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- 30.10.2024
COMUNA 11
Guillermo Varela: “Amo a La Paternal porque sigue siendo un barrio”
Este año Calipso, club de salud cumple 25 años en La Paternal. Guillermo Varela logró concretar su sueño de crear un “oasis urbano” en medio de la Ciudad con pileta, gimnasio y muchas plantas. Tiene actividades recreativas y deportivas para todas las edades.
Al entrar a Calipso se siente que se traspasa una puerta a otra dimensión, a un verdadero oasis en pleno barrio de La Paternal, a un espacio donde se respira amor hacia el prójimo. En este club de salud, como lo denomina su dueño Guillermo Varela, funciona un natatorio y un gimnasio con clases y actividades para toda la familia. Guillermo es profesor de Educación Física especializado en discapacidad y rehabilitación de personas que sufren alguna dolencia física o mental. Charlamos con Guillermo que nos contó la historia de Calipso.
¿Cómo fue el nacimiento de Calipso?
Yo soy profe de Educación Física. Toda mi vida laburé como un animal en colonias y colegios. Me dedicaba a la discapacidad, trabajé con ciegos, sordos. En un momento me digo: “yo no quiero terminar dando clases en un colegio, en un patio”.
Trabajé en un colegio de monjas donde armé la escuelita de fútbol, después las monjas vieron que era un negocio y decidieron organizarla ellas. Entonces me compré una camioneta, sacaba a los chicos del colegio y los llevaba a Argentinos Junior, después los repartía por las casas. Lo mismo hacía con natación: los pasaba a buscar a la mañana y después lo llevaba de vuelta. Ahí me dije: “tengo que hacer algo, pero un gimnasio lo pone cualquiera”.
Una de mis profes vivía cerca de acá y justo había cerrado una pileta que estaba donde están ahora las oficinas de Coto, sobre Fragata Sarmiento. Ella me dice: “¿por qué no venís a ver lugares por acá?” Entonces yo salía con la bicicleta a buscar lugares. Este fue uno de los primeros lugares que vi. Esto era una fábrica de engrudo en donde se habían muerto los viejos dueños y estaba en sucesión. Lo vine a ver y me enamoré. Esto era un desastre, saqué 10 volquetes de basura que tenía que traer desde el fondo hasta la calle, que son más de 60 metros.
Estuve dos años construyéndolo, mi suegra me ayudó en la parte económica para poder hacer la obra, pero yo también ponía el hombro, venía después de laburar en el colegio, y hacía una pared, a veces me sentaba y me decía: “¿dónde mierda me metí y si yo abro esto y no viene nadie?” Semejante inversión con la pileta climatizada, los quilombos con la habilitación. En diciembre de 1999 abrí la pileta con un pibe que era guardavidas.
Nosotros dábamos las clases, yo atendía desde el fondo y cuando no había gente salía a tirar papeles por abajo de las puertas. Así que yo labura desde las 7 de la mañana a las 10 de la noche todo el día. Gracias a Dios, de boca en boca se fue se fue generando el ingreso de socios.
¿Siempre quisiste dedicarte a la educación física?
Cuando terminé el colegio le dije a mi mamá que quería ser actor y ella me dijo: “tenés que estudiar algo”. Y se ve que no tuve los huevos para enfrentarla y decirle que quería ser actor. Sí los tuvo mi hermano menor, que le llevo 18 años, que dijo “voy a hacer filosofía y actor”.
Yo siempre hacía obras de teatro y siempre en la educación física me pedían que haga las fiestas de fin de año. Armaba escenografías, cosas distintas, como que el movimiento este metido en algo que sea lindo para la vista, que no sea solamente picar la pelota. Así que el concepto mío de la Educación Física y del movimiento siempre fue distinto, yo me siento distinto.
Cuando empecé con el natatorio fue con una visión de una cercanía y de un contacto con la gente distinto. Si vos me preguntas: “¿esto es un negocio?”, yo no tengo la más mínima idea, yo junto, reparto y no es que vivo a lo grande, todo lo que entra lo vuelvo a poner, lo vuelvo a invertir desde el momento que entra la plata. Así empezó el gimnasio también.
Con la gente que trabaja acá se nota que son como familia
Con el tiempo se fue acoplando gente y hace 15 o 20 años que los profes laburan acá conmigo. Para mí es una familia, es mi casa. Si alguno de los chicos tiene algún quilombo, voy a tratar de resolverlo. Una de las cosas que a mí me mueven es la empatía con el otro, como ver a una señora mayor que nunca tuvo la posibilidad, viene acá y se siente cómoda con la actividad, y ella está alegre, para mí es una felicidad enorme.
Hay espacios para compartir en Calipso
Hice la cocina con la idea de hacer reuniones, para que la gente encuentre lugar para reunirse. Hay una parrilla, hay cubiertos para 50 personas, heladera gigante. Pero las primeras actividades que hicimos me revoleaban cosas del edificio que está al lado, me hacían denuncias policiales. Entonces, esa idea se transformó en estimular a los grupos a que se reúnan, porque para mí lo más importante es que vengan, más que la actividad, que se encuentren con alguien y puedan charlar. Hay gente que se queda a tomar café, se pueden festejar cumpleaños.
Esa es mi visión, quiero terminar mis últimos días con la fuerza para apretar el botón y abrir la puerta. Me jubilé como docente a los 60, así que yo vengo a las 5 de la mañana y desde esa hora estoy laburando y a veces son las 5 de la tarde y estoy acá.
Es un lugar que abarca mucho más que un gimnasio con pileta
Para mí es mostrar la actividad desde otro lado, por eso esto se llamaba Calipso natatorios y después le puse Instituto Calipso. Luego investigando con mi hermano, que me ayuda mucho con el tema de las redes sociales, a darle ese carisma de que sea un centro de salud, que vos vengas a hacer una actividad, que no sea un lugar donde las chicas tengan las mallas clavadas y los tipos musculosos levantando minas. Antes tenía todas pesas y ese público de los muchachos, esa onda no me gustaba y creo que de a poco fue dando. Siempre tuvimos gente muy grande y ahora estamos tratando de rotar para un target más joven, están viniendo más mujeres.
¿Y cuándo fue que armaste el jardín con plantas y maceteros que homenajean a personalidades de nuestra historia?
En un momento me dije: “o voy al psiquiatra o empiezo a hacer jardinería”. Por suerte tuve la oportunidad de viajar a Barcelona y vi la obra del arquitecto Antoni Gaudí, me flasheó.
Conocí Roma, que me pareció alucinante por lo histórico, París no me gustó y en Barcelona cuando lo vi a Gaudí después de recorrer museos, me dije: “este estaba re avanzado, todavía no llegamos al concepto que tenía”.
Entonces cuando volví acá, había fallecido mi papá y tenía todas las macetas de plástico y en memoria de él armé “El jardín de papá”. Mi mamá trabajaba acá conmigo en una época. En el concepto de “El jardín de papá” las macetas tenían el nombre de cada uno, como que en cada maceta florecía alguien. Después fui agregando macetas con los nombres de San Martín, Belgrano, Mariano Moreno, Cabral como representante de los soldados, además era negro, y después todas las mujeres como Macacha Güemes, Juana Azurduy, Remedios del Valle. Quería darle un significado. Te das cuenta que es lo que pienso si miras las paredes. También están los escudos, uno tiene la bandera de la diversidad cultural, la idea es tener en cuenta todo.
Hay muchos homenajes a figuras populares como Maradona, Galeano, Frida Khalo, la diosa Yemanyá
Yo fui a colegio católico toda mi vida, me movía en ese ambiente, con la facultad conocí otra gente y acá me encontré con una comunidad judía gigante, conocí gente con todos esos valores. A mí no me importan las religiones, valoro a las personas, por eso está la terraza de Dios, es una idea, somos todos uno. Está Yemanyá, la estrella judía, está la de los musulmanes. Es lo que me sale, es una expresión de lo que me sale. Tengo mucho contacto con la gente, soy muy empático.
Calipso está más orientado a la natación, ¿qué otras actividades tienen en la pileta?
Se puede hacer natación, hay niveles para todas las edades, aqua gym, y con la gente que no puede saltar hace terapia acuática.
Yo trabajé muchos años con personas discapacitadas y lo peor que hay es ver la mirada de la gente. Trabajé en el Centro Nacional de Rehabilitación, el Ramsay, ahí ves todo. Ahí hacía la colonia de chicos. Empecé teniendo una camioneta pequeña, después tuve dos camionetas, tuve un micro, tenía una horda de gente que llevaba allá. El Centro de Rehabilitación es hermoso, hay cancha de fútbol, hay dos piletas, hay gimnasio, es una ciudad adentro. Los pibes estaban felices, en contraturno teníamos a discapacitados mentales. Yo veía la satisfacción en la cara de esos chicos.
Mi línea viene de ahí, por eso esta pileta tiene las escaleras, todo está a nivel para que tenga accesibilidad.
¿Cuándo abriste el gimnasio?
Para la habilitación de la pileta estuve dos años, y después construí el gimnasio y lo abrí. Comenzó siendo con pesas y aparatos, no había clases, y no me convencía el target a donde yo quería apuntar, hasta que en un momento dije: “vendo todos los aparatos y me juego a poner el gimnasio” y darle esa impronta que yo quería.
Por ejemplo, el profe Raúl tiene todo un grupo de señoras que encontraron su espacio, porque hacen estiramiento en silla.
Hay un sentimiento de pertenencia en Calipso, acá vienen familias enteras que están hace años
Sí, recibo a los hijos de los chicos a los que les daba clase, eso es fascinante, que se vaya generando ese círculo. Tal vez dejan de venir y de repente 5 años más tarde vuelven a aparecer. Todo esto lleva un trabajo de estar atrás, nosotros conocemos a todos.
Puse una vitrina de madera que tiene dos espadas donde homenajeamos a los socios que fallecieron, son los guardianes de Calipso. La hizo Diego, yo siempre empiezo las cosas y después las sigue Diego porque él es muy prolijo, tiene mucha paciencia. A mí me perduran en la cabeza la gente que estuvo, lo que pasó y esto de la familia que viene.
Siempre les digo a los profes, el servicio que brindamos es excelente porque además estamos atrás de cada persona. Poder ayudar en algunas cositas a mí me llena espiritualmente.
¿Tenés algún otro sueño que todavía no hayas concretado?
Siempre me preguntan: “¿por qué no ponés otro gimnasio más?”, pero la verdad es que no quiero. Yo tengo 63 años, a mí la vida me costó mucho, hasta los 39 viví con mi mamá, me casé los 40, tengo un hijo de 14 y una hija de 17. Cuando eran chiquitos e iban al jardín, me iba temprano de acá y los llevaba a la plaza, los llevaba a todos lados. Yo a mi papá no lo veía nunca, mi papá era un fenómeno, labura como un animal, pero lo veía el sábado un ratito y el domingo, entonces siempre me quedó esa cosa de cómo me hubiera gustado estar más tiempo con él, pero su forma de ser era laburar todo el tiempo. Yo tengo que invertir tiempo en Nacho y Valentina. Mis hijos van a Ferro.
A nivel de la actividad que hago no haría nada más, seguiría mejorando esto. Ahora estoy haciendo, por los 25 años, en la pileta unas macetas. Me vine el 25 de mayo, calé la pared, ensucié todo, ese tipo de cosas me van generando y me queda todavía cosas por hacer. Tengo un kayak, me gusta andar en bicicleta. Quiero seguir trabajando para que esto esté cada vez más aceitado.
No quiero abrir otro lugar, yo tengo vacaciones, tengo un auto, tengo una casa, ¿para qué quiero más? No me interesa, si está todo bien, la gente está cómoda, mis hijos tienen estudio, ya está. Siempre me voy a recortar yo para tratar de mantener y que todo siga funcionando.
¿Cómo vienen con las tarifas de los servicios?
Es que los costos están muy altos, la factura del gas pasó de 40 mil pesos a 380 mil y no es el mes de más gasto. Me angustia mucho subir el precio de la cuota a los socios porque quiero que sigan viniendo, no quiero que pierdan esto, que no recorten por acá, no solamente por mí, sino por cada persona. Para mucha gente venir acá es la única salida que tiene, hay gente mayor que dice: “yo no hablo con nadie, estoy sola en casa, voy a hacer la compra, vuelvo, pero acá hablo con alguien”, no pueden perder eso.
¿Cómo es tu relación con el barrio?
Amo Paternal. Nací en Colegiales y cuando me casé nos mudamos a Boedo y Rivadavia. Vengo en bicicleta para acá, tardo 15-20 minutos.
Cuando compré acá, me empecé a meter en el barrio, a mí me gusta lo barrial, para mí Argentinos Juniors es barrio. Con mi hijo Nacho somos de River y de Argentinos Juniors y ahora de Ferro, así que fuimos a ver a Argentinos Juniors ascender, fui a los partidos a la cancha.
Entonces amo La Paternal, no solamente geográfica sino también ideológicamente y todo y que es barrio, sigue siendo un barrio. Yo quiero consumir en Paternal, quiero comprar en el barrio. Hagamos una comunidad, aunque esto es Villa Mitre, pero más allá es La Paternal.
Para mí el barrio es importante, las raíces. Conozco a los vecinos, algunos me conocen, pasa por ahí, no sería lo mismo tenerlo en Barrio Norte. Esto es otra cosa, hay gente que viene de lejos también.
Nosotros andamos en bicicleta, tenemos lugar para que entren las bicicletas. La idea es que el deporte empiece cuando salís de tu casa, que sea un transporte. Es una alegría que la gente me elija.
Contacto
Dirección: Camarones 1646
Teléfono: 4588-1817
Instagram: @calipsoclubdesalud
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