- Opinion
- 03.03.2019
SINTONÍA OFICIAL
Demasiado optimistas
El jefe de Gobierno presentó una Ciudad impecable, donde los subtes llegan en tres minutos y la educación está cada vez mejor. Lo hizo protegido por un cerco policial para que no se le acercaran manifestantes a expresarle su gratitud.
El viernes pasado asistimos a un ejercicio colectivo de imaginación. Mientras el presidente Mauricio Macri nos invitaba a alucinar con que en los últimos años la inflación bajó –en lugar de tocar récord no alcanzados en 20 años-, la economía creció –en vez de desplomarse- y se crearon decenas de miles de empleos –en lugar de destruirse miles-, el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, flasheó una Ciudad con subtes que llegan cada tres minutos y cumplen estándares internacionales, una educación que crece, con vecinos que acceden a nuevas viviendas, en lugar de ser expulsados por las tasas imposibles de pagar. Los discursos no despertaron carcajadas, aunque a Macri lo aplaudieron de pie los opositores para completar su fantasía (esperemos que el mandatario haya entendido la ironía). Al igual que Macri, Larreta incorporó algo de la agenda de género a su discurso. Ambos fueron discursos de campaña. La principal diferencia es que el jefe de Gobierno mencionó muchas más obras concretas y anuncios que el discurso presidencial. Esa buscará ser la impronta de Larreta para reelegir.
La ausencia casi total de menciones a la realidad nacional en el discurso de Larreta del 1 de marzo en la Legislatura porteña no debería sorprender: hace años que el jefe de Gobierno juega a despegarse de Macri cada vez que puede. En este caso, hubo una tibia mención al final que da cuenta de que Larreta no puede sacar los pies del plato en el año de la reelección: “Sobre las bases que sentamos con Macri, Buenos Aires se está transformando como nunca antes y lo estamos haciendo en equipo con todos los vecinos de la Ciudad. Junto con Macri pusimos primera y nos animamos a tomar decisiones difíciles y pusimos en movimiento una Ciudad que estaba parada”. Fueron las dos únicas menciones al presidente y, bien leídas, son más bien una alusión a su pasado como jefe de Gobierno, cuando Larreta era su jefe de Gabinete y controlaba todas las cuestiones de la gestión. Es decir, un autoelogio. Lo que Macri dijo el viernes sobre un país imaginario ya es bastante conocido. Pero adentrémonos en la pintura idílica que Larreta ofreció de la Ciudad.
El primer tema ríspido con el que eligió meterse es la educación, una de las áreas que sufrió la subejecución y el recorte macrista de 2008 a esta parte. Y que en la era Larreta sumó problemas a los que ya existían. Dijo Larreta: “El futuro de los chicos es lo más importante. Y la próxima semana abren sus puertas 30 de las 54 nuevas escuelas que estamos construyendo juntos, que incluyen 9 Polos Educativos y agregan 9.000 vacantes para los chicos en la Ciudad. Además, 30 de ellas tienen sala de 3 años”.
La mención de las vacantes tocó en uno de los puntos más flacos de la gestión PRO, que tiene en pie de guerra a madres y padres por la ausencia de vacantes, especialmente en el nivel inicial y en la zona sur, pero con alcance a todo el territorio. Este año, las cifras oficiales hablan de unos 14 niños y niñas que se quedaron sin vacante en inicial. Una cifra que distintos colectivos elevan muy por encima de los 20 mil casos. A esto se suman situaciones en las que se cierran salas como las del jardín maternal del Ramos Mejía.
En la misma semana del discurso de Larreta hubo un fallo judicial que obliga al Gobierno porteño a reabrir las salas. Es importante detenerse en los argumentos del fallo del juez Marcelo López Alfonsín. El magistrado hizo una inspección ocular del jardín y advirtió que no pudo encontrar los problemas edilicios que el Ministerio de Educación porteño usó como pretexto para cerrar las salas. En otras palabras, el juez desmintió a Soledad Acuña y la obligó a reabrir las salas. De esto, por supuesto, Larreta no dijo nada, como tampoco mencionó el inexplicable intento de cerrar las escuelas nocturnas, con el que tuvieron que dar marcha atrás.
Por último, Larreta encaró el discurso de las 54 escuelas. Nueva Ciudad informó rigurosamente sobre lo dudoso de la construcción de ese número. El sitio Chequeado, en tanto, calificó ese anuncio de ENGAÑOSO: contabilizan escuelas iniciadas por gestiones anteriores incluso a los dos mandatos de Macri, suman a la cuenta escuelas que fueron mudadas de edificio (17 casos), mientras que otras siguen en obra (30 casos). En la gestión Larreta, hay 19 escuelas finalizadas, no 30, ni 54. Datos duros frente al discurso oficial, plagado de posverdad.
En su discurso inaugural, Larreta también se refirió a la ESI. Hay que decir que esto es un hito: Macri se dedicó a ignorar la obligación de cumplir la ley de Educación Sexual Integral, tanto la porteña como la nacional. El jefe de Gobierno dijo: “También la educación sexual es una de las prioridades. El año pasado se convocó a una mesa de especialistas que hicieron una serie de recomendaciones para trabajar y aplicar más y mejor la Ley de Educación Sexual Integral -ESI- en las escuelas de la Ciudad". Aquí hay una pequeña trampa. El año pasado llamaron a especialistas, tomemoslo por bueno… La ESI existe hace doce años. El PRO gobierna desde 2007. ¿Recién el año pasado se les ocurrió arrancar? Larreta sumó en esta línea un discurso de género que el oficialismo viene incorporando aceleradamente, como señal de que no pueden ignorar al movimiento feminista: “Hoy estamos frente al último grupo de legisladores y legisladoras sin paridad de género. En el Mes de la Mujer, vamos a inaugurar el Centro Integral de la Mujer en Palermo”. Por aquí y por acá fui comentando cuales fueron las políticas del PRO hacia las mujeres y concretamente con la ESI. Los incumplimientos son concretos y comprobables, lo demuestran hasta las encuestas oficiales. Huelgan comentarios sobre el jefe de Gobierno intentando colgarse del feminismo, luego de consagrar la Ciudad al Corazón de Jesús en pleno debate por el derecho al aborto.
"Por último, un pilar fundamental de esta transformación son los docentes. La Legislatura, después de un año de debate, aprobó la ley para que la carrera docente sea universitaria", festejó Larreta, que –a todo esto- debió recurrir a un dispositivo policial desmesurado ante la posibilidad de que cientos de manifestantes fueran a agradecerle por las políticas que aplica. La UNICABA fue resistida por los gremios docentes, que consiguieron que no se eliminaran los Institutos docentes. Hay que recordar que es la única universidad que nació en medio de la represión a docentes. Difícil pasar eso por un logro de gestión.
Luego Larreta pasó a un tema más alegre para el macrismo: la seguridad. Habló de más policías en la calle, arrojó cifras de uniformados pero fue avaro con las de delitos. Se limitó a decir, sin números: “Los delitos bajaron. Incluso el peor, que es el homicidio. Hoy Buenos Aires es la segunda Ciudad con menos homicidios de América Latina. Bajaron, salvo uno que subió: el de los motochorros”. El bloque del FPV le respondió desde las bancas mostrando carteles que hablaban de 70.648 asaltos en un año. Larreta hizo caso omiso y siguió adelante con la demagogia punitiva que tan bien le da en las encuestas: cargó las tintas sobre los motochorros y se quejó de las juezas que los liberan. “La puerta giratoria se tiene que terminar”, reclamó en otra de las metáforas queridas por la derecha argentina. En esto, ya contamos, la línea será de aquí en más la de Patricia Bullrich.
Larreta también se autoelogió por el sistema de transporte, que –según él- los porteños disfrutamos a diario. “Vivir mejor también es tener más tiempo para hacer lo que más nos gusta. Cada vez que llegamos antes a casa porque el transporte funciona bien, vivimos mejor”, aseguró. Lo opuesto también es cierto. Larreta se metió con uno de los servicios más criticados, el subte, al que le viene prorrogando la concesión, y llegó a citar nuevamente la cifra de tres minutos de frecuencia en hora pico. Los datos, una vez más, lo desmienten. Obvió hablar del estado de escaleras mecánicas y ascensores, por lo que hace poco el juez Andrés Gallardo obligó a Metrovías a ofrecer viajes gratis hasta que los arreglen. En ese caso, Larreta se puso del lado del más débil: ¿los usuarios? No, Metrovías.
El jefe de Gobierno también se refirió al sueño de la vivienda propia. Para eso eligió un pésimo ejemplo: "Un sueño que compartimos los porteños es el de tener nuestra casa propia. A partir de abril van a mudarse las primeras de las 1.050 familias a los departamentos del Barrio Olímpico".
Como contamos por acá, ese sueño se vio truncado por el aumento de las cuotas en los créditos UVA. Los vecinos que quieren acceder vienen protestando por viviendas a las que no van a poder acceder de seguir teniendo que pagar cuotas que no se corresponden con los aumentos salariales. El barrio Olímpico, no obstante, fue un jugoso negocio para muchos empresarios cercanos al oficialismo.
"En octubre terminan de mudarse las más de 600 familias que van a vivir en el nuevo barrio Donado Holmberg”, sostuvo sobre otro complejo que fue un negocio importante para los desarrolladores inmobiliarios, incluyendo al “hermano de la vida” de Macri, Nicolás Caputo. El dirigente Faculdo Di Filippo denunció que algunas de esas viviendas fueron entregadas en condiciones desastrosas y fueron construidas por los mismos empresarios que tienen la concesión del Costa Salguero, el sancta sanctorum macrista. Ajeno a todo esto, Larreta nos presentó una ciudad idílica, en la que a todos nos gustaría vivir. Solo falta que nos avise dónde queda, así vamos para allá.
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