- Opinion
- 20.11.2016
DESINVERSIÓN EN SALUD
Parir en el pasillo
Falta de personal administrativo y médico y un presupuesto de salud en baja son algunas de las causas que terminaron con el parto de una mujer en un pasillo del Hospital Santojanni.
El Santojanni recibe el 37% de las consulta de guardias de los hospitales públicos. Le siguen el Fernández (11%) y el Álvarez (10%). La guardia del Santojanni hace más de dos años que tiene una demanda que muchas veces supera su capacidad. Sus autoridades elevaron en 2014 un pedido al Ministerio de Salud para que se amplíe la estructura de la guardia, pero nunca obtuvieron respuesta. La dotación de las guardias en muchos hospitales se mantiene igual a la de 2003, pese al aumento de la demanda. En algunos, es la misma que en 1983.
Una simple mirada por la guardia del Santojanni muestra el estado de las cosas: el jefe de la unidad debió ceder su oficina para poner lockers para las enfermeras y que la usen como vestuario. Los muebles están en mal estado. El piso, los techos y las divisiones dejan bastante que desear. Según explicó el jefe del departamento Materno Infantil, Miguel Huespe, (s)el Santojanni atiende un promedio de 14 partos por día y para eso cuenta sólo con tres médicos por turno, que se reparten para atender la guardia, los partos y otras 30 camas de internación. Los fines de semana el panorama es aún peor.(s)
La dotación de las guardias en muchos hospitales se mantiene igual a la de 2003, pese al aumento de la demanda. En algunos, es la misma que en 1983.
La falta de personal administrativo es una de las claves de lo ocurrido. Tanto en el Santojanni como en otros hospitales falta personal no médico que reciba a los ingresantes y que tenga el entrenamiento para actuar en situaciones como la que se vivió hace una semana. Faltan estadísticas sobre el tiempo promedio de espera de los pacientes, dado que nunca nadie registra el horario de su ingreso al hospital, sino que la constancia comienza recién cuando llegan a ser atendidos por un médico. Pese a las promesas de campaña, tampoco tienen los hospitales públicos porteños una metodología unificada de registro de los pacientes ni un sistema informático.
Otro problema clave es la falta de médicos. Se abren concursos cada seis meses, pero muchas veces quedan desiertos (en especial, en pediatría). Una de las causas es que los nombramientos toman un tiempo prolongado en efectivizarse, lo que lleva a los profesionales a preferir pasarse al ámbito privado.
El sistema se venía sosteniendo con suplencias de guardias, un sistema precarizado. En 2013 hubo una fuerte polémica a partir del recorte del 40 por ciento de esas suplencias a través de la resolución 1657. Según ATE, fueron afectados 1500 trabajadores por esa decisión. Algunos se quedaron sin trabajo; a otros se les recortaron las horas.
Además de los ajustes de personal, está claro que el Gobierno porteño no tiene un sistema de capacitación para sus médicos, que tampoco tienen controles para detectar problemas muy comunes asociados a trabajar en un ámbito de alto estrés, como el síndrome de burn out o de desgaste ocupacional. No hay un mecanismo previsto para compensar en forma temporal la falta de personal ante un incremento de la demanda (como suele ocurrir estacionalmente).
Con todos estos datos, no es sorprendente que la mujer debiera esperar cuatro horas en el pasillo luego de ser revisada, que empezara a tener trabajo de parto y -pese a los golpes a la puerta de los otros pacientes-, nadie saliera y terminara siendo asistida por las otras personas. Las explicaciones del director del hospital, Federico Charabora, de que “no tenía la dilatación suficiente” y de que tienen 3000 partos por año y “este es un caso atípico” no tienen en cuenta los problemas estructurales de los hospitales porteños, ni sirven como justificación para este caso de violencia obstétrica. El mismo Charabora reconoció que la mujer no estaba en una camilla, porque las “14 o 15” que tiene el hospital estaban ocupadas.
En los últimos ocho años el presupuesto para mejorar hospitales se redujo en un 40 por ciento y la ejecución promedio del presupuesto de salud no superó el 50 por ciento.
Hace algunos años, la Auditoría General de la Ciudad emitió un informe que daba cuenta del estado paupérrimo de los hospitales, como contamos aquí, pero con los votos del PRO y de ECO ese documento fue archivado sin que se diera a conocer al público. Se trata del intento de tapar al sol con un dedo. En noviembre de 2015, la Auditoría logró publicar, no obstante, otro informe que indica que hay falta de camas para mujeres en trabajo de parto. Esto ocurre en el Santojanni, pero también en el Penna y en el Piñero, donde las salas están destinadas a más de una mujer.
La desinversión en el sistema de salud es el telón de fondo de estas situaciones. En los últimos ocho años el presupuesto para mejorar hospitales se redujo en un 40 por ciento y la ejecución promedio del presupuesto de salud no superó el 50 por ciento (excepto en 2011), según advirtieron las economistas Lucía Pezzarini y Carla Degliantoni en el libro La ciudad empresa. No hubo cambios en esa política con la gestión Larreta. Según relevó el periodista Gustavo Sarmiento en el periódico cooperativo Tiempo Argentino, en el primer semestre de este año la Ciudad ejecutó un magro 34,6 por ciento del presupuesto en Salud. También mostró que el Santojanni dio en 2015 170 mil turnos menos que en 2013, lo que sobrecarga las guardias. En este contexto, no es sorprendente que por primera vez hay caído el número de partos en hospitales públicos, que tenía una tendencia en ascenso desde los años noventa. En 2007 eran 31.727. Desde la llegada de Mauricio Macri hasta aquí, fueron disminuyendo. En 2014 (último dato disponible) fueron 27.208. Señales de un sistema que hace años sufre la desinversión y expulsa a los pacientes hacia el ámbito privado. Por supuesto, para quienes puedan pagarlo.
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