- Opinion
- 22.05.2020
CORONAVIRUS
"La industria del conocimiento como motor de la economía", por Veronica Tenaglia
Nuestro sector, el de la economía del conocimiento, debe ser considerado en la agenda nacional como potencial diferenciador del desarrollo de la matriz productiva sustentable del país, no solo por su capacidad de generar divisas vía exportaciones, sino también como vía de sustitución de importaciones.
La economía del conocimiento, conformada por sectores vinculados a la alta tecnología, al software, a la educación, a la investigación científica, al desarrollo, la robótica, las telecomunicaciones, y las audiovisuales, entre otras, es una industria que atraviesa cada vez más a todas las ramas de la economía, para potenciar su productividad. A su vez, el sector está dinamizado por la alta formación académica de nuestros profesionales y emprendedores en las universidades públicas, y por el espíritu creativo e innovador de quienes lo integran, que ya es parte de nuestra cultura nacional.
Nuestro sector, el de la economía del conocimiento, debe ser considerado en la agenda nacional como potencial diferenciador del desarrollo de la matriz productiva sustentable del país, no solo por su capacidad de generar divisas vía exportaciones, sino también como vía de sustitución de importaciones. Por lo tanto, resulta indispensable su seguimiento a través de políticas públicas activas, sostenidas en el tiempo.
En este contexto de pandemia, hay ejemplos elocuentes de cómo esta industria responde creativamente en tiempo récord a las demandas generadas por el avance del virus en diferentes ámbitos. La Agencia de Ciencia y Técnica nacional, hizo una convocatoria de ideas y proyectos, en todo el país, que brinden soluciones vinculadas al contexto covid, y fue así que se presentaron 904 propuestas en tan sólo un mes; además, se creó un test nacional de detección rápida del COVID-19, y se espera la aprobación de la ANMAT, para otro test.
Asimismo, la industria del conocimiento ya es el tercer complejo exportador de la economía, después del complejo sojero y el de la industria automotriz, que facturó 6088 millones de dólares el año pasado, con mayor valor agregado, y por lo tanto, con un mayor margen superavitario. Otro aspecto a considerar es el relacionado con la cantidad de puestos de trabajo que genera esta rama productiva, ya que, pese a atravesar cuatro años de recesión, , la industria logró tener un pequeño crecimiento, con un total de 437.000 puestos de trabajo, a fines del 2019.
Por otro lado, el 91% de las empresas del sector son pymes que poseen una altísima capacidad de interrelación, de generación de nuevos productos y empresas mediante la creación de clústers tecnológicos e incubadoras de empresas. Otro aspecto no menos importante es que esta industria está compuesta, mayormente, por jóvenes que empujan con ideas y decisión a ser parte de la construcción de un nuevo país, con nuevas metas y desafíos profesionales, ya que la tecnología siempre fue parte de su vida.
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene la oportunidad de desarrollar y potenciar el Distrito Tecnológico, para convertirlo en el faro de América Latina, con una expansión que no dependa de los ciclos económicos. Una de las medidas pendientes es la implementación de una Agencia de Ciencia y Tecnología porteña, y de un presupuesto en investigación y desarrollo, que permita relacionar e integrar los procesos productivos de las diferentes empresas radicadas en el polo, entre ellas, y con los otros distritos de todo el país
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