- Opinion
- 27.02.2023
OPINIÓN
"Una policía sin ministro y sin norte", por Werner Pertot
Una controversia por las Táser basada en la muerte de una policía y un ministro que no aparece son los elementos de la última semana para la Policía de la Ciudad, cuyos agentes dieron señales de falta de entrenamiento y profesionalismo.
La trágica muerte de una agente policial en el subte a manos de una persona que logró sacarle el arma y matarla con ella dio pie para una polémica por el uso de las picanas eléctricas, perdón, de las Táser, armas que tienen un grado de letalidad menor que un arma de fuego, pero que no han dejado de matar gente (lanzan un dardo con un cable y transmiten una corriente al cuerpo). D’Alessandro, que todavía no explicó sus diálogos con el empresario de las grúas Marcelo Violante ni qué hacía viajando a Lago Escondido con jueces y fiscales, se tomó unos minutos de su licencia para decir que con las Táser la muerte de la policía no pasaba.
Desde la oposición le contestaron que eso era falso: que el Gobierno porteño tenía planes de comprar un total de 60 tásers, por lo que las probabilidades de que esa policía tuviera una eran altamente bajas. Agrego yo: el portar tásers en ningún caso está planteado como un reemplazo del arma de fuego, por lo que la policía hubiera estado igualmente armada y todo indica que se hubieran producido los hechos como se produjeron.
Lo que nos lleva a la cuestión del entrenamiento de los policías porteños. Una serie de videos comenzaron a mostrar escenas que no los dejan precisamente bien parados. En uno de los videos un grupo de ocho o nueve agentes tienen la tarea de reducir a una persona presuntamente con padecimientos mentales y que supuestamente estaba amenazando a transeúntes con un palo. En todas las policías del mundo, existen protocolos de uso de la fuerza no letal para estas situaciones. Contrario a lo que plantea la gestión PRO, no todas ellas requieren de Táser o similares. Pero lo que llamó la atención es que los policías recurrieron a sillas de madera de un comercio para proceder a golpear a la persona con ellas como si fuera una pelea en la cancha. No era el far west, era la Ciudad de Buenos Aires. ¿Qué nivel de entrenamiento para resolver este tipo de situaciones tienen los policías? ¿Qué hubiera pasado si a esos mismos agentes se les entregaban las picanas? ¿Le tiraban de a cinco?
Un segundo video muestra a un policía que tiene reducida a una persona en el piso. Se acerca otra persona y le roba las zapatillas al detenido sin que el agente note nada. La escena es tan ridícula que hasta los integrantes de la serie de Netflix División Palermo la usaron para promocionar su show, que muestra una policía marketinera y supuestamente inclusiva armada por el Gobierno de la Ciudad. Cada vez menos lejos de la realidad. Esperemos que no se termine convirtiendo en un documental…
Estos y otros hechos muestran que el problema está lejos de ser la ausencia de Táser y pasa más por ausencia de entrenamiento correspondiente. Dicho sea de paso, el tiro a Larreta le salió por la culata cuando su adversaria Patricia Bullrich se metió en la polémica para correrlos por derecha y terminó todo en un debate a cielo abierto entre integrantes del PRO que se juraban unos a otros que estaban deseosos de que las descargas eléctricas comenzaran a correr por los cuerpos de los presuntos delincuentes.
En el medio de todo, el Frente de Todos porteño levantó un dedo para pedir que le den bola con esto de tener un Ministro de Seguridad que, al menos, ordene un poco las cosas. Por supuesto, no sucedió. “La Ciudad está cada día más insegura. No hay Ministro. No funciona el Consejo de Seguridad. Los policías no están bien formados, ni entrenados, ni equipados. Pero, en Juntos por el Cambio, se pelean entre ellos por 60 taser”, escribió la legisladora Claudia Neira.
¿Qué solución buscará para esto Larreta (o quien gobierne mientras él hace su campaña)? ¿Volverá D’Alessandro? ¿Se imaginan el escándalo que eso va a implicar? O tal vez le cierren las causas antes de que vuelva para que pueda decir: “Aquí no ha pasado nada”. Lo que es más difícil de ocultar es que la policía que nos dejó no es la que nos venden.
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