- Opinion
- 19.08.2018
ROGGIO Y LOS CUADERNOS
Que las coimas no arruinen la licitación
El Gobierno porteño se dispone a licitar la concesión del subte a un privado por 15 años más. Entre los competidores está la empresa de Aldo Roggio, que esta semana reconoció haber pagado coimas y renunció a la presidencia de sus propias empresas.
La causa de los cuadernos viene haciendo desfilar en una novedosa procesión a los principales empresarios nacionales. Uno de ellos fue Aldo Roggio, titular del grupo homónimo que controla Metrovías, la empresa que tiene la concesión del subte desde 1994. Como hemos contado en diversas oportunidades, el Grupo Roggio consiguió mejorar sus ganancias con el paso del control del subte al macrismo, que le permitió seguir una vez que la concesión expiró y ahora prepara una licitación en las que tiene buenas chances de seguir manejando el subte por otra década más (por lo menos). Huelgan los comentarios sobre el estado actual del subte, cuyos trabajadores debieron volver al paro la semana pasada ante la intransigencia para negociar paritarias. El pequeño detalle que nadie tiene en cuenta es que el grupo empresario quedó involucrado en la causa de los cuadernos fotocopiados. El propio Roggio admitió haber pagado coimas a cambio de los subsidios para el subte al kirchnerismo. De lo que ocurrió cuando se hizo cargo el macrismo, por ahora, no se supo nada.
Fue un capítulo más en la saga de los cuadernos donde apresan y sueltan empresarios según qué relato estén dispuestos a firmar. Pero para la Ciudad no debería ser un capítulo que se pase por alto. Uno de los empresarios “arrepentidos” fue Aldo Roggio. Declaró ante el fiscal Carlos Stornelli y, según las filtraciones del juzgado (recordemos que hay secreto de sumario), dijo que le devolvía en efectivo el 5 por ciento de lo que recibía como subsidios al subte. Según los trascendidos judiciales, le habría entregado ese dinero al entonces secretario de Transporte, Ricardo Jaime, quien ya fue condenado en otros casos de corrupción y por los muertos de Once. “No tuvimos oportunidad de negarnos a la exigencia”, sostuvo Roggio, en el mismo plan de buena parte de los empresarios de mostrarse como pobres víctimas de una extorsión.
Roggio, un hombre del poder económico argentino de los que no están acostumbrados a pedir permiso, tuvo que ir tres veces al juzgado de Bonadío hasta que el juez le aprobó el acuerdo. Y luego de firmar tomó una medida excepcional: renunció –al menos en los papeles- a la presidencia de dos de sus empresas, con el fin de preservar los negocios actuales. Las empresas a las que renunció son Benito Roggio e hijos y Clisa, Compañía Latinoamericana de Infraestructura y Servicios, vinculada a la obra pública. En esta última lo reemplazó el vicepresidente de esa empresa y en la primera ocupó su lugar Graciela Roggio, su hermana. Todo queda en familia.
El sitio Subte data hizo una encuesta en Twitter en la que preguntó si Roggio debería quedar afuera de la nueva licitación del subte luego de haber admitido pagar coimas hasta 2011. Votaron 4.600 usuarios. El 85 por ciento opinó que sí. En el Gobierno porteño no opinan lo mismo. Según confirmaron cerca de Larreta a Nueva Ciudad, de momento, Roggio no será excluido de las nuevas licitaciones del subte. Por ende, Metrovías es una de las tres empresas que está en carrera para seguir con la concesión del subte, que el macrismo se empeña en mantener en manos privadas mientras la oposición porteña sigue planteando en minoría la posibilidad del control estatal.
Las otras dos empresas que compiten son francesas: RATP Dev (en asociación con Alstom) y Keolis-Helport. Esta última es una unión entre la empresa que opera el Metro de Lyon y la Corporación América de Eduardo Eurnekián. RATP maneja el transporte público de París. En off the record, en la sede de Parque Patricios admitían que es la que tiene mejores chances. Esto tiene que ver con las condiciones que les pusieron a las empresas.
Concretamente, el socio mayoritario tiene que mostrar experiencia como operador de una red de subterráneos por, al menos, 15 años, con un mínimo de 30 kilómetros de extensión y con antecedentes en transportar 180 millones de pasajeros por año en el período 2015-2017 y también en el mantenimiento de la infraestructura del subte. Eso dejó afuera a muchos competidores. Las empresas que pasaron ese filtro ya presentaron ya sus ofertas, como detalló el sitio especializado En el subte.
Ahora deberá actuar una comisión evaluadora del Gobierno porteño y SBASE (en su totalidad, macristas, aunque tienen el asesoramiento del Metro de Barcelona y de la Universidad de San Martín) para emitir un dictamen. En octubre se abrirá el segundo sobre, que tiene la oferta económica de cada uno de los tres grupos. En noviembre se conocerá quién manejará el subte los próximos 12 años (con la posibilidad, casi segura, de extenderlo por tres años más).
Las condiciones seguirán siendo onerosas para el Estado y favorables al privado: “Los pliegos de la actual licitación presentan subsidios durante todo el contrato y establecen que no hay inversiones para obras o coches nuevos obligatorias para el concesionario”, cuestionó el defensor adjunto del Pueblo Gabriel Fuks en una columna en la que analiza el deplorable estado de la concesión.
Roggio confesó haber pagado al kirchnerismo a cambio de los subsidios al subte. Nada dijo de lo que ocurrió cuando Macri se hizo cargo del subte, hace seis años. El entonces jefe de Gobierno aumentó sideralmente las tarifas –más de mil por ciento- y los subsidios del Estado a Roggio en vez de disminuir también crecieron –por encima del 400 por ciento-, todo en beneficio de la empresa. Roggio solo habló del pago de coimas hasta 2011. De la época de Macri no dijo nada. ¿Alguien le preguntará?
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