantea es que los ex institutos de menores no queden bajo el Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes, que debe velar por sus derechos. No plantean que no se haga el traspaso.

-Estamos para dialogarlo. Lo hablaremos con (la ministra de Desarrollo Humano) Guadalupe Tagliaferri. Nos sentaremos en una mesa a dialogar.

-¿Qué modelo de policía piensan a futuro? ¿Más cercano a la Metropolitana o más similar a lo que quiere la Federal, donde hay resistencias?

-En términos de valores es muy cercano a la Metropolitana. El valor de la cercanía, el compromiso. Formar un policía, un médico o un docente le cuesta mucha plata al Estado. No lo formás para que esté en una comisaría. Lo formas para que esté en la calle, con actitud de policía y tratando de resolver desde las pequeñas cosas hasta las grandes. Pequeñas cosas: el auto que estaciona en la rampa de discapacitados y no la puede usar una madre con un cochecito. Eso está mal. Pero si le decís a un policía, te dice: ‘No, le corresponde a tránsito’. Te volvés loco cuando te pasa eso. Esos valores son los que sentimos que están funcionando en nuestra escuela de capacitación y queremos transmitírselos a los transferidos. Ahora, acá no se trata de la Metropolitana o la Federal. Acá va a haber una nueva fuerza, que se llama Policía de la Ciudad, para que no fuera ni absorbida por la Federal ni con la Metropolitana.

-Recientemente un grupo de policías fueron acusados por cobrarle a trapitos. Y es sólo un ejemplo. ¿Cómo se desactivan las prácticas de la Federal?

-Con tolerancia cero a la corrupción. El policía no puede estar inmiscuido en pedidos de coimas. También hay que ordenar el tema trapitos, porque no puede ser que te cobren por usar el espacio público.

-El dirigente Leandro Santoro los denunció penalmente por usar fondos públicos para sus cuentas de Twitter. ¿No es un uso indebido de fondos públicos?

-Nosotros hacemos reuniones de vecinos todas las semanas. Nuestro mecanismo de comunicación es el Facebook o el Twitter. Hacemos gestión, no política. Los comunicamos por las redes, se anotan 2000, vienen 500. Vamos a todos los barrios y no son fáciles las reuniones: cientos y cientos de vecinos todas las semanas. A veces escuchamos cosas duras o cosas que no compartimos. Hasta el de Recoleta se nos queja. ¿Cómo quiere que nos comuniquemos? ¿Cómo hacemos la reunión de vecinos? ¿Publicar en Clarín? Si no, hablamos con dos amigos.

Acá no se trata de la Metropolitana o la Federal. Acá va a haber una nueva fuerza, que se llama Policía de la Ciudad, para que no fuera ni absorbida por la Federal ni con la Metropolitana.





Su padre, Hugo Santilli, fue presidente del Banco Nación en el primer año del gobierno de Carlos Menem. Fue uno de los dirigentes que apoyó a Menem en la interna a fines de los ochenta en la que derrotó a Antonio Cafiero. En la Ciudad de Buenos Aires, Santilli padre le disputó el poder a Carlos Grosso, pero perdió por el apoyo clave que le dio Franco Macri Grosso (las vueltas de la vida). En la relación de Santilli con su padre se cruzan la política y el fútbol, dado que fue presidente de River. Al Colo se le nota el fanatismo millonario. En una oportunidad, en la cancha de Ferro, su padre le pidió al comisario que bajara a unos hinchas de River que estaban colgados moviendo el alambrado y los oficiales le respondieron: “Señor, ese es su hijo”. “Una vez, mi viejo se iba en una gira, me dio la llave del despacho para buscarle algo y veo 15 remeras. Pensé que eran remeras para regalar. Nos llevamos una remera cada uno y nos fuimos a jugar a la plaza Chile con mi hermano -recuerda- Cuando fue a la gira no estaban las remeras y casi se arma un lío con Adidas, hasta que mamá nos vio. Eran las de los jugadores”.

-¿Le tentó alguna vez ser dirigente del club como fue su padre?

-Yo amo a River y en todo lo que lo pueda ayudar lo voy a ayudar. Pero no participo ni de la política de River, ni de la dirigencia. Lo acompaño a D’onofrio cuando me lo pide. Voy a las cenas de la fundación. Pero lo apoyo de afuera. Me gusta ir a la cancha los domingos con mis hijos. Y que River le gane a Boca y que salga campeón.

-¿Intentó ser jugados de fútbol?

-Sí, cuando tenía 15 años me entrenaba en Defensores de Belgrano. Pero era más raspador que creativo. Me decían “el Colorado raspa raspa”. Perico Pérez me bautizó así.

-¿Sigue existiendo el picadito del PRO?

-Sí, me invitó Marcos. Fui a jugar con él, con De Andreis. El otro día, mirá como me dejó la nariz (Joaquín) De la Torre. Choqué con la Torre. ¿Quién decís que me pegó Cascini o La Torre?


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