- Opinion
- 11.04.2017
OPINION
De los paros virtuosos a los paros extorsivos
Termina otra semana trepidante en la que no tuvimos noticias de la lluvia de inversiones pero tampoco de la Pobreza Cero; es decir, una de cal y otra de arena.
Apremiada por sus bases, algo más impacientes que sus dirigentes, la CGT puso finalmente la fecha y llamó a un paro nacional el 6 de abril, con el apoyo de las dos CTA. El mismo día, en la inauguración de un nuevo Davosito- ese simposio elegante en el que muchos CEO prometen inversiones futuras a cambio de ventajas inmediatas- el presidente explicó: "Qué bueno que estemos todos acá trabajando" , demostrando una vez más su enorme empatía hacia los trabajadores. Según varios medios serios, el paro no fue masivo y, además, fue masivo, pero sólo gracias al paro de transporte. Varios especialistas independientes explicaron que si la UTA no hubiera apoyado el paro, éste se hubiera sentido menos. No sólo eso: si la CGT no lo hubiera organizado, el paro se hubiera sentido aún menos. En todo caso, fue difícil no sentir nostalgia por los paros realizados durante la larga noche kirchnerista, saludados como virtuosos “llamados de atención a CFK” y no como “métodos violentos y extorsivos”.
Al parecer, así como todos debemos cumplir con una ley, incluso quienes votaron en contra, un paro votado por los representantes de los trabajadores, es, al contrario, opinable. Pero si la huelga dependiese de una decisión individual y no de una resolución colectiva, nuestra Constitución hablaría del derecho individual a ausentarse y no del derecho de huelga como una prerrogativa de los gremios. Tal vez el artículo 14 Bis debería decir si es kirchnerista.
Inspirado por la acotada aunque virtuosa convocatoria de la marcha a favor de la democracia como Dios manda, el PRO decidió relanzar el fructífero diálogo. En unos pocos días, la policía pasó de lanzar gases y balas de goma en un merendero de Lanús buscando a un evanescente sospechoso, a reprimir a los docentes que querían armar una carpa frente al Congreso, en un intento por “protestar creativamente sin perjudicar a los chicos con paros", como el propio gobierno les pidió. Según la humorista Pato Bullrich, a cargo del ministerio del Seguridad, "la policía estaba parada y los docentes les pegaban patadas por abajo". Asombrosamente, nada dijo sobre los golpes de cara y estómago que esos mismos docentes le propinaron a los desarmados palos de la policía.
El imprescindible diputado Eduardo Amadeo apoyó el desalojo de los docentes ya que “la ley hay que cumplirla”. Por suerte para él, cuando participó de una carpa similar en denuncia del gobierno anterior junto a todo el gobierno actual, la ley no se cumplió. Quienes critican el período kirchnerista tienen razón: aquello no era libertad, era libertinaje.
Apenas recibió la orden de la jueza Dora Temis de convocar a la paritaria nacional docente, como estipula la ley, el Gobierno decidió apelar el fallo y pedir su recusación. Desde el Comité de Actividades Antiargentinas, el ministro del Desempleo Jorge Triaca justificó la iniciativa ya que “la jueza tiene antecedentes kirchneristas”. Fuentes no chequeadas mencionaron incluso la posibilidad de retirarle la nacionalidad y aplicarle la Ley de Residencia.
Luego de alejarse de Néstor Kirchner al descubrir que no era Camilo Cienfuegos, Viki Donda y Humberto Tumini se aliaron con Alfonso Prat Gay, Ernesto Sanz y la Mentalista Carrió. Hoy se ilusionan con Margarita Stolbizer y Sergio Massa. La vida es impiadosa.
Por último, Alejandra Gils Carbó dictaminó que la prisión preventiva de Milagro Sala "es ilegal y debe ser dejada sin efecto". Que el Grupo de Trabajo de la ONU, la CIDH, el presidente de la OEA, Amnesty International, Human Rights Watch, el Departamento de Estado de los EEUU y ahora también la procuradora, digan si son kirchneristas.
Todo lo que quieran pero ya no le tenemos miedo al censista.
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