LARRETA Y LA PARITARIA DOCENTE

Atado al mástil

El jefe de Gobierno quedó atrapado en la disputa nacional por el salario docente. Un conflicto que se podría haber resuelto antes de comenzar las clases lleva ya cuatro días de paro en la Ciudad.

Werner Pertot
Una vieja epopeya griega cuenta cómo hizo Ulises para escuchar el canto de las sirenas y no morir arrojándose al mar, como le ocurría a todos los que oían sus voces: obligó a todas la tripulación de su barco a taparse los oídos y a atarlo al mástil. Así, encadenado, el viajero escuchó la voz terrible de las sirenas sin sucumbir. Algunos intelectuales de la escuela de Frankfurt interpretaban que era una imagen exacta del capitalismo: el hombre inmovilizado en un barco conducido por sordos y enloqueciendo por lo que escucha, pero sin poder detener la marcha. Lejos de estas disertaciones intelectuales, el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, enfrenta un conflicto docente como no había en la Ciudad hace más de cinco años. No obstante, Larreta también parece atado al mástil, pero al mástil del conflicto nacional que sostienen Mauricio Macri y María Eugenia Vidal. Esta vez la estrategia del bajo perfil no le funcionó al jefe de Gobierno y el conflicto golpea directo en las escuelas porteñas. De yapa, le reclaman más represión de las protestas.

Los primeros años de Mauricio Macri fueron de fuertes conflictos con los gremios docentes: el entonces jefe de Gobierno solía cuestionarlos por sus licencias y vacaciones e instruyó a su primer ministro de Educación, Mariano Narodowski, para ser inflexible en las negociaciones. El resultado fue parecido al que están consiguiendo ahora: un inicio de clases cargado de paros y marchas. Luego de que Narodowski debiera dejar el cargo, Macri ubicó en ese lugar a Esteban Bullrich y cambió la estrategia: se negoció con los gremios y aparecieron los fondos para evitar conflictos. Alguna vez, ante sus íntimos el antecesor de Bullrich en el cargo se quejó: “Si la idea era darle todo lo que pidieran, eso también lo podía hacer yo. ¿Para qué Macri me pedía que fuera tan duro”.

Hasta este año, la estrategia de negociar y conseguir cerrar acuerdos funcionó sin fisuras en la Ciudad. Lo hicieron, incluso, en el 2016 cargado de inflación. Pero ahora Macri parece haber vuelto a los orígenes: busca que los gremios (y no solo los de los docentes) acuerden paritarias por debajo del 20 por ciento. Esa fue la orden que recibieron tanto Larreta como la gobernadora María Eugenia Vidal. Aunque la tensión y la atención están concentradas en ella, el jefe de Gobierno también viene sufriendo lo suyo por quedar pegado a esa estrategia. Y polarizar con los docentes puede tener sus costos: según el informe anual del Consejo Económico y Social porteño (CESBA), la escuela pública tiene una valoración positiva mayor que la privada.



Esta semana, sin ir más lejos, tuvo 48 horas de paro y 15 mil docentes marchando hasta el ministerio de Hacienda porteño para exigirle una solución. Si bien la mayoría de las consignas le apuntaron a Bullrich, Larreta viene teniendo que enfrentar un conflicto que, con los fondos de la Ciudad, ya se podría haber resuelto hace rato.El techo de Macri está perjudicando incluso a la jurisdicción más rica del país”, advierte Eduardo López, de UTE-CTERA, quien indica que hasta ahora la oferta es del 19,75 por ciento: 1500 pesos en marzo y otros 500 en agosto. López lo compara con los aumentos que dispuso el Gobierno porteño: “En la Ciudad, empresas ya sinceradas que no necesitan sincerar tuvieron aumentos: AUSA, un 80 por ciento y 66 por ciento el subte, que se fue a 7,50 pesos. Y el ABL fue del 30 por ciento, que es lo que va a ser la inflación de este año. En esas tres, no podes hablar de la pesada herencia: dependen del PRO hace 9 años. ¿Por qué Larreta no les aplicó el techo del 20 por ciento a esas tres?”.

La negociación, al igual que en la provincia de Buenos Aires, está empantanada. Y no es que la ministra de Educación, Soledad Acuña, no tenga cintura política para negociar: lo que ocurre, según cuentan en el edificio futurista de Parque Patricios donde tiene sede el Gobierno porteño, es que el conflicto está nacionalizado. Y los funcionarios porteños se ven a sí mismos como el jamón del sánguche. Y no pareciera haber una salida (porque la salida es política): imaginemos que pasaría si Larreta ofreciera el 35 por ciento de aumento y la dejara sola a Vidal peleando con los gremios bonaerenses. No es algo que parezca factible…

Larreta viene teniendo que enfrentar un conflicto que, con los fondos de la Ciudad, ya se podría haber resuelto hace rato.



Hasta ahora, a Larreta le había funcionado su estrategia de concentrarse en la gestión, y esquivar los escándalos y conflictos que golpeaban sobre el Gobierno nacional. Es una forma de preservar su capital político a la espera de que Macri requiera un sucesor en la presidencia y Vidal llegue desgastada para el momento del recambio. Una de las decisiones que tomó Larreta es no hacer caso a los planteos de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien le exigía que aplicara su protocolo antipiquetes. A fines del año pasado, el presidente Macri le llegó a reclamar públicamente por las manifestaciones a Larreta.

A comienzos de este año, el jefe de Gobierno instrumentó la Policía de la Ciudad, que ya participó de la represión a los manteros de Once y a las mujeres durante el 8M. Una interesante columna del periodista Santiago Fioriti revela que en la Casa Rosada piensan que esto no es suficiente y que tiene que ser más dura la política hacia las manifestaciones callejeras. “Hay que ir poniendo límites”, le habría dicho Macri a Larreta. La presión derivó en una reunión que tendrán la semana entrante los responsables de seguridad nacionales y porteños. Entre los planes está reprimir al que corte el Metrobus, detener a manifestantes encapuchados, a quienes acampen, y “no dejar que se instalen ollas populares”. Todo un mensaje para los movimientos sociales, cuyos reclamos vienen in crescendo con el aumento de la pobreza. Hasta ahora, el jefe de Gobierno había podido zafar de esos cantos de sirena (sobre todo, pensando en no sufrir el costo político de reprimir a mansalva). Pero desde el conflicto docente para acá, ya lo ataron al mástil.

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