- Opinion
- 18.01.2018
OPINION
Ensañarse con la docencia
El decreto de necesidad urgencia firmado por el Presidente Macri excluye de la discusión paritaria de un plumazo al sindicato más representativo de la actividad docente. La gobernadora Vidal convocó a desvincularse de los sindicatos. ¿Porqué tanto empeño en atacar a los docentes?
Lo cierto es que la docencia argentina es muy revoltosa y persistente en sus tareas. Y tal vez allí resida la motivación que tiene el gobierno de Mauricio Macri con la docencia que se organiza.
En el día de ayer, el presidente de la república firmó un decreto de necesidad y urgencia, en el que limita la participación del sindicato mayoritario y más representativo de la docencia argentina en las discusiones sobre las condiciones de trabajo de los y las docentes, las políticas educativas y el salario que perciban los cientos de miles de educadores de toda la patria.
El decreto no es un hecho aislado, sino que es un engranaje de una maquinaria abismal que enlaza múltiples operaciones políticas orquestadas desde el gobierno de la alianza Cambiemos, y sostenido por operadores e instituciones mediáticas que bombardean a mensajes desde argumentos pocos sofisticados pero permanentes.
Eduardo López, secretario gremial de CTERA y titular de UTE, principal sindicato docente de la Ciudad de Buenos Aires, se ha manifestado en contra del decreto, planteando que las decisiones que no son ni una necesidad, ni una urgencia, (como este DNU) son prepotentes y arbitrarias.
El problema que tiene el gobierno de Mauricio Macri es que las tareas que emprenden los y las docentes argentinas no se circunscribe a la fantasía del mundo liberal, donde los patrones esperan que las escuelas fabriquen cuerpos disciplinados y mentes opacas con destinos que perpetúan la desigualdad.
La docencia argentina tiene más de 600 docentes detenidos desaparecidos, tiene una carpa construida con el aliento del ayuno, tiene largas marchas blancas que pisan todas las provincias, tiene una escuela que ha itinerado por gran parte de país y ha sido reprimida en la plaza del Congreso en la Ciudad de Buenos Aires, bastión del mundo pro y repetido escenario de la represión estatal.
Pero la docencia cuenta además con el poder de la palabra, el arraigo en las comunidades donde educan, cuenta con el respeto que le da el abrazo a millones de niños y niñas a lo largo y ancho de la patria, la caricia a las familias que necesitan un apoyo, una alianza de amor y compromiso con las familias.
La docencia organizada es un problema para aquellos que no quieren la unidad de corazones nobles, que prefieren obstáculos en la búsqueda incansable de memoria, verdad y justicia para los pueblos, y que sueñan con destinos inamovibles, de desventura e incertidumbre.
Hace unos días, la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, convocó a “desvincularse” de los sindicatos docentes, embistiendo contra la principal herramienta de los y las trabajadoras para la defensa y promoción de un trabajo digno.
Desde SUTEBA, el secretario general Roberto Baradel, quien fue víctima de amenazas durante todo el año pasado y mantiene una tensión con la gobernadora Vidal, alertó sobre el plan de debilitamiento de los sindicatos que defienden los derechos laborales.
En esta instancia no encontramos rastros de espontaneidad, sino datos concretos de una operación que tiene como objetivo el arrasamiento de las organizaciones, de la dirigencia que levanta la voz en defensa de sus representados, y del sometimiento a ideas que reproducen un sistema de valores que atenta contra los valores democráticos.
Sonia Alesso, secretaria general de CTERA, y otros dirigentes sindicales nacionales han salido públicamente a cuestionar este decreto, planteando incluso su inconstitucionalidad y la posibilidad de recurrir a tribunales internacionales para que intervengan.
La docencia argentina tiene una historia de compromiso con la educación, que trasciende los muros escolares y se instala en las calles, si es necesario, para dar cátedra de defensa de los valores democráticos. Probablemente, durante este año que aún es nuevo, tengamos nuevamente clases públicas de miles de maestros y maestras que defienden el porvenir de las generaciones que están y que vienen en camino.
Si se busca el antónimo de la palabra “ensañarse”, nos toparemos con las palabras “humanizarse”, “suavizarse”, perfectos sinónimos que se encuentran presentes en cada uno de los maestros y maestras que luchan por una educación que libera mentes y construye esperanzas que pueden realizarse.
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