El baile del Cambiemos porteño

Hubo lomo. Hubo ensaladas. Hubo vino. Y hubo rosca. El presidente Mauricio Macri tuvo dos cenas la semana pasada: el lunes con la cúpula de la UCR y el miércoles con los dirigentes de la Coalición Cívica. El objetivo fue avanzar en el armado electoral de cara a las elecciones de este año. En la primera cena, sobre todo, los comensales –entre los que estaba el vicejefe Diego Santilli- pusieron el énfasis en evitar las internas y armar el frente Cambiemos en todas las provincias. Eso incluye la Ciudad de Buenos Aires, donde no sólo no existe Cambiemos sino que la UCR porteña tiene su propio proyecto para desbancar al macrismo con la candidatura de Martín Lousteau. Pese a las buenas intenciones que quedaron flotando en el postre, ninguna de las tres fuerzas políticas que integran Cambiemos a nivel nacional avanzó en las conversaciones para armar un único frente porteño. Hoy esa posibilidad se ve todavía lejana.

Como en un partido de tenis, el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, y Lousteau se pasan la pelota: Lousteau dice que Larreta no quiere armar Cambiemos en la Ciudad; Larreta dice que Lousteau está muy bien como embajador de los Estados Unidos de Macri y que criticar la gestión porteña es criticar al presidente. La competencia dialógica podría seguir todo el año, si no fuera porque Macri bajó el mandato de que tiene que haber un único frente Cambiemos. La duda es si eso será realmente posible.

¿Qué dicen en el Gobierno de Larreta? “Estamos en conversaciones con la Coalición Cívica para llegar a un acuerdo”. Se sabe: el jefe de Gobierno apuesta todo a que Elisa Carrió sea la candidata de Cambiemos en la Ciudad. El mandatario cree que así neutralizará a Lousteau, dado que el líder de ECO busca mantener su alianza con ella, al punto de que ya le ofreció al lilito Fernando Sánchez que vuelva a ser su compañero de fórmula en 2019. Hasta ahora, los lilitos le agradecieron a Larreta el interés pero no dieron señales de si su líder será candidata aquí o del otro lado de la General Paz. Los radicales, en tanto, deslizan que el jefe de Gobierno no debería confiarse sobre la posibilidad de que Lousteau no se presente a competirle a Carrió: después de todo, ya tuvieron elecciones en las que compitieron en una interna.

El énfasis está puesto en evitar las internas y armar el frente Cambiemos en todas las provincias, lo que incluye la Ciudad de Buenos Aires, donde no sólo no existe sino que la UCR porteña tiene su propio proyecto para desbancar al macrismo.

¿Qué dicen los radicales? “No hay conversaciones”. Y agregan: “La condición para sentarse a hablar es que haya primarias”. En concreto, los correligionarios advierten que no los van a convencer con un par de lugares en las listas y que lo que demandan es que Lousteau compita contra el resto de los candidatos. Algo que, aseguran, eriza los pelos de la espalda de Larreta. Los macristas retrucan que el acuerdo no está tan lejos: “Con una combinación de lugares en las listas y de cargos, tenemos confianza en que van a arreglar. No creemos que vaya a haber internas”, dicen los que están en la rosca.

¿Qué dicen en la Coalición Cívica? “Lo de la Ciudad está bien jodido, especialmente entre la UCR y el PRO. No se ponen de acuerdo. Viene difícil la posibilidad de que se sienten los tres partidos”. Los lilitos, que abandonaron el bloque de ECO el año pasado, destacan su buena predisposición a hablar con todos: con Lousteau, a quien acompañaron en sus incursiones porteñas del año pasado, y también con Larreta, con el que recientemente cenó Carrió con la compañía de María Eugenia Vidal y el vicejefe de Gabinete nacional, Mario Quintana. “Hablar, hablamos con todos, pero no hubo ningún tipo de avance”, indicó un dirigente que talla en las negociaciones porteñas.

La competencia dialógica entre Larreta y Lousteau podría seguir todo el año, si no fuera porque Macri bajó el mandato de que tiene que haber un único frente Cambiemos.

En el espacio de Lousteau, advierten, hay dos grupos con velocidades distintas: los radicales quieren jugar ya. La consigna es que Lousteau vuelva a competir por dentro o por afuera de Cambiemos. Pero también hay otros sectores que le indican al dirigente que tal vez sería mejor dejarla pasar. Entre los que están evaluando con cautela la situación se encuentran su primo Guillermo Laje, quien está cada vez más involucrado en las decisiones, y su principal hombre en la Ciudad, el presidente del Consejo Económico y Social, Federico Saravia. “Este año, Cambiemos es una picadora de carne para todos lados. Especialmente, en la Ciudad”, advirtió uno de los negociadores que tendrá que poner, tarde o temprano, las manos en la picadora.

Tampoco el jefe de Gobierno termina de resolver si desdoblará las elecciones porteñas o si esta vez las intentará unificar con las nacionales. Hay voces que indican que Larreta se inclina por la segunda opción, pero nada está cerrado hasta que no se haga el anuncio formal. En ese caso, el jefe de Gobierno requeriría que la Legislatura le apruebe una ley, dado que el marco actual no permite que las elecciones porteñas sean al mismo tiempo que las nacionales.

Si la alianza de los tres espacios se concreta en la Ciudad, está claro que las chances electorales se consolidan de forma casi irreversible. En términos de bancas en la Legislatura, también produciría una suerte de súper-bloque oficialista que hasta ahora no existe de esa forma, más allá de cómo juegan cada uno de los espacios para acompañar las leyes macristas o no. La clave es cuánto piensa ceder Larreta en función de consolidar esa mayoría. ¿Está dispuesto a entregar ministerios a los radicales, algo que ni en el Gobierno nacional ha sido dispuesto con generosidad? ¿Se jugará a ir a una interna con Lousteau en 2019 por la jefatura de Gobierno (y por el futuro de su carrera política)? ¿Hasta qué punto se va a involucrar el presidente para forzar un acuerdo porteño? Todas preguntas que todavía no tiene respuesta. Algunas de ellas seguramente se despejarán antes que termine este 2017 cargado de elecciones.