OPINIÓN

"Primero, la ayuda para las escuelas privadas", por Werner Pertot

Consecuente con las políticas del PRO, Jorge Macri ofreció un doble subsidio a las escuelas privadas religiosas, mientras las escuelas públicas siguen relegadas.

Si uno tiene que buscar una línea de coherencia en la gestión PRO en estos más de 16 años podría ser esta: los subsidios a las escuelas privadas siempre crecen, el presupuesto para las escuelas públicas siempre se subejecuta y se reduce en términos de la participación sobre el total año a año. Por eso, a nadie debe sorprender que el jefe de Gobierno, Jorge Macri, saliera al auxilio de las familias que no están pudiendo pagar la cuota de las escuelas privadas y propuso un segundo subsidio (que se suma al que ya reciben del Estado) para aquellos que hagan el trámite. En verdad, puede llegar a ser el tercer subsidio, si le sumamos el que ofrece ahora también el gobierno de Javier Milei.

El principal argumento que tiene Jorge Macri para anunciar esta medida es que hace décadas que la matrícula porteña está dividida en mitades: el 50 por ciento va a escuelas de gestión privada, por lo que sería imposible para el sistema público absorber esa masa de estudiantes si se cayera todo el sistema privado de forma abrupta. Esto hace que los aumentos masivos en las cuotas de los colegios privados no sean solo un problema para las familias que deben afrontarlo, sino que pueden convertirse en una crisis para el sistema en su totalidad (de forma parecida, se podría pensar que la caída masiva de las personas que están prepagas golpearía al sistema de salud).

En esa línea el jefe de Gobierno justificó su decisión. Dijo: "Estamos enfrentando, sin dudas, uno de los momentos más críticos para la clase media. Sabemos que hay muchas familias que no pueden pagar la escuela que eligieron para sus hijos". La pregunta es: ¿cuál es el camino ante este escenario? ¿Poner más y más plata en escuelas privadas, principalmente en las religiosas? ¿O en fortalecer el sistema público para que esa familias tengan la posibilidad de optar por una opción pública y de calidad (no por descarte)?

Está claro cuál eligió, hace décadas, el PRO. Por eso, insisto, no es sorpresiva la decisión de ofrecer un subsidio de 30 mil pesos para cada chico que asista a una escuela privada subvencionada (es decir, en su mayor parte religiosas, porque las laicas no suelen recibir subvención o suele ser muy baja). Estos subsidios irán directo a la escuela privada y se sumarán a los que ya recibía del Estado porteño, y que se usan mayormente para pagar sueldos de docentes. Habrá, así, un doble subsidio. O un sobresubsidio. Incluso, puede haber tres subsidios, porque se anunció que el subsidio porteño no será incompatible con el del Gobierno nacional.

Según datos de la Ciudad, este beneficio podría alcanzar a 212 mil alumnos de todos los niveles: 36.000 del nivel inicial, 99 mil del primario y 77.000 de nivel secundario. Y abarcaría a 854 escuelas subvencionadas. Es sobre un total de 364.416 de alumnos que van a escuelas privadas porteñas.

La erogación, calculó Jorge Macri, se llevará 12 mil millones de pesos del presupuesto porteño. Y acá está el punto: no se trata de ser crítico de que se ayude a familias a que mantengan a sus hijos en la escuela que eligieron. Se trata de pensar cuales son las prioridades, cuando las escuelas públicas se caen a pedazos, tienen ratas y pierden días de clases por ello, o sufren robos sistemáticos o incluso están sin luz por semanas.

Mantener este estado de cosas también es una decisión. Y una expresión de las prioridades.

Coda: la calle

El jefe de la Policía de la Ciudad, Diego Kravetz, dijo sobre las personas en situación de calle: "La mitad de las personas que no entran en el sistema del Estado y están en situación de calle tienen antecedentes penales. Y son peligrosas: tienen armas impropias: faca, cuchillo o destornillador". No es la primera vez que un funcionario porteño tiene una mirada despectiva (casi al borde de pedir una limpieza social de las calles): en la campaña del año pasado, fue Jorge Macri el que dijo que algunos se creían que un cajero automático era “un monoambiente”. Casi como si las personas en situación de calle vivieran una vida de lujos y de avivada. Kravetz profundizó esa línea: “Les gusta vivir en las ranchadas”.

No se trata de que estas declaraciones “le gusten al progresismo o no”, como dijo Kravetz, se trata de que la persona que detenta la autoridad sobre la fuerza policial que puede cometer todo tipo de abusos sobre las personas más vulnerables socialmente da un diagnóstico de que son peligrosas para la sociedad. Y de ahí a las soluciones finales, no hay mucho recorrido. De hecho, las organizaciones que trabajan con personas en situación de calle advierten que el año pasado las situaciones de violencia sobre esa población aumentaron un 89 por ciento.

Alguien dijo que la crueldad está de moda. Lo que está de moda, al parecer, en el Gobierno porteño es pegarle a los que están en el piso.

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