- Opinion
- 19.09.2022
CIUDAD
"A laburar los sábados, que Larreta está de campaña en 2023", por Werner Pertot
Larreta volvió a usar la educación para la campaña: mandó a los docentes a trabajar los fines de semana para poder contabilizar más días de clase en 2023. Críticas de los gremios.
Desde que Mauricio Macri llegó a la jefatura de Gobierno con un discurso en el que acusó a los docentes de tener demasiadas vacaciones (sí, lo dijo Macri, por más irónico que les parezca), esa actividad ha sido un blanco permanente de la gestión PRO. Pero desde 2020 que decidieron usarla como bandera, en un plan que podría incluir a Acuña como sucesora de Larreta en la jefatura de Gobierno.
Por eso, la semana pasada, en una conferencia de prensa que prometía anunciar simplemente el calendario escolar de 2023 tanto Larreta como Acuña se ufanaron de sumar más días de clase que los 180 reglamentarios, hasta completar 192, como si hubiera una relación lineal entre cantidad de horas de clase y calidad educativa. Algunos se preguntan por qué la ministra de Educación no pone el mismo celo cuando las escuelas pierden días de clase por la presencia de ratas, que su ministerio no parece poder resolver. Esos días de clase, a diferencia del feriado por el atentado a CFK, no se recuperan.
Ni hablar cómo se da de patadas la idea de que priorizan la educación con los fríos números del presupuesto educativo. Los últimos años fueron un verdadero festival de obras canceladas en las escuelas y subejecución, sumada a partidas a la baja. No es una tendencia nueva: se puede comprobar desde 2008, primer año de Macri como jefe de Gobierno.
Entonces, las clases empezarán un 27 de febrero y terminarán muy cerca de Navidad, el 22 de diciembre (poco faltó para que les pidieran a los y las docentes que se pusieran un gorro de Papá Noel mientras daban clases). El ciclo obligatorio, por ley, debería ser de 180 días. Aquí, será de 192.
Pero ese no fue el principal motivo de controversia. A eso le sumaron la eliminación de la práctica de suspender las clases cuando hay una jornada de perfeccionamiento educativo. Es decir, se trata de una actividad que los y las docentes hacen como parte de su trabajo y la hacen, como corresponde, en su horario de trabajo. ¿Cuál fue la solución mágica que idearon desde el Gobierno porteño? Que trabajen los sábados.
La primera jugada en este sentido fue plantear que se iba a recuperar el feriado por el atentado a CFK el 31 de octubre, para lo que levantaron la jornada de capacitación de esa fecha. Por supuesto, el hecho de que vaya contra el Estatuto Docente no la tiene a Acuña preocupada en lo más mínimo.
Lo mismo se hará en 2023. Eran cinco días en total que tenían estas jornadas que se pasarán a los sábados. No aclararon si pagarán el día extra o si los y las docentes deben ir a trabajar a destajo.
Esta medida se tomó pocos días después de que se conociera una encuesta en la que padres y madres identifican esas jornadas de capacitación como el principal motivo de pérdida de días de clase, por encima de los paros. Fueron señaladas por el 31 por ciento de los que contestaron la Encuesta Nacional Escolar. ¿Es casual que justo después de eso salgan con esta medida? No lo creo.
A esto le contestaron desde UTE-CTERA: “Tal como viene ocurriendo desde que comenzó su carrera electoral utiliza la educación y el hostigamiento a la docencia como eje central de su campaña política. En una carrera mediática de cara a las elecciones nacionales de 2023, y sin acuerdo del Consejo Federal de Educación, adelanta nuevamente el regreso a las escuelas, transformando una medida excepcional adoptada durante la pandemia en una herramienta de disciplinamiento”. “A esta medida basada en el marketing político, comunica también la realización de los Espacios de Mejora Institucional y las formaciones situadas los días sábados fuera del horario laboral, contrariamente a lo establecido en el Estatuto del Docente, que plantea que estos espacios se realizan en servicio. Con este anuncio pretenden avasallar derechos conquistados históricamente por lxs trabajadores, constituyendo un claro ejemplo de hostigamiento a la docencia que no puede doblegar ni quebrar con sus políticas”, indicaron.
La jugada está clara: reforzar una idea que vienen planteando desde que llegaron, que los docentes son unos vagos que no quieren trabajar y por eso se niegan a ir los sábados. Que no piensan en los estudiantes. Y, de paso, volver a pasarle por encima a derechos laborales.
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