COMUNA 7

Vecinos de Flores Norte denuncian que hay cada vez más depósitos textiles sin habilitación

Un grupo de vecinos y vecinas organizados solicitan más controles ante la proliferación de establecimientos textiles sin habilitación, que tren tránsito de camiones de gran porte, aumentan el riesgo de incendios y alteran la identidad de la zona.


Vecinos y vecinas del barrio de Flores se suman a los reclamos contra el nuevo Código Urbanístico de 2018. En concreto es la zona comprendida por el polo textil que genera tránsito de camiones y peligro de incendios por lo precario de los depósitos.
 
Desde hace tiempo, los vecinos y vecinas de la zona norte del barrio de Flores vienen denunciando sobre los cambios producidos a raíz del nuevo Código Urbanístico votado por la Legislatura porteña en 2018. Piden mayor control por parte del Gobierno de la Ciudad.
 
Los vecinos y vecinas hicieron presentaciones ante el Consejo Consultivo de la Comuna 7, denuncias en comisaría y fiscalía, y reclamos al Gobierno de la Ciudad para que las inspecciones sean más rigurosas, son algunas de las acciones que realizaron los ciudadanos agrupados bajo el nombre “Recuperando Flores Norte”. Su objetivo es proteger la identidad del lugar, reconquistar la calma que alguna vez lo caracterizó y preservar el barrio de catástrofes evitables.
 
Sin embargo, señalan que el avasallamiento de la ley por quienes ejercen la actividad comercial en la zona, en su mayoría en talleres y depósitos textiles, es constante y destacan que no respetan las normas básicas de convivencia. Desde hace más de 15 años, la expansión indiscriminada y fuera de control de las actividades llevadas adelante en este novedoso polo textil ha destruido la fisonomía del viejo barrio residencial, obligando a muchos vecinos a mudarse y vender sus casas a precios que se han desvalorizado.
 
La falta de control gubernamental hace que la profundización de este tipo de actividades se expanda sin criterios, demoliendo casas tradicionales del barrio (incluida la de Alfonsina Storni en Terrada al 500), llenando el barrio de depósitos textiles con una altísima carga de fuego, tránsito de infinidad de camiones y transportes de todo tipo, incluyendo camiones porta contenedores que no están habilitadas para circular en este fragmento del barrio.
 
La multiplicación de permisos de construcción para obras que no deberían llevarse allí se ampara en “exenciones” difíciles de encontrar, supuestamente amparadas en el nuevo Código Urbanístico. “En esta zona, no hay control de Agencia Gubernamental de Control, ni de la Dirección de Tránsito, ni de la Agencia de Protección Ambiental (APRA), ni del Ministerio de Trabajo, AFIP, Aduana, ni nada. El Gobierno de la Ciudad está ausente para los vecinos del barrio”, denuncian los vecinos y vecinas.
 
Por esta razón los vecinos y vecinas están pidiendo la derogación inmediata del nuevo Código Urbanístico para evitar más construcciones, la revisión del código y volver a la zonificación que existía antes del año 2000 que era un barrio Residencial R2 (hoy zona de equipamiento urbano).
 
También piden la modificación en el Código Urbanístico, sancionado en diciembre de 2018, de manera tal de revertir la definición de “mixtura de uso”, en el cuadrilátero delimitado por la calles Caracas, Yerbal, Cuenca y Av. Gaona. Además, es necesario el control exhaustivo de todos los depósitos, locales y casas de ocupación irregular vinculadas al negocio textil.
 

Ariel, vecino de la zona, explica que “esto es el resultado de la falta de planificación por parte del estado porteño. No hubo una mirada a largo plazo, y no se tomó en cuenta la opinión de los vecinos. Esto es algo generalizado y no solo pasa aquí en Flores Norte con la actividad textil, también pasa con la industria inmobiliaria, el transporte, los servicios, etc. Se quiere copiar un modelo europeo, en una ciudad que es completamente distinta a aquellas”.
 
“Es función del Gobierno de la Ciudad proteger a los vecinos de los peligros que se potencian con este tipo de actividades, que cada vez aumenta sin ningún tipo de regulación o control: incendios que llevaron a muertes de niños, inseguridad, riesgo constante de las escuelas ubicadas próximas a depósitos, cortes de energía constantemente, trabajo esclavo en supuestos depósitos que operan como fábricas, evasión impositiva, destrucción patrimonial, contaminación sonora, quita de arbolado, basura toxica en las calles o desagües y la consecuente contaminación ambiental, continúa Ariel.
 
Guillermo, otro vecino, cuenta que “venimos sufriendo hace mucho tiempo el avance descontrolado de la actividad comercial / textil con la instalación de talleres clandestinos, grandes depósito y el tránsito de camiones de gran porte por la calles barriales. Todo esto ha degradado sustancialmente la vida de los vecinos. Lo más triste es que todo esto se está haciendo fuera de la ley y de las normas vigentes. Es por eso que reclamamos que se efectúen las inspecciones y clausura de los locales en infracción”.
 
Karina, otra vecina, sostiene que a partir del cambio del código urbanístico, “las compras de las propiedades de la zona a fines de explotación comercial se incrementaron terriblemente a tal forma de casi desaparecer una cuadra de casas. Se fueron demoliendo una tras otra para instalar galpones que rápidamente se fueron convirtiendo en depósitos de telas, entre otras cosas. Las calles se vuelven más oscuras, más sucias y los contenedores residenciales se encuentran repletos de telas”.
 
“El Gobierno de la Ciudad no hizo nada en estos 14 años por nuestro barrio. Lamentablemente, ni el presidente de Junta Comunal 7, el ingeniero Federico Bouzas, ni los comuneros del PRO nos acompañaron con sus reclamos. En cambio, tuvimos apoyo del miembro de la Junta Comunal 7, Julián Cappa, y de la legisladora de la Ciudad, Berenice Iañez, que nos explicaron el alcance del nuevo Código Urbanístico”, concluyen los vecinos y vecinas.
 
 


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