CULTURA

La transformación de la peatonal Lavalle

De ser la calle de los cines, con veinte salas, hoy solo sigue abierto el Monumental, está totalmente abandonada con locales cerrados y poco movimiento.


Lavalle era “la calle de los cines”, había que vestirse con la “ropa de salir” para caminar esas cuadras que van desde Carlos Pellegrini hasta Florida. En esos 400 metros había casi veintena de salas. Su decadencia comenzó a fines de los ´80, cuando la irrupción de la modalidad del VHS para ver películas en la tele hizo que muchos espectadores abandonaran las salas. Luego llegaron la crisis económica del 2001, la pandemia de Covid-19 y el florecimiento de las plataformas de entretenimiento, fueron el zarpazo final.
 
En la época dorada, las grandes producciones argentinas se estrenaban en la calle Lavalle con funciones plagadas de estrellas como Niní Marshall. Hoy, la peatonal Lavalle es una calle sin estilo y decadente con un solo cine funcionando, abundancia de negocios que ofrecen baratijas, música estridente y muchas persianas bajas.
 
Viniendo desde el Bajo, se sucedían imponentes el Luxor, Arizona, Ocean, París, Ambassador, Trocadero, Electric, Hindú o Alfa, Sarmiento, Paramount, Normandie, Atlas, Select Lavalle, Ranacimiento o Concorde y el Iguazú. Entre ellos estaba, también, la galería Corrientes Angosta que contaba con salas para los espectadores del cine para adultos de carácter condicionado.
 
“Cuando dos cines enfrentados terminaban la función al mismo tiempo, era imposible cruzar de una vereda a otra”, recuerda a La Nación Oscar Martínez, un histórico proyectorista, actual encargado del mantenimiento de las seis salas en que se transformó el Monumental, hoy perteneciente a la cadena Multiplex, el único cine que sigue abierto.
 
Los edificios de las salas eran de dimensiones hoy impensadas, y albergaban, en promedio, más de 1200 butacas cada uno, esparcidas en platea, pullman y súper pullman. Matinée, vermouth, primera noche, segunda noche y los sábados trasnoche. Las “secciones” no siempre eran “en continuado” como sucedía en las salas de barrio. Los martes era el “día de damas”, oficializado con descuentos para las señoras.
  
En Lavalle 940, el edificio majestuoso del Iguazú se conserva intacto, pero ya no se proyecta cine. Allí se llevan a cabo las reuniones de los feligreses que asisten a la Iglesia Universal del Reino de Dios. Desde las puertas de vidrio se puede ver el hall con sus mármoles relucientes y una platea inmensa con sus butacas apuntando a un escenario imponente. Antes de construirse el cine, aquí se levantaba la mansión de la familia Anchorena.
 
Enfrente hay un gimnasio y una cadena de farmacias que tomaron los edificios de las salas del Concorde y el Select Lavalle. Las construcciones fueron modificadas y casi nada indica que allí han funcionado salas de cine. En la esquina con Suipacha, un edificio de estilo luce una placa en su ingreso: “Aquí nació Bartolomé Mitre”.
 
La cuadra entre Suipacha y Esmeralda es la que aglutinaba la mayor cantidad de salas. En estos cien metros se emplazaban el Atlas, Normandie, Sarmiento, Alfa, Paramount, Electric y Trocadero. No quedó ninguno. Los edificios del Sarmiento y el Alfa fueron unidos para albergar una feria, pero ni bien bajaron el telón fueron acondicionados como sala de bingo. También es una feria el Trocadero, que aún conserva el declive de la platea y las balconeadas del pullman que daban al foyer principal.
 
El Trocadero cerró en noviembre del 2001, entraban 1700 personas y la capacidad del Sarmiento era de 1500 butacas. Los viernes, sábados y domingos, las localidades se agotaban. Pegado al Atlas y enfrentado a la pizzería Roma, una sala de gran altura mantiene sus persianas cerradas. Espiando, se puede observar el hall. El Normandie, otro clásico de esta calle.
 
A la altura del 869 estaba el Metropol, luego convertido en el Atlas. Allí, el 24 de mayo de 1973 se estrenó ”Juan Moreira”, dirigida por Leonardo Favio y protagonizada por Rodolfo Bebán. A la primera función asistió el presidente electo Héctor Cámpora. En esa misma sala se proyectó “Camila”, otro clásico argentino dirigido por María Luisa Bemberg.
 
El cine Atlas, nacido en 1966, es una pieza arquitectónica admirable, fruto del talento del arquitecto Alberto Prebisch, también responsable del Gran Rex y del Obelisco. El Atlas es racionalista, con economía de elementos de ornamentación. Aún se puede percibir la imponencia del Atlas ya que su edificio se encuentra perfectamente conservado por la Iglesia Internacional de la gracia de Dios.
 
Al 700, Lavalle se encontraba con las salas del Ambassador, París, Rose Marie, Ocean, Arizona y con el indestructible Monumental. Oscar Martínez se encarga del mantenimiento del Monumental. Debutó en el mundo cinematográfico como proyectorista del cine Armonía, que estaba ubicado en Rivadavia y Misiones en el barrio de Once y que ya tampoco existe. “Ahí me dieron el carnet de operador”, cuenta a La Nación. “Camino por Lavalle desde que era un niño, porque mi padre fue acomodador del Electric y mi tío del Hindú. Para los que conocimos aquella época dorada, el panorama actual es deprimente, es muy feo a lo que hemos llegado”, recuerda Martínez.
 
Martínez explica que la sala 1 del Monumental ocupa la vieja platea y que aún conserva el escenario intacto. En el hall hay puestos de golosinas y panchos. La vieja elegancia del cine se contrapone a un foyer multicolor que busca atraer al público. “Esta gente hace mucho esfuerzo por mantener el cine abierto”, reconoce el proyectorista refiriéndose a los actuales dueños del Monumental, sala que alguna vez también funcionó como teatro. El Monumental cuenta con una sala 4D y butacas de última generación. Este cine, inaugurado en 1937, fue bautizado como la “catedral del cine argentino”. Acá se estrenaban los clásicos de la producción nacional.
 
Enfrente, el Ambassador tuvo peor suerte que el Monumental. Sus persianas están bajas y aún puede identificarse el esqueleto de la estructura que sostenía el letrero vertical con su nombre que era visto desde la 9 de Julio. En el Ambassador funcionó un gran comercio que arrasó con butacas y elementos de ornamentación. Sobreviven las dos escaleras de peldaños de mármol que ascendían al pullman en un hall que ya no tiene puertas. Ahí también se dieron producciones de factoría nacional como “Una novia en apuros” (1942), “La guerra gaucha” (1942), de Lucas Demare y protagonizada por Enrique Muiño, Francisco Petrone, Ángel Magaña y Amelia Bence. La sala, que contaba con 1500 butacas, cerró en 1998, la producción extranjera “Mulán” fue el último título exhibido.
 
El Luxor, de estilo racionalista, era la última sala grande de Lavalle. Ubicada en Lavalle 663, entre Maipú y Florida, tenía reminiscencias egipcias y ornamentaciones de animales africanos.
 


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