- Política
- 09.11.2020
OPINIÓN
Una vuelta a clases que no es tal
El jefe de Gobierno anunció que todos y todas las estudiantes volverán a las escuelas antes de fin de año. Los gremios advierten que es un anuncio marketinero. La revinculación hasta ahora tiene números magros.
Hace dos semanas que venimos tratando en esta columna el dilema del retorno a clases. Por un lado, es necesario pensar en un regreso a la presencialidad que, tarde o temprano, se tiene que dar. Por otro, el apuro del Gobierno porteño no parece contribuir ni a cuidar la salud ni tampoco parece perseguir un fin pedagógico claro. O, al menos, eso advierten quienes saben de esto mucho más que yo. En la última semana, con el cambio del ASPO al DISPO, hubo un nuevo paso en esta escalada: el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, anunció que todos los y las estudiantes volverán a las aulas al menos un día antes que termine el año. Ustedes se preguntarán qué sentido tiene volver por uno o dos días. Yo también me lo pregunto. Quizás sea para que Larreta se pueda sacar fotos como esta.
El jefe de Gobierno indicó en la conferencia de prensa del viernes que se va a articular "una vuelta progresiva a la presencialidad" para todos los chicos. "Van a volver a la escuela los chicos de todos los grados y años de primaria y secundaria para realizar actividades pedagógicas, recreativas, deportivas y estar en contacto con amigos y docentes", indicó. Por ejemplo, las salas de 2 a 4 años tendrán actividades dos veces de acá a que termine el ciclo lectivo 2020 (el 18 de diciembre). También piensan hacer actividades en los jardines maternales (de 45 días a 2 años), pero con una persona y un bebé. Luego el vicejefe Diego Santilli tuvo que salir a aclarar que “no es una vuelta a las clases”. Confusión en cuotas.
Aclararon que cada escuela deberá adaptar la medida a su esquema, dado que todo tiene que ser con burbujas sanitarias de no más de 8 niños o niñas. Para dar un ejemplo, el jardín de mi hija ya nos informó que no saben si se podrá hacer a tan pocos días de que terminen las clases. El comunicado no ocultaba la sensación de que esta medida no tiene ningún sentido. Es movilizar docentes, niños y niñas, padres y madres para una foto. Recordemos: como dijo Santilli, no es un regreso a clases, son algunas actividades deportivas o recreativas –que no me parecen mal per se-, pero no es retornar al ciclo de clases, que continúa en forma virtual.
La semana pasada empezó con una polémica por el inicio de las clases en 2021. La ministra de Educación, Soledad Acuña, indicó que tenía pensado que arranquen el 17 de febrero, para lo cual los docentes deberían estar en actividad el 8 de febrero. Desde algunos gremios docentes le contestaron que no conoce las condiciones en las que se encuentran las escuelas porteñas y que es una decisión tomada desde oficinas que siempre reciben aire acondicionado. Los niños y niñas en febrero irán a cursar bajo un calor agobiante. Y ahí sí será un regreso a clases, según Acuña, cien por ciento presencial.
El ministro nacional, Nicolás Trotta, le discutió el sentido de que las clases empiecen en febrero y consideró que debían arrancar, como siempre, en marzo. No obstante, luego el Consejo Federal de Educación se reunió y dispuso que cada distrito decidirá cuándo comienza las clases. En su decisión, Acuña le apuntó especialmente a los gremios docentes: “Las clases tienen que comenzar cuando el gobierno fija la fecha, los sindicatos tomarán después la decisión política de acompañar o no acompañar. Pero tienen que comenzar, porque si no confundimos. Que las clases de 350 mil chicos, 700 mil si contamos a las escuelas privadas, comiencen, no puede depender de la decisión de algunos sindicalistas, o de alguna cúpula sindical”.
Obviamente, desde UTE-CTERA volvieron a decir que esa decisión es “puro marketing” y busca ocultar que a las jornadas de revinculación está asistiendo menos del 10 por ciento de los y las estudiantes. Sobre la medida que anunciaron el viernes y que arrancará el lunes que viene para todos los niveles educativos, UTE-CTERA dijo en un comunicado: “Una vez más el Gobierno de la Ciudad intenta engañar a la sociedad anunciando un regreso a la presencialidad, montado a partir de burbujas imaginarias que reúnen una cantidad ínfima de estudiantes y ponen en riesgo la salud de toda la comunidad educativa”. “Mientras frente a cámaras y micrófonos sostienen que a partir del lunes volverá la presencialidad a todos los niveles y modalidades escolares, se niegan a cualquier tipo de diálogo con las y los docentes y las familias a las que les brindan información falsa por canales no institucionales”, indicaron. “Estas decisiones arbitrarias y unilaterales sólo sirven para interrumpir los procesos educativos, a menos de un mes para el final del ciclo lectivo. Estudiantes, docentes y familias no somos conejillos de Indias”, remarcaron.
Esta discusión, evidentemente, no termina acá. Seguirá, más allá de las acciones oportunistas del Gobierno porteño, porque tarde o temprano deberemos encontrar la manera de que nuestras hijas e hijos se puedan reenconstrar en las aulas de manera segura. Como dije la vez pasada, eso requiere de más diálogo con los docentes y con toda la comunidad educativa. No es lo que está sucediendo.
El jefe de Gobierno indicó en la conferencia de prensa del viernes que se va a articular "una vuelta progresiva a la presencialidad" para todos los chicos. "Van a volver a la escuela los chicos de todos los grados y años de primaria y secundaria para realizar actividades pedagógicas, recreativas, deportivas y estar en contacto con amigos y docentes", indicó. Por ejemplo, las salas de 2 a 4 años tendrán actividades dos veces de acá a que termine el ciclo lectivo 2020 (el 18 de diciembre). También piensan hacer actividades en los jardines maternales (de 45 días a 2 años), pero con una persona y un bebé. Luego el vicejefe Diego Santilli tuvo que salir a aclarar que “no es una vuelta a las clases”. Confusión en cuotas.
Aclararon que cada escuela deberá adaptar la medida a su esquema, dado que todo tiene que ser con burbujas sanitarias de no más de 8 niños o niñas. Para dar un ejemplo, el jardín de mi hija ya nos informó que no saben si se podrá hacer a tan pocos días de que terminen las clases. El comunicado no ocultaba la sensación de que esta medida no tiene ningún sentido. Es movilizar docentes, niños y niñas, padres y madres para una foto. Recordemos: como dijo Santilli, no es un regreso a clases, son algunas actividades deportivas o recreativas –que no me parecen mal per se-, pero no es retornar al ciclo de clases, que continúa en forma virtual.
La semana pasada empezó con una polémica por el inicio de las clases en 2021. La ministra de Educación, Soledad Acuña, indicó que tenía pensado que arranquen el 17 de febrero, para lo cual los docentes deberían estar en actividad el 8 de febrero. Desde algunos gremios docentes le contestaron que no conoce las condiciones en las que se encuentran las escuelas porteñas y que es una decisión tomada desde oficinas que siempre reciben aire acondicionado. Los niños y niñas en febrero irán a cursar bajo un calor agobiante. Y ahí sí será un regreso a clases, según Acuña, cien por ciento presencial.
El ministro nacional, Nicolás Trotta, le discutió el sentido de que las clases empiecen en febrero y consideró que debían arrancar, como siempre, en marzo. No obstante, luego el Consejo Federal de Educación se reunió y dispuso que cada distrito decidirá cuándo comienza las clases. En su decisión, Acuña le apuntó especialmente a los gremios docentes: “Las clases tienen que comenzar cuando el gobierno fija la fecha, los sindicatos tomarán después la decisión política de acompañar o no acompañar. Pero tienen que comenzar, porque si no confundimos. Que las clases de 350 mil chicos, 700 mil si contamos a las escuelas privadas, comiencen, no puede depender de la decisión de algunos sindicalistas, o de alguna cúpula sindical”.
Obviamente, desde UTE-CTERA volvieron a decir que esa decisión es “puro marketing” y busca ocultar que a las jornadas de revinculación está asistiendo menos del 10 por ciento de los y las estudiantes. Sobre la medida que anunciaron el viernes y que arrancará el lunes que viene para todos los niveles educativos, UTE-CTERA dijo en un comunicado: “Una vez más el Gobierno de la Ciudad intenta engañar a la sociedad anunciando un regreso a la presencialidad, montado a partir de burbujas imaginarias que reúnen una cantidad ínfima de estudiantes y ponen en riesgo la salud de toda la comunidad educativa”. “Mientras frente a cámaras y micrófonos sostienen que a partir del lunes volverá la presencialidad a todos los niveles y modalidades escolares, se niegan a cualquier tipo de diálogo con las y los docentes y las familias a las que les brindan información falsa por canales no institucionales”, indicaron. “Estas decisiones arbitrarias y unilaterales sólo sirven para interrumpir los procesos educativos, a menos de un mes para el final del ciclo lectivo. Estudiantes, docentes y familias no somos conejillos de Indias”, remarcaron.
Esta discusión, evidentemente, no termina acá. Seguirá, más allá de las acciones oportunistas del Gobierno porteño, porque tarde o temprano deberemos encontrar la manera de que nuestras hijas e hijos se puedan reenconstrar en las aulas de manera segura. Como dije la vez pasada, eso requiere de más diálogo con los docentes y con toda la comunidad educativa. No es lo que está sucediendo.
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