COMUNA 7

Los manteros se instalaron en la avenida Nazca de Flores

Ocupan tres cuadras, entre las vías del Sarmiento y la avenida Avellaneda; en la zona hay inspectores y policías, pero no se ven controles; el comercio formal se queja por la competencia.


En los barrios de Flores y Floresta, la avenida Avellaneda dejó de ser caótica porque el Gobierno porteño sacó a los manteros que ocupaban hasta dos carriles del tránsito: solamente resisten algunos vendedores ambulantes que caminan las veredas. El tema se trasladó a escasos metros: son tres cuadras sobre Nazca -entre Avellaneda y las vías del tren Sarmiento- se monta un paseo de compras en la vereda, informa La Nación.
 
La venta ambulante sucede delante de agentes del Ministerio de Espacio Público y la Policía de la Ciudad. Y de los otros comerciantes que se quejan y dicen que así no pueden competir.
 
Los vendedores callejeros ocupan media vereda en esas cuadras de la avenida Nazca, en el barrio de Flores. El espacio para los peatones apenas alcanza para caminar en fila. Son nómades: llegan todos juntos, a partir de las 16 horas, cuando los bancos cierran y queda solamente un policía en la zona. "No podemos hacer mucho más que desalentar la venta. Solo les pedimos por favor que se vayan", dice a La Nación el único efectivo policial parado en la esquina de Bogotá y Nazca. La policía no puede confiscar la mercadería sin una orden: esa tarea corresponde a los inspectores de Espacio Público.
 
Fuentes del Gobierno porteño afirman que "las inspecciones también se hacen sobre Nazca", pero uno de los 27 inspectores que custodian los 1000 metros de Avellaneda entre Chivilcoy y Nazca dice otra cosa: "No podemos abordar Nazca, aunque sí cubrimos algunas calles internas. El bastión es Avellaneda: nosotros nos enfocamos acá".
 
La situación de Nazca genera un problema para los demás comerciantes: "Yo vendo a $200 un producto que afuera cuesta $100. ¿Cómo hago? Yo entiendo que es gente que necesita trabajar, que está en problemas, pero la competencia no es justa y encima no hay control", dice a La Nación Marcos Cavero.
 
En ese tramo de Nazca, hay muchas de galerías comerciales. Cada una tiene alrededor de 20 locales que ofrecen productos similares: ropa, mantas, sábanas, toallas; nada muy diferente a lo que se consigue en la vereda. Roberto Solís alquila un puesto en un paseo comercial. Su diagnóstico coincide con el de Cavero: "El problema empezó cuando cerró Liniers. Desde entonces se llenó de manteros que venden lo mismo que yo, pero a mitad de precio. Así es imposible".
 
En la desalojada avenida Avellaneda se realizan controles de manera permanente desde abril de 2016, explican desde Ambiente y Espacio Público. Sus 27 inspectores mantienen la zona libre de vendedores. Secuestran mercadería y labran actas en conjunto con la Policía de la Ciudad, cuya presencia es impresionante: en la esquina con Argerich, hay un móvil policial del tamaño de un colectivo estacionado.
 


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