- Opinion
- 22.07.2018
PROYECTOS INCONFESABLES
Larreta for president
El sueño presidencial de Horacio Rodríguez Larreta podría adelantarse si Mauricio Macri no detiene su caída en las encuestas. El plan B sigue siendo, no obstante, María Eugenia Vidal. Los esfuerzos de Macri por seguir siendo el plan A.
La semana que pasó, el presidente Mauricio Macri hizo esfuerzos comunicativos extremos por intentar reflotar el proyecto de su reelección (el único plan del PRO antes de la corrida cambiaria, que luego comenzó a tener como alternativa adelantar la postulación de María Eugenia Vidal a nivel nacional). Macri dio una conferencia de prensa, fue a hablar a la Bolsa de Comercio y hasta transmitió en vivo por Instagram. Insistió, en este último intento por mostrar “cercanía” con los ciudadanos, con que se quedará “hasta que ustedes digan”. No obstante, hay un tercer actor en esta película que sueña con ser presidente: el jefe de Gobierno. Si bien en los planes originales, Larreta buscaría su reelección en la Ciudad, una complicación del escenario electoral nacional podría empujarlo a intentar reemplazar a Macri. Nadie hablará por el momento de esto, aunque son llamativos los intentos de posicionarse como un dirigente del PRO que no está siendo erosionado por la crisis económica. Y que tiene con qué resolverla. A esto hay que sumar su decisión de, sutilmente, ir tomando distancia de las decisiones de Macri en torno al FMI.
Las primeras señales de que Larreta comienza a distanciarse aparecieron en el diario La Nación, incluso en algunas notas que debieron cambiar de título en la web luego de algún enojo oficial. La premisa es clara: si Cambiemos suspende timbreos, Larreta se muestra más en la calle; si la obra pública se frena, Larreta se muestra inaugurando más obras. Otra nota de Nicolás Eisler en Tiempo Argentino señalaba por ese entonces cómo el jefe de Gobierno había destinado más recursos a instalar un nuevo call center para medir si estaba cayendo su imagen. Las encuestas, sabemos, son consumidas por todo el macrismo como la droga del siglo XXI. Pero, al parecer, por Larreta, más.
La principal preocupación del jefe de Gobierno es que una eventual caída del presidente lo termine arrastrando a él. De hecho, sus allegados dejaron trascender por diversos medios que Larreta preferiría no sacarse más fotos con Macri, pero no tiene margen para decir que no. No es lo único que dejaron trascender. Desde diversos medios oficialistas vienen intentando apuntalarlo, ya sea con comentarios favorables a su gestión en programas como Polémica en el bar, o con notas en Clarín donde señalan que sigue bien arriba en las encuestas.
Hay un sondeo de Analogías que estuvieron circulando. Marca que Macri, por primera vez desde que llegó a ser jefe de Gobierno en 2007, tiene una imagen negativa mayor a la positiva en el electorado porteño. Concretamente, la encuesta le dio un 51,4 por ciento de negativa y un 46,9 de positiva. Frente a esto, Larreta mantiene un 58,1 por ciento de imagen positiva contra 39,5 por ciento de negativa. Es decir, mientras Macri cayó siete puntos desde abril y unos 13 desde diciembre, Larreta mantiene números mejores y –destacaban- un 77 por ciento de aceptación entre los mayores de 60 años.
La difusión de esos números no es casual. Tampoco lo es que el jefe de Gobierno esté intentando evitar tomar medidas antipopulares. Quedó suspendida, por ejemplo, la extensión de los parquímetros a casi la mitad de la Ciudad, en medio de la crisis. Y el intento de que no le tiren por la cabeza las eléctricas Edesur y Edenor y AYSA, además de los subsidios de transporte. En el Gobierno porteño, me compararon esta decisión de transferir gastos con otra que está alojada en la memoria emotiva del macrismo: el traspaso del subte que hizo Cristina Fernández de Kirchner con Macri.
-En ese momento, Macri subió la tarifa al doble –acoté al funcionario con el que conversaba.
-Eso es políticamente inviable. No va a pasar – prometió. Los usuarios de colectivos o quienes quieran seguir usando la luz y el gas estarían agradecidos si se cumple esa promesa. No obstante, que comparen lo que está haciendo Macri con lo que sintieron que les hizo CFK no es poco.
“Habrá que reasignar recursos que eran para obras. Se dejarán de construir pasos a nivel. Me imagino que no querrán que suspendamos el Paseo del Bajo”, se quejan amargamente en la Ciudad. Sucede que las obras son el principal caballito de batalla en la campaña 2019 de Larreta.
La relación con el Gobierno nacional, en medio de esto, no pasa por su mejor momento. Pese a que Larreta lo niega, existen roces con el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Sobre todo porque, en tándem con Vidal, Larreta viene planteando estrategias diferentes a las que impulsa el ministro coordinador. Ellos dos, junto con Nicolás Caputo, dejaron trascender que están en desacuerdo con el clima de “la crisis ya pasó” que cunde por estos días en el Gobierno nacional.
Todos estos escarceos mediáticos tienen un trasfondo un tanto inconfesable, que es el plan de Larreta para algún día ser presidente. Antes de la crisis, el plan era que los tres (Macri, Vidal y Larreta) reelegían en sus distritos y 2023 era un terreno lejano de especulación y ambiciones. Los planes podrían adelantarse, si la situación económica se sigue complicando y Macri sigue en caída libre. Por eso los sutiles intentos de Larreta por ir desmarcándose lentamente.
“Horacio se está desmarcando porque sabe que tiene con qué. Tiene su propio equipo con el que puede torcer este rumbo. Lo que buscamos es que la gente lo note”, me indicaban en el Gobierno porteño. Esto último esconde el cálculo que está haciendo Larreta: si la situación empeora y Macri cae junto con Vidal (insisto: las notas de medios amigos se esfuerzan por señalar que Larreta no cayó tanto como ella en las encuestas), ¿por qué no puede ser él el candidato de Cambiemos? No es algo que Larreta vaya a admitir jamás y, si alguien le pregunta, lo negará. Por ahora.
Pero el cálculo claramente está, acicateado por las internas con Peña. “No lo están escuchando a Horacio, que venía proponiendo otros caminos económicos. Hace dos meses que no lo escuchan. El problema es Marcos, que condiciona cualquier mirada diferente”, me decían hace poco, en un off the record sepulcral. La lista de medidas que Larreta no hubiera tomado, según dicen en su Gobierno, es larga, pero una llama la atención: no ir a pedirle plata el FMI. En público, el mandatario porteño respaldó esa decisión, pero en privado muestra reservas. Por ahora, no habrá más que eso. En su plan de reelección, el presidente está forzando que las elecciones nacionales sean pegadas a las porteñas y que Larreta compita con Martín Lousteau, para que ambos le sumen votos a una lista presidencial. O, por lo menos, ese era el plan. Para el jefe de Gobierno es tiempo de sentarse y esperar a ver qué ocurre con Macri. Y después hará su jugada.
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