- Comunas
- 10.04.2018
MEDIO AMBIENTE
Se generan 6.000 árboles por año para embellecer la Ciudad
Las especies no superan los siete metros y no rompen las veredas. Trabajan en la Reserva Ecológica y en el Parque Avellaneda para renovar los ejemplares que están en veredas y parques. Los expertos dicen que la arboleda actual está desactualizada.
En la Ciudad de Buenos Aires hay dos grandes incubadoras de árboles, capaces de generar 6.000 ejemplares por año. Son zonas de experimentación dirigidas por botánicos que intervienen en la gestación, nacimiento y desarrollo de árboles autóctonos de la región del Río de la Plata o de especies propias de la Argentina que sean aptas para veredas, plazas y parques. Una funciona en la Reserva Ecológica, la otra en Parque Avellaneda, informa Clarín.
“La arboleda quedó desactualizada. Los plátanos dan alergia, las tipas se caen y hay tantos fresnos que, si un hongo los enferma perdemos la mitad de los ejemplares”, dice a Clarín Jorge Serángelo, un técnico botánico que trabaja en el Parque Avellaneda.
En este espacio verde los expertos realizan su tarea dentro de una cúpula de varillas flexibles y cubierta de lona a la que llaman domo y que guarda 1.000 ejemplares distribuidos en macetas negras de distintos tamaños y decenas más, que aún son semilla y esperan su germinación en bandejas llenas de compost y sustrato de río. La cúpula es blanca y de bordes metálicos, hecha sobre el esqueleto de un viejo tanque australiano.
Hacia 1890 Carlos Thays comprobó que en Buenos Aires crecían árboles de clima subtropical al plantar tipas, ceibos y palos borrachos que había descubierto en selvas de Salta y Tucumán. Pero desde entonces pasaron más de 100 años y en la cabeza de los expertos había una exportación inédita. Era la de un ejemplar de tronco bajo y copa redonda, que se llena de flores amarillas en febrero y marzo: el cassia carnaval. Originario de Jujuy y Salta, hay uno en una vereda del barrio de Villa Luro. De ahí extrajeron semillas y las sembraron en tierra nueva. Los primeros brotes aparecieron y con ello un objetivo: modernizar el paisaje urbano con otras plantaciones.
Los árboles producen oxígeno, absorben dióxido de carbono y amortiguan ruidos. Aunque no hay árboles nativos de las urbes, los que van a veredas, plazas y parques tienen una planificación detrás. “Plantar un fresno, un paraíso, un plátano o una tipa perdió sentido. Esos árboles demostraron que tienen problemas de salud. Nosotros estamos sembrando especies que no superan los siete metros, no rompen veredas y son resistentes”, dice Serángelo.
La producción del domo y de un invernáculo exterior con 500 ejemplares abastece a los barrios de Villa Soldati, Villa Riachuelo, Villa Lugano, Liniers, Mataderos y Parque Avellaneda. También al Parque General Paz, en Saavedra. Se usa para reemplazar plantaciones enfermas o llevar verde a espacios grises.
“El objetivo, a 2019, es reproducir ejemplares para toda la Capital y que el Estado no tenga que comprar a viveros privados”, dice a Clarín Gabriel Borges, el responsable del mantenimiento del espacio público de las Comunas de la Ciudad. Adrián Peña, a cargo del arbolado público, del domo y el vivero del parque, precisa: “Un árbol cuesta entre 300 y 500 pesos, según la especie. Es un ahorro importante”.
“Multiplicamos especies nativas de la región del Río de la Plata para incorporarlas a la reserva y así recuperar el paisaje original. Un ambiente que se perdió desde la llegada de los españoles y que sólo se encuentra en la isla Martín García o en Punta Lara”, dice a Clarín Fernando Pisera, responsable del vivero del Ministerio de Ambiente y Espacio Público que genera la producción.
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