- Opinion
- 03.06.2019
OPINIÓN
¿El Paseo del Bajo es un emblema anticorrupción?
El juez Claudio Bonadío investiga una denuncia en la que se puede ver que el Paseo del Bajo, que Macri y Larreta inauguraron con un discurso anticorrupción, benefició a la empresa del primo del presidente. No obstante, Macri lo vendió como parte de su campaña.
El juez Claudio Bonadío, tan conocido por la causa de los cuadernos –entre otras- tiene en sus manos otro expediente al cual le ha dado menor velocidad. Se trata de una denuncia sobre el mecanismo que se usó en la licitación del Paseo del Bajo, que el presidente Mauricio Macri y el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, inauguraron con un discurso contra la corrupción K. Lo cierto es que el Paseo del Bajo es a la anticorrupción lo que Biondini es a la tolerancia. En la denuncia que hizo la presidenta de la Auditoría porteña, Cecilia Segura, se indica que se modificaron las condiciones de la licitación para beneficiar con el tramo que más dinero implicaba a la empresa de Angelo Calcaterra, primo del presidente, que luego habría sido vendida a Marcelo Mindlin, quien también es cercano a los Macri.
La investigación recayó en el juzgado de Bonadío, quien debió tomar algunos pasos procesales. Hicieron allanamientos y secuestraron 38 cajas de documentos, que todavía están siendo analizadas. También el juez mandó a pedir más documentación de la licitación. No obstante, la causa avanza a una velocidad mucho menor que otras de mayor cobertura mediática. Eso llevó a que Segura señale que Bonadío la tiene cajoneada. Ningún funcionario fue llamado hasta ahora a dar explicaciones ni muchos menos sometido al sistema de prisión preventiva para que se arrepienta (con el que, por las dudas aclaro, no concuerdo).
La denuncia de Segura indica, paso por paso, cómo se hicieron cambios en la licitación para beneficiar a la empresa de Calcaterra, que se llevó no menos de 3183 millones de pesos por la obra que inauguraron Macri y Larreta. Todos los datos de esa denuncia provienen de un informe de la Auditoría General de la Ciudad, que fue firmado incluso por los auditores que responden al Gobierno de Larreta. Los mismos auditores se ocuparon luego de votar para frenar cualquier investigación posterior sobre el Paseo del Bajo, la única obra emblemática que tienen para mostrar en la campaña 2019.
Vale la pena que repasemos lo que decía la denuncia (y que ya fue publicado aquí): la obra del Paseo del bajo fue dividida en tres tramos. Son el A (el más pequeño), el B y el C (el más caro y el codiciado por todas las empresas). Las empresas que participaron de la licitación podían ofertar para todos los tramos pero una vez que ganaban uno, ya quedaban excluidas de los otros tramos.
El primer tramo que se iba a licitar era el C. Esto tenía un sentido: que la empresa con la oferta más baja se quedaba con este tramo, lo que iba a implicar un mayor ahorro para el Estado. Pero aquí es donde la cosa se empieza a poner turbia. Había trascendido que una empresa española, llamada Corsan Corvian Construcciones, venía a la licitación a jugar fuerte con ofertas bajas y, por lo tanto, tenía toda la posibilidad de ganar. Y le iba a ganar a la empresa del primo del presidente.
Y acá es donde vino el pase de magia. Sin motivos, AUSA emitió dos circulares sin consulta (así se llaman) en la que su jefa de Compras, Natalia Bustos, anuló el orden en el que se iban a licitar los tramos. En lugar de eso, señaló que iba a licitar todo en una sola apertura de sobres. Como contamos en su momento, el presidente de AUSA es un ex Cardenal Newman, Carlos María Frugoli, de la misma camada que Mauricio Macri. El informe de la Auditoría porteña aprobado hace una semana indica que "no se encuentran justificados los motivos por los cuales mediante circulares sin consulta se modificó el orden de apertura de las ofertas económicas de las tres licitaciones".
Pero finalmente no se licitó todo junto: primero se licitó el tramo A (que era el más barato) y lo ganó Corsan Corvian y quedó excluida de los otros tramos. Luego se licitaron los otros dos, en el orden inverso al que se había dispuesto inicialmente. El C lo ganó, mediante ese mecanismo, IECSA, que es la empresa que pertenecía a Calcaterra y que, según el fiscal Franco Picardi, podría seguir siendo controlada por el primo del presidente a través de un entramado de empresas, aunque en público sostienen que se la vendió a Mindlin. Para que ganara AUSA además debió ignorar un dictamen de la procuración porteña que dejaba a IECSA fuera de carrera, dado que daba de baja a Corsan Corvian y obligaba a la empresa del primo de Macri a hacerse cargo del tramo A. Por haber ignorado ese dictamen, el Estado porteño luego debió enfrentar una crisis en la construcción de la obra cuando Corsan Corvian no pudo hacerse cargo de terminarla. Todo, según indica Segura, para beneficiar a la empresa del primo presidencial.
La denuncia de Segura es contra Larreta y contra el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich entre otros. Eso no les impidió, por supuesto, mostrarse sonrientes en la inauguración a toda pompa del lunes pasado junto a Macri, quien dijo: “Le dijimos basta a la mentira, a la trampa, a la corrupción”. Que la inocencia les valga.
Ahora, ¿por qué pudieron hacer esto? La idea del blindaje mediático puede explicarlo en parte, pero creo que es insuficiente. Si bien es cierto que los principales diarios ignoraron esa denuncia, otros sitios como Big Bang News, La Izquierda Diario (y, obviamente, Nueva Ciudad) dieron cuenta de la existencia de esa causa judicial. Creo que para pensar por qué Macri puede seguir diciendo que es el aladid de la anticorrupción en casos como este, donde hay investigaciones por el direccionamiento de una obra no alcanza solo con pensar en la pauta y en la protección de los grandes medios.
Se juegan también factores sociales, como la percepción selectiva de quienes todavía apoyan a este Gobierno (u odian a otro espacio político) y tienden a no querer ver este tipo de noticias (que, por otro lado, no son novedosas para historia del macrismo). Y también que la noticia es compleja y difícil de decodificar, lo que mina la posibilidad de que se difunda con facilidad. Lo mismo, presumo, ocurrió con las megainvestigaciones periodísticas como Panamá o Paradise Papers. Solo en casos como el del Correo Argentino la noticia iba tan de la mano con el sentido común (Macri le perdonaba una deuda a su holding) que le fue imposible al Gobierno esquivar el golpe.
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