- Política
- 18.05.2020
OPINIÓN
Escucho a Ramona cantar (y lo escucho todo)
La muerte de la comunicadora de La Poderosa vuelve a mostrar que no hay un dispositivo efectivo en la Villa 31, pese a las sucesivas advertencias de esa organización sobre lo que iba a pasar.
Murió Ramona. Y no hay nada para decir. O está todo por decirse. Murió Ramona. Y la Poderosa, la organización villera de la que era una de sus voces, hizo sentir su justa indignación. Murió Ramona. Y las decenas de advertencias de que el coronavirus estaba entrando en la 31 y en otras villas y no había un dispositivo efectivo del Gobierno porteño no evitaron esta muerte, ni ninguna de las anteriores. Murió Ramona. Y quedó respondida la pregunta que nos hacíamos acá de si Horacio Rodríguez Larreta se había olvidado de las villas. Pese al declamado operativo que anunciaron a través de los medios, los casos siguen creciendo sobre todo en la 31 –de donde era vecina Ramona- y en la 1-11-14 de manera exponencial. ¿Pensarán que hay seres humanos se primera y de segunda? Si no es así, es hora de que lo demuestren.
Ramona Medina era una de las que venía advirtiendo la situación en la Villa 31, entre la falta de agua y la expansión del coronavirus y el dengue en las villas. El responsable del Gobierno porteño para la 31, Diego Fernández, fue la semana pasada a la Legislatura y, además de decir que estaba todo solucionado, tuvo que explicar un contrato por millones de dólares con una consultora para tercerizar personal, mientras los vecinos no tienen agua o mueren por la pandemia. La consultora en dólares fue contratada luego de despedir a empleados precarizados, entre ellos a las delegadas de ATE. No duden: así ha sido la gestión PRO la última década. ¿Por qué cambiar ahora?
Ramona vivía, junto a su familia, en la casa 79 de la manzana 35 en la Villa 31 y estaba entre los grupos de riesgo, dado que era insulino-dependiente. Gran parte de su familia quedó contagiada, incluida una de sus hijas, que es una persona con discapacidad (¿Alguien del Gobierno porteño se acercará a ellos?). “Soy parte del grupo de riesgo y hace doce días que estoy sin agua en mi casa”, contaba esta misma semana Ramona. ¿Cómo garantiza las mínimas condiciones de higiene y aislamiento que se aconsejan y se reclaman una familia que no tiene acceso al agua potable?
Ramona se enfermó, quedó internada, la intubaron y finalmente, murió de coronavirus. Lo informaron sus compañeras y compañeros de La Poderosa en un texto visceral: "Atragantados de bronca, dolor e impotencia, nos toca llorar a Ramona, que no murió: la mataron de abandono. Es un crimen y no vamos a parar hasta que paguen todos los responsables. Necesitamos que escuchen y repliquen sus gritos, los mismos que desoyó el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Les pedimos por favor que difundan y compartan con el hashtag #JusticiaPorRamona".
La rabia no es solo la rabia de alguien que perdió a un ser querido. Es la bronca de quienes reclamaron y reclamaron y, según cuentan ellos mismos, se cansaron de chocar contra una pared. ¿Los vecinos de la villa importan menos que uno de Belgrano? ¿Hace falta que conteste esa pregunta? Dicen desde La Poderosa: "Apretando los dientes, golpeando el teclado, aguantando la rabia y escupiendo lágrimas, nos toca escribir ahora esta mierda, para decirles todo eso que Ramona les dijo en tiempo pasado, todo eso que nos cansamos de gritar durante dos meses, todo eso que no quisieron escuchar, ni cuando postergaron 4 años la relocalización de su familia, ni cuando pedimos que registraran a los grupos de riesgo, ni cuando escondieron sus denuncias para cuidarse, ni cuando callaron por plata, ni cuando nos dejaron sin insumos en todas las postas de salud, ni cuando maquillaron la realidad con programas fantasmas, ni cuando jugaron a cubrirse las espaldas, ni cuando publicamos el primer contagio en la Villa 31, ni cuando demostramos que no habían aislado a tiempo a la primera fallecida, ni cuando denunciamos que no estaban asistiendo a los demás, ni cuando dejaron 12 días al barrio sin agua, ni cuando gritó desesperada que tenía 7 personas de riesgo viviendo hacinadas, ¡Ramona no se murió! A Ramona la mataron los dueños del silencio, los cómplices de la indiferencia, los mudos de la justicia, ¡la mataron! Y ahora quién carajo nos explica cómo seguir, cómo seguirá su familia íntegramente internada, cómo seguirán sus hijas Maia y Guada, en silla de ruedas, contagiada, con oxígeno, con discapacidad, sin hablar, totalmente dependiente, ¡ahora sin su mamá! Esto es un crimen. Y no vamos a parar, ¡hasta que paguen todos los responsables!”.
No tengo nada para agregar al reclamo de Justicia de La Poderosa. Salvo la palabra de Ramona: “No tengo plata para comprar bidones, tengo que reciclar agua para todo; desde el Gobierno se la pasan diciendo que este virus se combate higienizándose, ¿pero cómo podemos hacer para higienizarnos si no tenemos ni una gota de agua?", se preguntaba.
Ramona no es solo Ramona. En La Poderosa, también publicaron un texto que habla de las Ramonas. Sugiero tomarse un minuto para leerlo. Ramona es todas las personas que están en peligro en las villas, con una curva de contagios que crece muy velozmente y ya superó las 800 personas sólo en la 31. Las organizaciones que trabajan en esos barrios ya no saben cómo advertir: la última fue la del Comité de Crisis del Barrio Padre Mugica, que pidió que se declare "inmediatamente la emergencia sanitaria en ese territorio porteño".
El título de este artículo vino por este tema de Frank Black. Todos escuchamos a Ramona cantar. Y escuchamos todo lo que está pasando. De nosotros depende no hacer oídos sordos, para que no haya más Ramonas que tengamos que llorar.
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